Capítulo 10: Cenizas

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Megumi se despertó horas después, abriendo los ojos en medio de una sensación de confusión. Intentó desarroparse para incorporarse y salir de la cama, pero la mano de Aizawa detuvo sus brazos.

—No, Megumi, mejor no hagas esfuerzos.

Megumi miró primero su mano y luego fue subiendo hasta encontrarse con los ojos de Aizawa, tardando en asimilar su presencia. Él la miraba con expresión entre el reproche y la preocupación. Se apartó un poco, acobardada.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, con voz débil y temblorosa.

—Cuidar de ti, aunque me lo pones muy difícil.

Megumi le miró entrecerrando los ojos, analizando con lentitud las palabras y tardando en entender su significado. Su cerebro estaba aún trabajando en modo automático lo suficiente como para que no olvidase cómo hablar o respirar, pero le costaba procesar lo que pasaba a su alrededor, como si estuviera intentando avanzar en un barrizal espeso.

—Ah... —fue lo único que fue capaz de contestar.

—¿Cómo te encuentras?

Pausa.

—Espesa —contestó, flojo, luchando por moverse por el fango de sus pensamientos. —Y débil.

Dejó la boca abierta para decir algo más, pero ni su mente ni sus ideas llegaban a tiempo para encontrar qué decir. Sus ojos se inundaron de lágrimas y se echó a reír amargamente, apartando la vista. Le dolía el pecho con cada sollozo.

—Lo siento, Aizawa —murmuró, con llanto en la voz y una sonrisa temblorosa que poco a poco se iba desdibujando en una mueca de desconsuelo e impotencia. —Estoy muy cansada para hablar...

—No importa —susurró Aizawa, arropándola un poco mejor y apoyándose con un suspiro en el respaldo de la silla, cruzando los brazos.

—¿Puedo dormir? —preguntó ella, suplicante y llorosa.

—Debes —contestó él, entornando los ojos y agachando la cabeza.

—No sé si debo —sollozó ella, apenas con fuerzas para respirar.

—Debes —replicó él, tajante.

—Quiero ver a mi padre —suplicó ella, con patetismo infantil, mostrándose tan vulnerable y rota.

—Más tarde podrás, ahora duerme —concedió Aizawa.

Megumi asintió, llorando, moviendo los brazos con mucho esfuerzo para alcanzar su cara y secar sus lágrimas como bien podía. Quiso girarse para evitar la mirada de Aizawa, pero no se sentía con fuerzas y se conformó con taparse la cara con los brazos y girarla hacia el lado contrario a donde estaba él.

—Si quieres, te dejo sola —ofreció Aizawa, mirando sus brazos.

No, eso era aún peor. Megumi negó como pudo con la cabeza.

—Está bien. Intenta descansar. Yo voy a intentar dormir también. Si necesitas algo, despiértame, ¿vale?

Asintió levemente, apartando los brazos, pero sin volver a girar la cabeza hacia él. Sollozó levemente un par de veces, hasta que no tuvo fuerzas para seguir llorando. Aizawa la miró de reojo y borró su Singularidad por si acaso, ya que no era capaz de ver sus ojos desde allí y saber así si pretendía activarla. Se quedó así hasta que la respiración de Megumi se acompasó y se ralentizó al entrar en el sueño, y se permitió relajarse. Se deslizó por el asiento para acomodarse un poco más en la silla, y cerró los ojos para intentar dormirse también, después de haber pasado toda la noche y parte de la mañana en vela cuidando a Megumi y ordenando la casa.

Onira || Aizawa ShōtaWhere stories live. Discover now