Prefacio

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PREFACIO
El Dr. Frankl, psiquiatra y escritor, suele preguntar a sus pacientes aquejados de
múltiples padecimientos, más o menos importantes: "¿Por qué no se suicida
usted?" Y muchas veces, de las respuestas extrae una orientación para la
psicoterapia a aplicar: a éste, lo que le ata a la vida son los hijos; al otro, un
talento, una habilidad sin explotar; a un tercero, quizás, sólo unos cuantos
recuerdos que merece la pena rescatar del olvido. Tejer estas tenues hebras de
vidas rotas en una urdimbre firme, coherente, significativa y responsable es el
objeto con que se enfrenta la logoterapia, que es la versión original del Dr. Frankl
del moderno análisis existencial.
En esta obra, el Dr. Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de
la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los bestiales campos de
concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia
desnuda. Sus padres, su hermano, incluso su esposa, murieron en los campos de
concentración o fueron enviados a las cámaras de gas, de tal suerte que, salvo una
hermana, todos perecieron. ¿Cómo pudo él —que todo lo había perdido, que había
visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin
fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio—, cómo pudo aceptar que la
vida fuera digna de vivirla ? El psiquiatra que personalmente ha tenido que
enfrentarse a tales rigores merece que se le escuche, pues nadie como él para
juzgar nuestra condición humana sabia y compasivamente. Las palabras del Dr.
Frankl tienen un tono profundamente honesto, pues se basan en experiencias
demasiado hondas para ser falsas. Dado el cargo que hoy ocupa en la Facultad de
Medicina de Viena y el renombre que han alcanzado las clínicas de logoterapia que
actualmente van desarrollándose en los distintos países tomando como modelo su
famosa Policlínica Neurológica de Viena, lo que el Dr. Frankl tiene que decir
adquiere todavía mayor prestigio.
Es difícil no caer en la tentación de comparar la forma que el Dr. Frankl tiene de
enfocar la teoría y la terapia con la obra de su predecesor, Sigmund Freud. Ambos
doctores se aplican primordialmente a estudiar la naturaleza y cura de las
neurosis.
Para Freud, la raíz de esta angustiosa enfermedad está en la ansiedad que se
fundamenta en motivos conflictivos e inconscientes. Frankl diferencia varias
formas de neurosis y descubre el origen de algunas de ellas (la neurosis noógena)
en la incapacidad del paciente para encontrar significación y sentido de
responsabilidad en la propia existencia. Freud pone de relieve la frustración de la
vida sexual; para Frankl la frustración está en la voluntad intencional. Se da en la
Europa actual una marcada tendencia a alejarse de Freud y una aceptación muy
extendida del análisis existencial, que toma distintas formas más o menos afines,
siendo una de ellas la escuela de logoterapia. Es característico del abierto talante
de Frankl el no repudiar a Freud, antes bien construye sobre sus aportaciones;
tampoco se enfrenta a las demás modalidades de la terapia existencial, sino que
celebra gustoso su parentesco con ellas.
El presente relato, aun siendo breve, está elaborado con arte y garra. Yo lo he
leído dos veces de un tirón, incapaz de desprenderme de su hechizo. En alguna
parte, hacia la mitad del libro, Frankl presenta su propia filosofía de la logoterapia:
lo hace como sin solución de continuidad y tan quedamente que sólo cuando ha
terminado el libro el lector se percata de que está ante un ensayo profundo y no
ante un relato más, forzosamente, sobre campos de concentración.
Es mucho lo que el lector aprende de este fragmento autobiográfico : aprende lo
que hace un ser humano cuando, de pronto, se da cuenta de que no tiene "nada
que perder excepto su ridícula vida desnuda". La descripción que hace Frankl de la
mezcla de emociones y apatía que se agolpan en la mente es impresionante. Lo
primero que acude en nuestro auxilio es una curiosidad, fría y despegada, por
nuestro propio destino. A continuación, y con toda rapidez, se urden las
estrategias para salvar lo que resta de vida, aun cuando las oportunidades de
sobrevivir sean mínimas. El hambre, la humillación y la sorda cólera ante la
injusticia se hacen tolerables a través de las imágenes entrañables de las personas
amadas, de la religión, de un tenaz sentido del humor, e incluso de un vislumbrar
la belleza estimulante de la naturaleza: un árbol, una puesta de sol.
Pero estos momentos de alivio no determinan la voluntad de vivir, si es que no
contribuyen a aumentar en el prisionero la noción de lo insensato de su
sufrimiento. Y es en este punto donde encontramos el tema central del
existencialismo: vivir es sufrir; sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento. Si la
vida tiene algún objeto, éste no puede ser otro que el de sufrir y morir. Pero nadie
puede decirle a nadie en qué consiste este objeto: cada uno debe hallarlo por sí
mismo y aceptar la responsabilidad que su respuesta le dicta. Si triunfa en el
empeño, seguirá desarrollándose a pesar de todas las indignidades. Frankl gusta
de citar a Nietzsche: "Quien tiene un porque para, vivir, encontrará casi siempre el
como".
En el campo de concentración, todas las circunstancias conspiran para conseguir
que el prisionero pierda sus asideros.
Todas las metas de la vida familiar han sido arrancadas de cuajo, lo único que
resta es "la última de las libertades humanas", la capacidad de "elegir la actitud
personal ante un conjunto de circunstancias". Esta última libertad, admitida tanto
por los antiguos estoicos como por los modernos existencialistas, adquiere una
vivida significación en el relato de Frankl. Los prisioneros no eran más que
hombres normales y corrientes, pero algunos de ellos al elegir ser "dignos de su
sufrimiento" atestiguan la capacidad humana para elevarse por encima de su
aparente destino.
Como psicoterapeuta que es, el autor quiere saber cómo se puede ayudar al
hombre a alcanzar esta capacidad, tan diferenciadoramente humana, por otra
parte. ¿Cómo puede uno despertar en un paciente el sentimiento de que tiene la
responsabilidad de vivir, por muy adversas que se presenten las circunstancias?
Frankl nos da cumplida cuenta de una sesión de terapia colectiva que mantuvo con
sus compañeros de prisión.
A petición del editor, el Dr. Frankl ha añadido a su autobiografía una breve pero
explícita exposición de los principios básicos de la logoterapia. Hasta ahora casi
todas las publicaciones de esta "tercera escuela vienesa de psicoterapia" (son sus
predecesoras las escuelas de Freud y Adler) se han editado preferentemente en
alemán, de modo que el lector acogerá con agrado este suplemento del Dr. Frankl
a su relato personal.
A diferencia de otros existencialistas europeos, Frankl no es ni pesimista ni
antirreligioso; antes al contrario, para ser un autor que se enfrenta de lleno a la
omnipresencia del sufrimiento y a las fuerzas del mal, adopta un punto de vista
sorprendentemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus
dificultades y descubrir la verdad conveniente y orientadora.
Recomiendo calurosamente esta pequeña obrita, por ser una joya de la narrativa
dramática centrada en torno al más profundo de los problemas humanos. Su 6
mérito es tanto literario como filosófico y ofrece una precisa introducción al
movimiento psicológico más importante de nuestro tiempo. GORDON W. ALLPORT
Gordon W. Allport, antiguo profesor de psicología de la Universidad de Harvard,
fue uno de los escritores y docentes más prestigiosos de los Estados Unidos.
Publicó numerosas obras originales sobre psicología y fue director del 'Journal of
Abnormal and Social Psycbology". Precisamente a través de la labor pionera del
profesor Allport la trascendental teoría del Dr. Frankl se ha introducido en aquel
país; más aún, el interés que ha despertado la logoterapia ha crecido a pasos
agigantados debido en parte a su reputación.

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