Hoy estoy MUY enfadada (y no es por los cambios de humor de la regla). ¡Tengo quince años, sé perfectamente cuidar de mí misma y de una enana de once! Pero según mis padres no estoy capacitada para cuidar de mi hermana y no confían en mí. ¡Yo soy muy responsable! Pero mi madrastra me salió con el cuento de cuando exploté el microondas por dejar la cuchara dentro del bol y casi incendié la casa. Asi que mis padres van a una cena con unos amigos mientras yo tengo que soportar a una aburrida niñera y ni siquiera puedo llamar a una de mis amigas. Tener una niñera con quince años es humillante.
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Estoy viendo la tele esperando que llegue la niñera y mis padres se vayan.
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Traducción: No estoy loco. Mi madre me hizo una pueba.
Ding-dong.
La niñera vieja y aburrida ha llegado.
-¡Riley, abre la puerta! -grita mi madre desde la cocina mientras prepara lo que va a llevar en su bolso.
Suelto un gruñido, apago la tele y me levanto del sofá.
-Eh, Kiara. ¿Preparada para conocer a la bruja? -le pregunto a mi hermanastra que esta dibujando en el comedor.
-Algunas brujas son buenas -responde inocente y angelicalmente moviendo las piernas mientras pintaba.
Claro que lo angelical era una fachada, en realidad es un ser poseído por Satanás.
-Como sea, ¿vienes?
-Vale -contesta levantandose de la silla.
Vamos hasta la puerta y abro yo.
-Hola -dice una chico aproximádamente de dieciséis o diecisiete, castaño, de ojos azules, alto, atlético y...
GUAPÍSIMO.
Está bien, Riley. Concéntrate en que no se te caiga la baba y todo irá bien.
-Em, hola. ¿Puedo ayudarte en algo? -pregunto medio embobada.
-Pues veras, estás frente a tu fantástico niñero, Travis Stoll -responde-. ¿Pero, no eres un poco mayor para tener niñero?
-En realidad, es más bien para mi hermanastra. Lo que pasa es que mis padres no confían en mí -respondo poniendo los ojos en blanco.
