Inna se encontraba apoyada en la ventanilla del avión, debido a la diferencia horaria, no sentía sueño pues se encontraba sincronizada con la hora de Toronto. Mientras tanto, se ponía a imaginar en las posibilidades de cómo sería su vida en un nuevo país, por suerte; gracias a su padre, ella tenía el conocimiento del idioma; así que para ella eso no sería un problema, pues además del español e inglés, también podía hablar el ruso y el francés y unas que otras palabras en Alemán.
Inna deseaba poder llegar al hotel en donde ella y sus padres se hospedarían, para luego dirigirse a la casa en donde vivirían a partir de ahora gracias al magnífico jefe de su padre. Sin darse cuenta ella se había quedado profundamente dormida.Cuando el avión por fin aterrizó, ella agradeció por al fin poder estar con los pies en la tierra, cosa que en su mente le pareció gracioso, por haber pasado tantas horas en el aire.
-Inna cariño, apresúrate. Tu padre está acomodando las maletas y luego nos vamos a dirigir a la entrada para esperar al coche- le da una rápida mirada a la joven que se encontraba fotografiando el lugar.
-Ya voy mamá- responde, poniendo los ojos en blanco sin voltear a ver a la mujer.
La joven rápidamente se sitúa a lado de su madre, guardando el móvil en la bolsa de su chamarra, que a pesar de ser verano, se sentía una brisa fresca.
-¿Alguien me da una mano?-
Ambas voltean y miran al hombre que estaba retacado de maletas y rápidamente acuden a su ayuda.
-papá vas a quedar jorobado- comenta Inna en un tono burlesco.
-Hay hija, como dices eso... Tu padre aun es un hombre fuerte a pesar de su edad- agrega la otra mujer, tomando una de las maletas.
-Aunque no lo crean, aún me quedan fuerzas- habla el hombre fingiendo estar ofendido.
Los tres ríen al unisono y se dirigen a la salida.
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Durante el trayecto hacia donde sería su nuevo hogar, la joven apreciaba las calles de Moscú, hasta llegar al lugar destinado. Inna se sorprendió al ver la casa en donde vivirían. Por fuera se veía hermoso, era de dos pisos con grandes ventanales y un precioso jardín, por su apariencia dedujo que era acogedora en temporada de invierno, estaba hecha de ladrillos; se veía bastante amplia y lo mejor, era que el bosque se encontraba detrás de esta.
-Cariño, ¿No crees que es demasiado?-interrumpe la mujer.
-¿Bromeas mamá? Es perfecta- intervino la joven.
-Ya escuchaste mujer- hace una señal a su esposa. -Además, esto fue cosa de mi jefe, ni yo tenía idea de cómo sería el lugar- se rasca la cabeza en señal de disculpa.
Inna adelanta a sus padres, entrando primero a la casa, sorprendiéndose del interior, si por fuera era hermosa, por dentro lo era mucho más. Pudo ver la chimenea y apreciar la sala en forma de "L" los sillones eran de color negro y a cada lado de este un buró con lámparas encima, pudo apreciar el comedor que estaba hecho de madera y a su parecer sobraban sillas, pues ellos eran solo 3 y habían 6 en total; una frente a la otra, de igual manera; pudo apreciar el mueble de madera en donde se encontraba un televisor y varios objetos como figuras de diferentes formas, en las paredes habían cuadros con distintos paisajes, algunas macetas en unas esquinas.
-Cielo, puedes apreciar la casa más tarde, ahora ayúdanos con el equipaje- la interrumpió su padre, quien depositaba algunas maletas en el suelo.
-Está bien papá- y acto seguido salió del hogar para dirigirse al auto en donde habían viajado.
La joven tomaba las pocas cosas que quedaban en el auto, pues su madre ya había bajado las otras maletas que quedaba. Mientras revisaba la parte del maletero, sintió como si alguien la estuviera observando, ella volteo a los lados y escuchó lo que parecía una rama seca quebrándose... Así que aunque se encontraba nerviosa, se dirigió hacia donde había escuchado el ruido.
-¿Hola?- preguntó ella, quizá esperando una respuesta. Continuaba caminando. -¿Hay alguien ahí?- sentía que los latidos de su corazón se estaban acelerando por el suspenso que estaba sintiendo en el ambiente. A pasos lentos continuaba caminando, sentía que desde donde se encontraba y de donde había escuchado el crujido, tenían kilómetros de distancia.
Inna se encontraba tan concentrada en descubrir lo que había originado ese sonido que no se percató de la presencia de alguien que se acercaba hacia ella.
-Señorita, señorita- repetía el hombre. Así que se acercó hacia Inna tocándole el hombro. -Señorita-.
Eso tomo desprevenida a la joven quien soltó un grito al sentir la mano en su hombro y volteándose de golpe.
-Perdone por haberla asustado- se disculpa el hombre en un tono avergonzado.
Los padres de Inna rápidamente salen de la casa.
-¿Qué pasa?- preguntan ambos en tono de preocupación.
-Lo siento- se disculpa el hombre con los padres de la muchacha.
-Fue mi culpa- intervino Inna, creí haber escuchado un ruido y quise ver qué había sido, me distraje y creo que Vlad me estaba hablando, no sé... Me desconecte... Yo...- no sabía que decir y comenzaba a balbucear.
-Hay hija, me he preocupado- se adelanta la mujer.
-Perdona- Se encoge de hombros la joven, toma las cosas que aún no sacaba del maletero y se dirige hacia el interior de la casa.
-lamento el mal entendido- dice la mujer antes de retirarse para ir con su hija.
Vlad se acerca al padre de Inna para darle indicaciones.
-Espero que estén cómodos en su nuevo hogar, les dejaré el auto para que tengan como movilizarse, esas han sido las órdenes del señor Romanov- le tiende las llaves del auto, acto seguido una tarjeta que había sacado del bolsillo de su chaqueta. -Tiene mi tarjeta por si llegan a necesitar algo, ahí está mi número personal y el de mi oficina-
-Gracias- responde el hombre. -¿Gusta que lo lleve de regreso?--Gracias señor Lebedev, pero estar por recogerme- alarga la mano.
-Por favor, llámeme Anton; no es necesaria tanta formalidad- el hombre estrecha la mano en gesto de despedida. -Bueno, si no hay nada más; iré a adentro-
-Que pasen buenas noches- se despide amablemente.
Cuando Vlad por fin se queda solo, dirige la mirada hacia donde minutos antes Inna estaba por dirigirse, como si supiera qué o quién había estado ahí. Y sin más se retira.
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Inna se encontraba en la que ahora sería su habitación, era amplia a comparación de la que tenía en Toronto. Se disponía a acomodar sus cosas, pero ahora sentía el cansancio y al mirar su reloj se dió cuenta que aún tenía la hora de Toronto. Respiró profundo y soltó el aire por la boca, aunque para su impresión el día había durado mucho tiempo.
Sin más, se dispuso a acomodar cada cosa en su lugar a pesar del cansancio que sentía, así que tomo su móvil y buscando en su biblioteca musical seleccionó la canción "Oh say can you see" de Lana del Rey; y comenzó con su misión. Después de un buen rato había acabado de acomodar la mayoría de sus cosas, sólo le faltaban sus libros entre otras pequeñas cosas, así que se dispuso a ponerlos en el mueble de madera que estaba situado cerca de la ventana, al echar un vistazo rápido hacia afuera, se percató de que alguien estaba observándola, pues pudo ver lo que parecía la silueta de una persona, pero debido a la obscuridad y a la cantidad de árboles, no pudo apreciarlo mejor, así que rápidamente tomo el móvil y abrió la ventana, acto seguido activó la linterna de este, aunque no alumbraba lo suficiente para poder apreciar mejor hacia afuera, ahí no había nadie.-Debió ser mi imaginación- dijo para sí misma.
-Bienvenida-
Sonó una voz tras ella, lo que rápidamente se giró sobre sus talones lo más rápido que pudo pero ahí no había nadie... ¿Qué habrá sido eso? ¿Un producto de su imaginación debido al cansancio? No lo sabía, pero definitivamente eso la hizo sentir un tanto insegura.
Continuará...
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Mi Tentación, Mi Perdición.
VampirosInna y su familia comienzan una nueva vida lejos de Toronto. A otro continente, en un país con costumbres totalmente diferentes. Inna no se imaginaba lo que estaría por vivir en ese lugar después de conocer Andrey un joven que para ella resulta ser...