"El viajero nunca deja igual sitio que atraviesa. Es como el viento: jamás está quieto, ni permanece más de lo necesario en un lugar. Echar raíces es morir. Lo único permanente es el cambio."
«El Credo del Viajero»
– Anda Calina, cuéntame una historia.
– ¿Otra?...
– Sí, una sobre Los Seis o la del soldado sin alma. Ésas son mis favoritas.
La voz de Feira se eleva por encima del bullicio del puerto. Termina de remendar un vestido, mientras Calina se arregla para la noche. Desde la terraza observan la puesta de sol. El aire carga aún rastros del verano. Debajo, una muchedumbre de paseantes, mercaderes, soldados, y más de un trasgo, se sacude el calor y sopor del día.
Las mujeres suelen tener un par de horas para si antes de que lleguen los clientes. La vida en la Orquídea Escarlata comienza apenas las linternas se encienden.
Calina coloca una gotas de perfume en su cuello mientras mira a lontananza. La luna aún no se refleja en las aguas turbias de la bahía de Rheklor. ¿Cuál se anunciaría esa noche? ¿Sería Zarantyr, la luna de la pureza y la fuerza? ¿O acaso Lharvion, la que todo lo ve? Espera que no sea Síferos, la luna-sombra, que llena la noche de ecos y malos agüeros. Los ancianos solía santiguarse y hacer rituales en esas ocasiones.
Feira tira de su brazo e interrumpe sus cavilaciones. Calina voltea y observa ese rostro pecoso y redondo que todavía no deja atrás la infancia. El vestido de Feira apenas traduce unas caderas y pechos incipientes. Quizás se vuelva una mujer hermosa dentro de unos años. Calina espera que no. No es por envidia o mezquindad. La vida de Feira es dura y llena de privaciones: se levanta al alba, limpia los destrozos de las noches anteriores, soporta las insinuaciones de los clientes, la amargura y afrentas de las mujeres. Todo con una sonrisa displicente y apenas un suspiro. Su rostro es tan anodino que pasa desapercibido entre las cortinas y velas del lupanar. Las mucamas y sirvientas son una mera decoración, un aperitivo antes del plato fuerte.
La doncella tampoco se hace ilusiones. Fue comprada como mano de obra. Poco importan la gracia de sus gestos o el talle de su cintura, mientras haga su trabajo y mantenga la boca cerrada.
"No hay mejor adorno para una puta que una sirvienta fea." ha dicho su amo en más de una ocasión. Cuando Calina le escuchó decir eso por primera vez las manos le temblaron de rabia. No por la crueldad de la voz del orco o la impudicia de su sonrisa, sino por las lágrimas que se deslizaron por el rostro de Feira al oírlo.
–¿Calina? ¿Me vas a contar la historia?
Suelta un suspiro. Sabe que la joven no se rendirá con facilidad.
– Me vas a dejar sin repertorio. Anda, te la cuento mientras me peinas.
**
Los sabios y magos afirman que existen doce lunas en Eberron.
No les creas. Sus libros y manuscritos no guardan toda la verdad. Te lo dice alguien que los ha estudiado. El Mundo es muy grande y viejo, no todas las historias están escritas. Algunas están guardadas en la memoria y el corazón de la Gente, otras en el firmamento, como las trece lunas. Sí, me oíste bien: trece. Aunque sus nombres son bien conocidos por todos, pocos entienden su significado y poder.
Dicen que la más rebelde e inquieta de todas las lunas es Zalifar. Quizás tú naciste en una de sus noches, porque siempre veo una tormenta en tus ojos. Pregúntale a cualquier marinero y te dirá que no hay puerto del que salga sin antes haberle rezado a Zalifar, la luna de las mareas. Aparece y se desvanece sin dar aviso. Es imposible predecir cuánto tiempo durará en el firmamento. Su carácter es cambiante e incomprensible, como las mujeres. Es verdad, no tienes porque enojarte, sabes que por eso los marineros aman a las mujeres difíciles: les recuerdan al mar.
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Flores del desierto
FantasyTodo lo que ella tuvo, desde su nombre hasta su historia, jamás fue verdaderamente suyo. Durante casi toda vida, lo único que Calina conoció fue la miseria y la esclavitud. Desde el desierto, a los pasadizos de un burdel olvidado en la costa, has...