Capítulo IV

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Inna estaba en la entrada del instituto; se sorprendió al ver lo grande de la estructura pintada todo de blanco, con demasiadas ventanas donde podía suponer eran las aulas.

-Deseo que te vaya muy bien- dice su padre, quien tenía el brazo al rededor de su cuello y alisaba su hombro; como brindándole seguridad.

-Gracias papá- respira profundo. -Ahora voy a entrar- abraza a su padre y deposita un beso en su mejilla.

La muchacha aferra ambas manos a la correa de su mochila y daba pasos pequeños al principio, poco después sus pasos fueron más rápidos y seguros, pero mantenía su cabeza baja lo cual provocó que chocara con alguien.

-Disculpa, yo venía distraída- se oye apenada y levanta la vista.

-No te preocupes- responde.

Inna había chocado con una chica alta y delgada, su cabello era negro y largo; lo que más le llamó la atención fueron las perforaciones que tenía en la nariz y labio inferior. ¿Acaso eso estaba permitido en el instituto? Se preguntó internamente.

-No lo puedo creer- la chica se emociona. -Tus ojos- toma a Inna de los hombros y se acerca más a su rostro.

-¿Qué tienen?- pregunta Inna. No es como si no le sorprendiera, pues en el pasado eso era tomado como raro, llegando a ser llamada fenómeno; pero en la voz de la chica no había burla sino asombro.

-Son hermosos, me encantan y lucen bien con tu cabello- alisando la melena pelirroja. -Soy Vielka- se presenta.

-Soy Inna- responde.

-Lindo nombre- la chica aún se encontraba demasiado cerca, con la mirada fija en aquellos ojos cuyo color eran diferentes uno de otro. -Padeces heterocromía, espero no ofender; pero la verdad me es fascinante- apartándose por fin de Inna.

-Gracias- le sonríe.

-Supongo que eres nueva, puedo guiarte a donde quieras; aunque me parece raro que hayas entrado en las vacaciones, por lo regular no se aceptan alumnos de nuevo ingreso...- la joven le iba explicando a la pelirroja algunas cosas acerca del instituto mientras caminaban.

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Anton y Kate yacían sentados frente a un hombre de aspecto pálido y porte intimidante, lo único que los separaba era el escritorio que había.

-Ya hay avistamientos de rastreadores, Jace nos informó que en Vancouver y Toronto se encontraban divididos en pequeños grupos- habla el hombre de cabello cobrizo.

-Es un alivio que hayamos salido antes de que nos encontraran o nos veríamos en la obligación de atacar- responde Kate.

El hombre que se encontraba frente a ellos, mantenía un semblante serio pero relajado, como ideando alguna estrategia.

-¿Qué me dicen de mi hija?- pregunta.

-Ella está bien, justo como usted lo ordenó; acaba de integrarse al colegio, la mantendremos distraída en lo que ideamos un plan para poder protegerla hasta que llegue el momento adecuado- responde el hombre.

-Bien- hace una pausa y se levanta del asiento. -No dudó en que tarden en averiguar que ya se encuentran aquí, lo más probable es que tengamos que adelantar todo y arrastrar a nuestra pequeña a todo esto a pesar de querer alejarla y que viviera de una manera diferente-

-Nosotros la vamos a proteger; no dejaremos que nada le pase, Anton y yo la hemos cuidado durante todos estos años. Así que no la dejaremos en estos momentos más críticos- responde Kate que deposita su mano sobre la de su compañero y este a su vez, regresa a mirarla y voltea su mano para entrelazarla con la de ella.

Mi Tentación, Mi Perdición. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora