El inicio

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Parecía soló una invención más, pero esta sería la que marcaría la caída de la sociedad como la conocemos, el final de la raza humana como especie dominante y el inicio de una nueva raza, prácticamente inmortal, sin necesidad de comer o dormir, con emociones sintéticas y más que nada, ese odio desmedido a la "imperfección humana". Muchos miembros de la comunidad científica mencionaron hasta el cansancio lo peligroso que era la inteligencia artificial; pero sus creadores, alimentados por la codicia ignoraron todas las advertencias.

En el año de 2017, tras meses perfeccionando a su primer prototipo, industrias IPRev lanzó al mercado un androide con una inteligencia equiparable a la de un niño. Muchos lo vieron como poca cosa, pero, significó un gran avance en el área. Este niño tenía la capacidad de aprender y de realizar razonamientos simples. Se comenzó a vender como un ser ideal para tareas de asistencia, limpieza y cualquier otra clase de labor destinada con anterioridad a las clases obreras de la sociedad.

Durante el resto de la década, muchas industrias, comercios y hogares que podrían permitírselo adquirieron a este nuevo robot, provocando una ola de desempleo. La década de los 20s empezó con la peor crisis laboral de la historia, los robots ahora eran los empleados domésticos, los dependientes de tiendas y la fuerza obrera de las grandes industrias. Los dueños de los medios hacían crecer sus utilidades en relación inversa a la pobreza de la gente.

Muchos países en donde se encontraban estas industrias se vieron superados por este hecho, y al término del primer lustro la década buena parte del tercer mundo se encontraba frente a la peor crisis económica por la que habían pasado. El hambre y la delincuencia crecían cada día, el caos se adueñó de las ciudades y la muerte se convirtió en el evangelio de los pobres. Varios gobiernos se radicalizaron, al punto de que crearon zonas de contención ideadas para encerrar a las clases sociales bajas.

Ahora las fronteras entre países parecían más reales, pues el primer mundo se convirtió en un lugar lleno de ricos despreocupados, ajenos del fatal destino al que estaban conduciéndose. Producto del caos en el tercer mundo, las industrias se vieron obligadas a reducir su producción o ir a la quiebra. 

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