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El volante le temblaba en las manos mientras no dejaba de pisar el acelerador.

Se vio incluso en un sentimiento de peligro donde ves tu vida pasar frente a tus ojos, pero sabía que tenía el control.

- Des acelera, Billie.- Le ordenó Ryan.- Vas demasiado rápido.- Aún así sentía la adrenalina al tope.

- ¿Sabes qué es que tu propio padre te repudie?- Gruñó dando la vuelta en una curva de la ínter estatal.

- Estoy seguro de que no es así.

- ¡No puedes estarlo, Ryan!- El afro suspiró agarrándose de la puerta y mirando a la chica acelerar aún más. Rebasaba por mucho cien y sus ojos empezaban a hacerse acuosos.

- Ya para, Billie.

- Y lo peor de todo es que papá ya lo ha perdonado. Incluso se ha ido a casa con él.

- Billie, des acelera.

- Me pidió que vaya pero obviamente me negué. ¡Es obvio que le lavó el cerebro!

- ¡Billie Belle!- Las llantas rechinaron por el pavimento cuando el auto frenó de golpe, oyendo pitidos detrás puesto que había autos viniendo.

Estos pasaron sin problemas a la Jeep del afro quien miró a ver a la castaña seriamente.

- ¿Cómo me llamaste?

- Ese es tu nombre.- Dijo el mayor respirando acelerado.

- ¡Me lo puso él!- Gritó entonces.- ¡Ese mal nacido!, y tú seguro lo apoyas, ¿no es así?- Ryan frunció el ceño quitándose el cinturón para así alzar las manos en modo de defensa. La chica hizo lo mismo empezando a pegarle molesta.- ¿Por qué no puedes apoyarme?, ¿por qué nadie lo hace?, no se dan cuenta de que Gerard no me quiere. ¡Nunca quiso hijos y solo está con mi padre por que no le queda de otra!

- Ya estuvo bueno, Billie. ¡Basta!- Gritó Ryan eufórico tomándole de las muñecas y ejerciendo fuerza para así atraerla a él dejándola inmóvil. Billie le miró temblando mientras apretaba los labios afectada. Hizo un puchero que hizo al chico temblar y aflojar el agarre.- Cálmate, por favor.

- Él no... No nos quiere Ryan y...- Sus brazos entonces la envolvieron de forma tierna. Colocando su rostro en su pecho, el afro entonces le arrulló tratando de tranquilizarla.

- Billie... Estoy seguro de que debe haber una explicación para todo esto. Las personas cambian, sabes.

- ¿Cómo puedes saberlo?- Su voz estaba gangosa producto de su llanto mientras tapaba su rostro en el pecho del chico. Este suspiro sintiéndose extraño ante la situación, más tomándole importancia cuando sintió esa necesidad de proteger a la chica. No quería verla así.

Billie era una persona que podría pasar casi por una sin escrúpulos. No quería verla de tal modo. Prefería incluso que ella le dijera parasito o le insultara. Pero ello ya no pasaba.

Soltó el aire tratando de dibujar una sonrisa en su rostro y tomándole de las mejillas, viéndola fijo a esos ojos avellanas intensos, la nariz respingada que poseía roja por congestión. Sus mocos escurriéndose.

Bueno, era todo un desastre.

- Tú cambiaste. Ya no eres la misma chica ruda y sin sentimientos que creí que eras cuando llegaste. Eres mi única amiga, y yo enserio te aprecio mucho Billie. Y como tu amigo, te pediré que tengas un poco de consideración y escuches a tu padre. ¿Podrías hacer eso por mí?- Las castaño abrió los ojos con sorpresa totalmente alucinada.

Ryan le sonreía. Sus ojos verdes seguían brillando como las estúpidas luciérnagas, y lo raro era, que eso era lo que necesitaba para seguir avanzando.

Buenas noches, Billie. Frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora