❀ cinco ❀

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[narrado]

Casi me meo. Mi apé de toda la vida roblogueo lo que escribí.

—¡Javi! —grite en cuanto me contesto la vídeo llamada.— ¡Amigaaa!

La Javiera tenía una cara de culo que no me aguante las ganas de sacarle una foto.

—¡El Diego reblogueo mi post! —chille enamorá, después de sacarle la foto a su cara de hoyo.

La Javi abrió los ojos como pepas y empezó a gritar conmigo.

Puta que me tiene mal ese culiao.

—¿Sabi que es lo peor de todo? Que la Rafa me cae entero bien y que es una mina la raja... nunca podría tratar nada con el Diego siendo que la Rafa es entera tela. —digo cayendo en la caca.

Mi emoción se disminuyo y se suicido en menos de 5 segundos.

¿Por qué tenía que ser tan yeta? Siempre me pasaban estas hueas a mí.

Siempre que me gustaba un mino o el hueon estaba pololeando con minas bacanas, o terminaba siendo un hueon que me agarraba pal hueveo.

—¿Gomitas y Sprite? —dice la Javi levantándose de su cama y poniéndose su chaleco encima del pijama.

—Son las 2 de la mañana, Javi, te pueden retar. —digo apoyando mi cabeza en mi mano.

—Ni te preocupi, mis viejos salieron y no vuelven en 2 días, voy pa allá. Llego en 10. —dice antes de cortar la llamada.

Puta que amo a la Javi, si a ella le gustaran las minas yo creo que ya nos habríamos casado.

Me tire en la cama mirando al techo y puta me dio la media depre pensando en ese hueon, en vola y necesito superarlo. Yo, Luciana Flores, prometo olvidar al Diego.

Ah, la vieron. Que buen chiste.

Me había dicho varias veces la misma huea y nunca lo había conseguido, de una u otra manera mis sentimientos por el Diego siempre terminaban volviendo.

Incluso cuando pololeaba con alguien más, los ojitos bonitos del Diego siempre terminaban por hechizarme.

Y tal vez era un poco superficial, pero también estaba todo lo otro, como cuando ayuda a las tías de la biblioteca tan simpáticamente, soltando esa risa culia hermosa suya.

El Diego es el paquete completo. Es buen cabro, de enveses medio pesaito, pero filo. Incluso es buen pololo, la Rafa habla puras maravillas de él, incluso cuando han discutido, la Rafa siempre termina por decir lo bacan que es él.

Entonces, ¿cómo esperan que mi corazoncito no lata rápido cada vez que lo veo?

Me fui en la media chaliwawa, que ni cache cuando la Javi estaba entrando a mi pieza seguida de mi mamá que la venía retando por la hora tan tarde que se le ocurrió venir.

—Javita, usté sabe que acá siempre es bien recibida, pero le podría haber pasado algo.

Me rió levemente y la Javi le dice que para la próxima le hace caso dejando a mi mamá un poco más tranquila.

—¿Cómo anda ese corazoncito?

Como el hoyo.

—Mmh... piola. —digo encogiéndome de hombros.

Y en cuanto la veo sacar básicamente toda una despensa de su mochila, sé que mi mente va a dejar de atormentarse y que por un ratito me voy a olvidar de él.

Sien embargo, sé que mañana, cuando vea sus ojitos, el corazón me va a latir y voy a tener que recordarme lo imposible que es todo, de nuevo.

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