II. CHO.

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El señor y la señora Cho eran personas humildes, de clase media, y para variar, unos padres muy preocupados por su único hijo.

— ¿Despertará? ¿En qué tiempo? ¿Puedo verlo? Doctor Ch...

SiWon alzó un poco la palma de su mano en señal de STOP para acomodarse los lentes y por fin proceder a hablar cuando el Señor Cho calmaba a su mujer con murmuros serios.

— El paciente se encuentra en un estado de inconsciencia por el momento. Ya le hemos aplicado todos los medicamentos necesarios para que su metabolismo sea el mismo cuando despierte. Quizás tenga hambre, sed, no recuerde dónde está, pregunte por ustedes o...

La señora Cho sollozó.

— Enma... —El marido le recriminó en voz baja pero con ella negando sólo atinó a suspirar y confesar en voz baja. — Se escapó.

SiWon lo miró directamente esperando una explicación más a fondo. Comprendía lo que había dicho pero por alguna razón intuía que había algo más, algo más que como a de lugar quería descubrir, y en cierto sentido eso lo aterró.

— Es la doceava vez que lo hace desde que volvimos a Corea... Nosotros solíamos vivir en China, pero por razones laborales mi esposa y yo decidimos volver a nuestra ciudad natal. A KyuHyun no le gustó el cambio y se ha obsesionado por escaparse cada vez que tiene la oportunidad.

— ¿Han conversado con él?

— Es un muchacho rebelde, doctor y usted comp...

— Ustedes son sus padres. —Recriminó enseguida porque odiaba la típica excusa de los progenitores al no poder controlar a sus hijos.

La señora Cho suspiró entre sollozos que trataba de calmar mientras el patriarca solo negaba con desganados movimientos de cabeza.

— No es nuestro hijo.

SiWon parpadeó tratando de no perderse en la historia, por lo que hizo un pequeño gesto para que todo procediera. Quería más. Información tras información. Con un oculto gesto trató de controlar sus ansias.

— Lo adoptamos cuando aún era un niño de 4 años. —El Señor Cho estaba dispuesto a hablar después de un largo silencio y SiWon más que dispuesto a escuchar. — Habíamos llegado a China. Mi esposa y yo llevábamos seis años de casados cuando nuestro médico de cabecera nos dio el ultimátum. Ningún tratamiento había sido exitoso para nuestros sistemas estériles.

SiWon asintió lento comprendiendo la noticia. No eran los primeros pacientes que le contaban aquel dato como parte de su vida. A lo largo de su carrera había tratado con algunas parejas a quienes se le era muy difícil asimilar.

— KyuHyun era el único niño coreano en aquel albergue. Aún recuerdo cómo lo conocí. —Una desgastada risa emanó del mayor de los Cho. — Estaba sucio. Su pequeño cuerpecito estaba repleto de lodo y sus lágrimas solo hacían que este resbalara por sus mejillas. Ofrecí mi ayuda y él solo corrió a abrazarme sin importarle que llevaba una camisa blanca recién planchada.

La señora Cho rió suavemente entre algunas lágrimas, más calmada después de todo.

— Nos enteramos que era el único niño coreano en el lugar, por lo que no dudé en que sería él, el futuro niño de papá.

— ¿A qué edad se enteró que era adoptado? —SiWon cuestionó serio y profesional.

— ¿Cómo lo...? —El señor Cho se sorprendió en cierta parte levantando el índice en un gesto de confusión.

— La mejor explicación para una causa de rebeldía.

Ambos esposos suspiraron.

— A los dieciséis. —Confesó el mayor.

"ÉL, MI MAYOR MALDICIÓN" [WonKyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora