A través de las eras

Lado oscuro

La máscara de la perfección es mi carta de presentación ante el mundo que me rodea, mas eso no es más que el barniz que cubre mis miserias, las que me ayudan a escapar de mi maldita realidad.

Desde que mi madre abandonó este mundo, lucho por encontrar un significativo poder, una energía que, según las leyendas, es la solución a toda la malicia que nos rodea, y que sólo las mujeres nacidas en mi familia pueden tener la honra de poseer. Lo obtuvo mi abuela y la mujer que me dio la vida, pero conmigo el caso es muy distinto.

El poder dorado de las Diosas, así lo llaman, no tiene deseos de formar parte de mi ser. No importa cuántas oraciones tenga en mi historial ni las veces que me he enfermado por sumergirme en las fuentes, simplemente no quiere llegar a mí. Nada que hacer.

Ante los demás siempre me muestro serena, sonriente, que nada me perturba, a pesar de saber que todos hablan a mis espaldas, que me critican por mi incapacidad de invocar el poder, y que solo me paso investigando lo que no me compete. Incluso mi propio padre comparte sus opiniones, presionándome hasta el punto de dejarme sin aliento. Él dice quererme y que por eso su firmeza... no quisiera imaginar cómo sería si me odiara.

Nadie se imagina que detrás de la sonrisa falsa que me adorna no hay más que acidez y amargura, lo impensable para alguien cuya vida lujosa y superficial es la envidia de todos. No lo saben y talvez no lo sepan nunca... a excepción de una persona.

Jamás creí que el caballero que me fue asignado, el que tanto desprecié por recordarme mis propios fracasos, terminaría por convertirse en mi consuelo, pues a pesar de ser tan diferentes compartíamos pesares, y en mis más apasionados sueños, hasta sentimientos como en eras pasadas.

No me atrevo a confesárselo, pero él es la única persona en la que confío, la que adorna con gracia cada uno de mis errores... el que abraza y consuela el lado oscuro de mi alma.

26/10/2017