No es la última aventura

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Federico estaba clavado en el segundo escalón de la escalera, volteado hacia el living. Se sostenía con la mano a la baranda por miedo a caerse del asombro. Cerró la boca despacio y comenzó a subir escalón por escalón tratando de no hacer ruido para no arruinar el momento. A la vez, trataba de procesar el reciente suceso.
Sus padres estaban teniendo una acalorada discusión cuando de pronto se habían besado, así, sin más. Esto para Fede no tenía mucho sentido ya que sus papás estaban divorciados hace unos cuantos años y, como cada vez que se reunían terminaban peleando, no se podía decir que tuviesen una muy buena relación.
Federico simulaba estar bien con esto, pero, aunque era cierto que se había acostumbrado, en el fondo él deseaba que volvieran a ser una familia como lo habían sido ya tanto tiempo atrás.
Por eso, esto que estaba sucediendo en ese preciso momento era para él difícil de asumir, ya que al haberlo deseado por tanto tiempo, le costaba creer que se estuviera haciendo realidad; y mucho menos en esas circunstancias.
Cuando sus padres finalmente se separaron para tomar aliento, Fede de un salto subió los escalones que le faltaban para llegar a la parte en la cual la escalera doblaba, para así de esa forma quedar escondido y que su madre y su padre no vieran que los había estado observando. Instantáneamente supo que había hecho lo correcto, ya que la tensión allá en el living se podía respirar en el aire.
- Em yo n-no se l-lo que...- tartamudeó la madre del chico visiblemente incómoda
- Si... Estem... Voy a... Preparar café- Contestó rápidamente el hombre. Al parecer no se daba cuenta de que al ser las 11 de la noche, no era una hora muy apropiada para un café, pero aún así se retiró a la cocina dando zancadas. La mujer, finalmente sola en la habitación, largó un extenso suspiro y se agarró la cabeza con ambas manos, para luego dejarse caer pesadamente en el sillón. Desde la cocina se escuchó el estrépito como de muchos metales cayendo al piso, y a continuación los rápidos y nerviosos esfuerzos que hizo el padre de Fede para juntar el desastre.
Federico se bañó y se metió en la cama y esa noche, a pesar de todo, se durmió con una sonrisa en los labios.

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A la mañana siguiente, Paula se despertó en la oscuridad de su habitación. Su mamá había cerrado todas las persianas para que ella "pudiera descansar bien"; pero en ese momento, Paula deseaba un poco de luz para poder despabilarse bien. Luego de iluminar la habitación abriendo las persianas, se volvió a acostar en la cama mirando el techo, y se puso a pensar en todas las cosas que habían pasado la noche anterior. Recordó que no había sido su primera experiencia con ladrones, y se le revolvió el estómago al recordar la primera: en la quinta de sus abuelos, en su cumpleaños. Se acordó de estar en ese cuartito oscuro, con Miriam... Miriam. Había sido su pesadilla durante tantos años que ya no se acordaba de cuantas veces les había arruinado los planes.
Mientras pensaba se levantó de la cama y se empezó a vestir, miró el reloj, eran las 11:23. En su mente se revivían las imágenes de Fede tratando de salir por la ventana del cuartito en el medio del campo, y a medida que los momentos pasaban, sus recuerdos llegaron a la parte en la cual Miriam se había caído con un fuerte estrépito (como una bolsa de papas). Paula soltó una carcajada inevitable, tenía que recordarle ese momento a los chicos... Los chicos, ¿como les habría ido? ¿estaría Graciela castigada? Esperaba que no. Por suerte los padres de Gra no eran tan cuidas, ni se imaginaba lo que podría haber pasado si los sucesos hubieran ocurrido en su casa, con sus padres ausentes. No, mejor ni pensarlo.
Luego de prender su celular le mandó un mensaje a Fabián:
>Hola, buen día ❤. Cómo te fue anoche? Muchos retos? Nos tenemos que juntar todos. Avisale a Fede que vamos esta tarde a tomar un helado, yo le aviso a Gra.
Después de enviarlo, bajó a desayunar.

