Regalo de otoño

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MEMENTO

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel, AU.

Parejas: principalmente Stony. Otras más.

Derechos: muero de la risa. Nada más que ésta idea.

Advertencias: historia que viene a raíz de Halloween y en mi país, el Día de los Muertos. Inspirada en la Mansión Winchester, el cuento El taxidermista de Pisa, una historia que alguna vez vi o leí cuyo título no recuerdo, la película La Mansión y mis ganas de escribir de este género.

Gracias por leerme.




Regalo de otoño.


Noviembre 1860.

Vicksburg, Misisipi, Estados Unidos.



El Coronel Joseph Rogers era un hombre despiadado que Anthony odiaba con todas sus fuerzas, sintiendo la impotencia de quien anhela un cambio drástico pero solamente tiene su propia mente como fuerza de ataque al ser un elemento minúsculo en medio de una chusma fanática que alimentaba las ideas esclavistas de aquel militar retirado. El castaño apretó sus dientes como sus puños bien escondidos en sus bolsillos desviando su mirada apenas lo suficiente para no ser más señalado de lo que ya era por los sureños rodeándoles mientras el látigo del coronel azotaba la espalda de Jonas, el esposo de Munroe. Su pecado: haber permitido la venta de su propio hijo al joven Stark, quien, desesperado por ayudar a esa gente, le había sugerido a su dulce Munroe que podía comprar a su hijo, liberarlo en Nueva York y dejarlo a cargo de su tía Margaret para hacerlo un hombre de bien. Rhodes, el muchacho, era de su misma edad, tan inteligente como caballeroso pese a los maltratos, alguien que no debía estar arrancando algodón todos los días sino leyendo un libro de leyes.

Un gesto que Anthony jamás imagino iba a causar semejante desastre, pero es que el Coronel Rogers tenía un rechazo oculto hacia el neoyorkino que no dejaba mostrar porque se delataría como un intolerante, cerrado de mente como defensor de ideas provenientes de siglos atrás. Así que lentamente iba mermando los planes del castaño con una que otra acción que provocara a éste, y así poder señalarlo como un miembro al que exiliar definitivamente de Misisipi. Con eso terminaría su amistad con Steven, la misma que le había hecho quedarse el otoño pasado, la primavera como ese nuevo otoño. Cada vez más tiempo, con ellos dos paseándose por los campos de algodón. Una amistad que el padre de Steven ya no veía con buenos ojos. Tenía razones para ello y Anthony lamentaba enormemente estar atrapado en las garras del coronel y no poder frenar aquel látigo de nueve lenguas que abrió la piel ya marcada del esclavo.

La vergüenza le invadía, así que solamente se quedó callado, escuchando los lamentos de Jonas con un nudo en la garganta, compartiendo ese dolor con los demás esclavos. Fue más tarde, cuando todo terminara y los señores hubieran desaparecido, a la humilde casa de Munroe, llevando vendas y medicamentos para esa espalda sangrando horriblemente. No dijo nada, solo puso la canastilla en las manos de Munroe y salió de ahí, cabizbajo por la culpa que le corroía la mente. Si tan solo fuese más valiente... Pero no podía serlo, había nacido en un mundo donde sus gustos e inclinaciones eran tabú, un pecado que todos rechazaban. Jamás lastimaría así a su madre, no lo merecía, ni tampoco decepcionaría a su padre. Por ese lado entendía perfectamente a Steven, aunque el rubio iba más lejos todavía en su lealtad a la familia.

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