Escapamos de Nueva York un fin de semana para que Demian y Lisa se casaran de nuevo. Todo fue tan de improviso, una completa locura que se llevó a cabo en menos de una semana, bastó con que papá llegara una noche con un anillo a pedirle que se casara con él una vez más, y fue cuestión de horas para que planearan una pequeña ceremonia en Nueva Jersey, en el mismo lugar en el que se casaron años atrás.—Te amo, Lisa Westwick. Te amo y te amaré hasta el último día de mi vida.
—Y yo a ti, Demian. Hasta mi último día.
Fue una pequeña ceremonia con pocos invitados, muchos de los cuales aún no creían que de nuevo renovaran sus votos y decidieran retomar su matrimonio con la promesa de hacerlo funcionar esta vez.
Quizás yo ya lo veía venir pero no quería aceptarlo, debí saberlo cuando él llegó a la ciudad para cambiar su despacho, cuando se estableció en un lindo edificio y después decidió que era momento de que nos mudáramos con él, le había comprado a mi mamá un bello departamento como los que ella vendía y soñaba con tener, espacioso, con una increíble vista, con los excéntricos gustos que Demian tenía al adquirir propiedades.
—¿Cómo estuvo la boda? —Cuestionó Dianna cuando me vio de nuevo.—Muy linda, íntima, no lo sé... Planean irse de luna de miel pronto.
—¡Me alegro! Yo tengo algo que contarte.
Ambas nos sentamos en el piso, saqué mis puntas de su estuche para colocarlas en mis pies después de vendarme los dedos y ponerme la puntera de silicona.
—Ben estuvo aquí.
—¿Qué?
—Así es, estuvo afuera esperando por ti. Preguntó por ti y cuando le dije que no estabas salió corriendo, parecía desesperado por encontrarte.
—Es mejor que estemos así. Lo estoy dejando libre, él no merece estar atado a mí sin tener la certeza de saber cuándo va a volverme a ver, es lo mejor.
—¡Pero tú lo amas, Irina!
—Por eso lo hago.
Nos pusimos de pie una vez que terminamos de amarrar los lazos de nuestras zapatillas de punta. Me paré frente al espejo y recorrí el salón entero de puntas en una forma de comenzar a calentar, miré a Dianna a través del cristal, ella insistía en que debía hablar con Ben, si ya había venido hasta acá es porque necesitábamos resolver las cosas.
Pero no quería hacerlo. Era continuar lastimándolo con mi ausencia, con las llamadas que no respondía, con los horarios que a veces no coincidían.
—¡Westwick, la rotación!
Venecia se para detrás de mí, esperando a que corrija mi posición. Regañándome una vez más por no estar al cien en su clase. A veces Venecia lograba fastidiarme con su perfeccionismo, con sus constantes críticas, diciendo que afuera había bailarinas esperando tener nuestro lugar, haciéndonos sentir que nuestro esfuerzo no valía la pena.
—¿Ya fuiste con nuestro nutriólogo? —Me cuestiona frente a Dianna—. No veo resultados, Westwick.
—Ya estoy trabajando en ello.
Abandonamos el salón, Dianna vino detrás de mí dispuesta a preguntar por lo que Venecia acababa de decir.
—¿Te está presionando para perder peso?
—No. Sólo sugirió que visite al nutriólogo, ¿no lo escuchaste? Quiere bailarinas que toquen la perfección.
—¿Segura? Sabes por todo lo que has pasado como para que vuelvas a eso. —Dianna busca mi mirada—. No es sano que recaigas.
—Y no lo haré. Bien, tengo que irme.
Dianna me detiene una vez más.
—¿No irás a cenar con nosotras? —Cuestiona.
—No. Tengo que llegar a casa temprano.
Me despedí de Dianna y abandoné el edificio, me dirigí hacia la avenida para tomar un taxi que me dejara en mi hogar. Una vez que entré al apartamento, vi a mi padre con una valija, ¿acaso los recién casados habían tenido ya su primera pelea?
—¿Qué pasó?
—Tengo que irme a Los Ángeles inmediatamente.
—¿Qué ocurrió? —Pregunto una vez más a mi papá.
—El nieto de Celia...
—¿Charlie? ¿Murió?
¡No podía creerlo! Mi corazón se estrujó al escuchar a mi papá decir que después de tres años de batalla, la leucemia había vencido al pequeño nieto de Celia.
—¡Tengo que ir contigo! Empacaré rápido.
—No, Irina. Ya faltaste a tus clases por la boda. —Responde mamá, viene hacia nosotros con su equipaje—. Venecia se va a molestar más si faltas.
—Celia me cuidó cuando la necesité. Quiero estar ahí para ella.
Fui corriendo hasta mi habitación para tomar una maleta y meter ropa al azar, teníamos que salir ya del apartamento para buscar un vuelo cercano para ir a Los Ángeles y darle apoyo moral a Celia. Sabía que mi papá ya la había apoyado con los gastos funerarios, así como lo hizo durante los últimos tres años; Demian se sentía tan mal como si ese pequeño niño fuese de la familia.
—Era tan dulce... —Recuerda Celia, con la voz quebrantada—. Creí que se salvaría.
El funeral fue bastante triste, su vida fue muy corta y vivió los últimos tres años yendo y viniendo en el hospital, rodeado de quimioterapias, doctores, medicamentos y esperanzas de superar la enfermedad que lo venció después de toda su lucha. Celia y sus hijos, por supuesto, estaban inconsolables, no había nada que decir que los hiciera sentir mejor, pero con un abrazo bastaba para hacerle saber a Celia que tenía mi apoyo moral.
—Yo no conocía Charlie y aun así me siento mal. —Comenta mi madre—. Era tan solo un niño.
—Yo lo vi un par de veces en el hospital, amaba los dinosaurios y era encantador. Celia lo adoraba.
Nos quedamos en Los Ángeles dos días, mi papá se encargó de ayudar a Celia y a su familia lo más que pudo, pero teníamos que volver a casa. Demian a su despacho y yo al estudio de danza. Además, me urgía regresar a casa y arreglar las cosas con Venecia, quien ya me había mandado un correo electrónico amenazando mi estancia en la compañía.
—¿No es ahí en donde solías gastar tus noches con tus amigos y Ben? —Pregunta mi mamá señalando Blackout a través de la ventanilla del taxi.
—Así es.
Miré el club de Dylan por última vez preguntándome si los chicos estaban allí dentro, cuestionándome si seguían tocando en este lugar después de haber grabado un EP. Los instantes en los que pasamos por ahí me parecieron eternos, ver Blackout me traía agradables recuerdos y no quería bajarme del taxi para averiguar si ellos están allí dentro.
ESTÁS LEYENDO
Dulce perfección
RomanceIrina tiene un sólo objetivo en mente: convertirse en la primera solista de la compañía de danza en NYC, sin importar cualquier cosa que tenga que hacer con tal de estar ahí. Una serie de sucesos llevan a Irina a conocer a Ben, el front man de una b...