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*13 llamadas perdidas de Mamá y 1 mensaje de Pau♡ *
- Mierda- soltó Fabián con un bostezo al prender el celular esa mañana, recordaba que su madre le había dicho que ese día tenía que ir temprano a hacer no sabía que ¿el médico? ¿trámites? no lo recordaba, pero el hecho de que hubiera tantos llamados en su celular no indicaba nada bueno. Marcó el número y la llamó, mientras el aparato discaba Fabián se levantó pesadamente y comenzó a cambiarse.
- ¿¡Hola!?- La voz de su madre casi hace que se le caiga el teléfono.- ¿Que pasó? Te estuve llamando... Pero no contestabas.
- Si, lo pude notar- contestó Fabián con la voz de alguien que acaba de despertar de un coma
- Quería que supieras que tu papá y yo nos fuimos a ver una cosa de el auto nuevo, volvemos a la tarde porque pasamos por lo de unos amigos. No te metas en líos. El almuerzo (por que ya es mediodía dormilón) está en el microondas sólo lo tenés que calentar. Te quiero, chau. - Lanzó todo eso con extrema rapidez y luego colgó, dejando a su hijo bastante desorientado.
- En fin...- suspiró Fabián, para luego abrir la puerta de su cuarto y desaparecer hacia la cocina.
Mientras devoraba sus fideos recalentados (la verdad no estaban tan mal), Fabián leyó el mensaje de Paula. Decía que se tenían que juntar y que él tenía que avisarle a Fede. Esto último lo deprimió un poco, supuso que tendría que ir hasta la casa de su amigo y tirarle la puerta abajo si quería despertarlo. Aún así probó de llamarlo, antes de aceptar que tendría que sacarse el pijama tan pronto.

Fabian estaba shockeado. Acababa de cortar con Fede y no podía creer lo que le habia dicho: al parecer estaba despierto desde las diez (récord absoluto) con todas las pilas del mundo, y además se lo escuchaba genuinamente contento. Le habia dicho que se re copaba con la salida y que le venía de diez porque él tenia algo muy importante que contarles. Esto ultimo lo sorprendió y le dio bastante intriga, pero decidió no indagar demasiado.

Acto seguido le contestó a Paula

Fede y yo vamos, nos vemos ahí.

Despés dejó su plato en la pileta de lavar y subió a darse una ducha.

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Federico caminaba (o trotaba) hacia la plaza, lugar en el que finalmente habían decidido juntarse para después ir juntos a la heladería. No paraba de pensar en como les iba a contar a los chicos lo sucedido la noche anterior, por que se moría de ganas de contarles, pero no encontraba las palabras adecuadas para empezar: "chicos, ¿vieron que mis papás están separados?..." ok no, eso era ridículo. Por supuesto que lo sabían, estaban separados desde que ellos estaban en primer grado. Pensó que lo mejor sería que le saliera lo que le saliera en el momento. Sí, mejor.

Al parecer no era el primero, pero tampoco el último lo cual era muy raro. Paula estaba sentada en una hamaca, atándose el pelo en una cola de caballo que le estaba quedando bastante deforme. Cuando lo vio se levantó de un salto y lo fue a saludar
- ¡Hola! ¿Que tal anoche? ¿Muchos gritos?
- Em... No, no tanto- respondió Fede, mejor esperar a que llegaran todos -Che Pau, tu pelo. Te quedó una bola medio rara
- Uff- se quejó Paula y se dispuso a desarmar su peinado fallido.

La última en llegar fue Graciela, a la que le había costado zafar del encierro bastante más que al resto. Una vez que estuvieron todos, Fabián preguntó
- Fede, ¿qué era eso que nos tenías que decir?
Federico respiró hondo y relató detalladamente la acalorada escena entre sus padres la noche anterior, a la vez que su acalorado final, todo de un tirón y casi sin respirar.
Cuando hubo terminado Graciela susurró emocionada "¡Como en las telenovelas!".
- ¡Que buenísimo Fede!- exclamó Paula con una gran sonrisa- Espero que por fin se arreglen, ya vas a ver que sí.
Fabián también lo felicitó y le dio una palmada en la espalda, Graciela lo abrazó y Fede se sintió superfeliz. Después se tomaron todos de los hombros y se dirigieron a la heladería.

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Fede estaba pensando en lo mucho que le gustaba su vida, su familia y sus amigos, así como el helado de chocolate grandote que ahora le estaban sirviendo. En cuanto lo tuvo en la mano empezó a comerlo, y mientras lo hacía miró el interior de la heladería. Estaba completamente vacía, en las mesas de afuera había unos viejitos charlando mientras terminaban sus helados, pero nada más. Todo estaba muy pacífico, demasiado.
Fede se fijó en Graciela, que se arreglaba el pelo mientras esperaba a que le sirvieran su helado, y se fijó en esa remera clarita que tan bien le quedaba.
Entonces no pudo contenerse más, sonrió y, con todas sus fuerzas, le lanzó a su novia una gigantesca bola de helado de chocolate. Directo a la cara.

Fin

CAÍDOS DEL MAPA 12 (Fanfic, TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora