Alena terminó de hacer su bolso apresuradamente. Necesitaba salir de allí en cuanto antes fuera posible, no podía con la mentira que ella y Marco estaban arrastrando. Cuando decidió ayudarlo y fingir que era su novia, esperaba de todo menos que una boda y sexo todas las noches, ¡era su mejor amigo! ¿Cómo podría casarse con él?
Si bien la idea de la boda no le molestaba mucho, era la idea de una boda forzosa la que la tenía mal. Soñaba con casarse con Marco a su manera, pero no que fuera porque Thomas se los pedía en su lecho de muerte. Quería algo genuino. Por eso se iba.
Mientras tanto, Marco observaba fijamente el anillo que le perteneció a su madre. Sabía que era un anillo especial y no se lo podía prometer a nadie con quien no estuviese seguro de amar. Estaba nervioso, pero sentía que entregárselo a Alena era lo correcto.
La pilló escapando de la casa, en el patio.
–¡Ale! ¡No te vayas!
–¿Cómo no me voy a ir? ¿No ves hasta dónde llevamos esto? ¡Creen que nos vamos a casar!– gritó en un susurro, para que no los oyeran.
–¿Y qué tiene de malo? Eres mi mejor amiga... me encantas, me tienes tonto. Es lo mejor– expresó él, desesperado por hacerla quedarse.
–¿Para tu familia o para ti?– preguntó con desconfianza.
–¡Para todos! Pero sobre todo para mí... tenía algo preparado en mi cabeza, pero, ¿qué más da?– Marco se arrodilló–. Alena Heber, ¿te casarías conmigo?
–¡No!– Marco cerró la caja con desilusión–. O sea, no, digo... ¡sí! Me quiero casar contigo.
Marco se puso de pie y la besó con pasión, mientras todo el resto –que se reunió a su alrededor sin que lo notaran– aplaudía.
***
–Me encanta esto, ¿y a ti?– preguntó Marco.
Estaban recostados y acurrucados, con estúpidas sonrisas en sus rostros.
–También. ¿Te lo esperabas?– la miró fijamente a los ojos mientras le acariciaba la cara.
–Algunas veces las cosas que esperas nunca llegan, es lo inesperado lo que te cambia la vida– murmuró y la besó.
Alena no sabía en ese momento, pero Marco por fin aceptó internamente que estaba enamorado de su mejor amiga. Tan enamorado de ella como ella de él.
***
Al día siguiente Melanie encontró una de las cintas de grabación de Marco, de las más importantes. Era una recopilación de muchos años.
–Ese día le regalaron la cámara– dijo Yvonne, al ver el inicio.
–Desde entonces que no me para de grabar– se burló Alena.
La cinta partía con un pequeño Marco de unos once años diciendo que tenía una musa, tal como Woody Allen. Luego empezó una secuencia de grabaciones de Micaella, dejando claro que ella era la musa de Marco.
Alena se sintió como una estúpida, como un segundo plato, una segunda opción, un reemplazo, una copia barata, todo lo malo que se le pudo ocurrir. Marco estaba enamorado de Micaella, era tan obvio y ella nunca se dio cuenta. Todos los besos, todo lo que pasaron esos últimos días... solo fue porque él quería olvidar a la mujer que de verdad amaba.
–Apaguen eso– dijo Melanie, arrepentida de haber encontrado la cinta.
Marco entró en la habitación junto a su padre, cortando la llamada.
–Confirmado: los Royce con y, c y e vienen a la boda– se quedó estático al ver el video que estaban viendo–. ¿Quién puso ese video?
–Soy una estúpida– murmuró Alena levantándose del sofá.
–Ese video es de hace mucho tiempo, Ale– trató de defenderse él.
Sentía que estaba a punto de llorar, pero no iba a permitirse hacerlo.
–¿Cómo podría creerte? ¡Engañamos a todos con que somos novios! ¡A tu familia!
–¡Fue tu idea!
–Bueno, no tienen que preocuparse con que es gay– dijo Alena, ahora mirando a los familiares de Marco–. Este hombre de aquí y yo hemos tenido sexo toda la puta semana, les va a dar muchos nietos Reus con e, u y s. Solo que no conmigo.
–Pero entonces, ¿por qué accediste a casarte con él?– preguntó Melanie.
Alena se preparó para decir toda la verdad. Ya le daba igual, de todas formas, era lo esperado que después de ese día no iba a volver a ver en su vida a los Reus.
–Porque estoy enamorada de él, desde que tenía siete– murmuró, mirándolo a los ojos. Él negó con la cabeza con culpabilidad en su rostro–. Espero que se mejore, señor Reus.
Salió del lugar con la poca dignidad que le quedaba.
–Marco, ¿estás enamorado de Micaella?– le preguntó Thomas a su único hijo varón.
–¡Claro que no papá! Es Alena, siempre ha sido Alena, pero fui un estúpido– frotó su cara con sus manos.
–Esto es mi culpa– anunció su padre.
–Papá, no...
–Yo los presioné para que se casaran, la verdad ni siquiera estoy enfermo– todos soltaron gritos de sorpresa–. Este ni siquiera es doctor.
–Soy veterinario– aclaró el farsante.
–Papá, ¿es en serio?– gruñó Marco.
–Yo tan solo quería tener un nieto, mantener el apellido Reus con e, u y s.
–¡Reus con e, u y s no existe papá! Me lo confesó el abuelo antes de morir, solo fue un error ortográfico en el registro civil hace unos años– suspiró frustrado.
Marco tenía que hacer algo, un gran gesto para recuperar a Alena. No podía perderla para siempre ahora que se daba cuenta de que la amaba.
Se puso manos a la obra para hacer una cinta, similar a la que Alena había desafortunadamente visto, pero con diferente protagonista. Se quedó hasta las tres de la mañana armándola, y terminó solo la tarde del día siguiente.
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Cásese quien pueda // Marc Bartra & Marco Reus
ФанфикMicaella estaba dispuesta a todo por casarse, Alena estaba dispuesta hasta a casarse por su mejor amigo. HISTORIA CORTA Portada by @MrsDurmi