Capítulo 4

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  • Dedicado a TODOS VOSOTROS
                                    

ALEX P.O.V

-Máximo, necesito que me digas quien es la chica que montó una escena ayer en Black roses.- Gruñó al teléfono un Alex cabreado.

Eran las siete de la mañana, estaba llegando tarde a una importante reunión y había pasado casi toda la noche en vela. Todo por culpa de la estúpida cría que había conocido la noche anterior.

Bueno, puede que él también tuviese un poco de culpa por empeñarse en que aliviarse a sí mismo en esa situación sería renunciar a su orgullo, pero si la pequeña actriz no le hubiese excitado de esa manera y se hubiese reído después con una vulgar broma, él podría haberse ido tranquilo a casa o hasta haberse aliviado él mismo, a falta de alguna mujer fácil con la que jugar, sin recordar su risa victoriosa cada vez que se tocaba.

 Eso habría estado genial, podría haber dormido más de dos horas, habría podido pensar con claridad donde había dejado la carpeta con los gráficos y recuperar el tiempo que había perdido al quedarse dormido, habrían salido a tiempo para librarse del atasco y no seguiría duro como una piedra en ese momento.

Pero no, la jodida chica se había reído de su excitación, y Alex no pensaba permitir que eso se quedase así. "La próxima vez que me veas duro como una piedra suplicarás porque te la meta, y él último en reír seré yo." Se prometió Alex mentalmente.

-Sí señor, le enviaré un fichero lo más rápido posible.

Tener hombres como Máximo era un lujo.

Aparcó el coche, por fin había llegado.

Desgraciadamente, llegaba tres minutos tarde y todavía tenía que entrar en el edifico, avisar de su llegada a la recepcionista, subir a la planta 20 y esperar a que él famoso CEO lo recibiese.

Tardaría por lo menos siete minutos en hacer eso, pensó mientras cruzaba las mecánicas e impecables puertas de la empresa. Y según había oído - porque ese día sería la primera vez que hablara con el CEO en persona - al hombre no le gustaba nada la impuntualidad.

Rezó para que el hombre no cancelase la reunión por su retraso, aunque lo más posible es que no lo hiciese siendo Alex quien era, pero él nunca acababa de confiar al cien por cien.

Gracias a dios, y a un paso rápido, consiguió hacer todo eso en cuatro minutos y estuvo cara a cara con Christian Grey, CEO de Grey Enterprises Holdings, solo siete minutos después de la hora estipulada.

-Buenos días, Señor Grey, lamento el retraso. Soy Alexander Lexington. -Dijo mientras le estrechaba la mano.

Decidió no dar explicaciones. Grey tampoco se las pediría.

-Encantado, Señor Lexington. Siéntese.-Dijo Christian sin cambiar la expresión de su cara. Ese chico le recordaba a sí mismo, sacando una empresa adelante él solo a una edad tan joven, y desde que había empezado a oír hablar de él, había tenido ganas de conocerlo en persona y tener una charla amigable para hablar de negocios. Y lo habría hecho si no estuviese jodiendo sus negocios. Ahora iban a charlar de negocios, pero no amigablemente, no al menos que él se diese cuenta de sus errores. - Vayamos al grano. No puede variar el contrato que tenemos con su empresa. Que una empresa cambie de dueño no permite que los contratos firmados por el antiguo dueño se rompan o cambien.

-Lo entiendo Señor Grey, pero el contrato que mi empresa tenía- "Tiene" interrumpió Christian, irritando a Alex- tiene -Se corrigió Alex.- con ustedes no es conveniente para mí. Al antiguo dueño le funcionaba tener ese tipo de contrato, pero a mí no. Estaría encantado de seguir contando con ustedes para el transporte de mercancía y algunas cosas más, pero la parte del contrato que se basa en asesoría y publicidad con su marca ya no son necesarias.

Más que la hija de Grey ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora