Capitulo 5

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Aunqueel tiempo transcurría mas deprisa de lo que él hubiese notado yatenía 12 años. Parecía que muchas cosas habían pasado, pero erauna gran mentira. Los gritos, las palizas y los maltratos eran ritosque parecían detenidos en el tiempo. Como una extraña liturgia queentrase en un bucle infinito. Pero también en su escondrijo mientrasacariciaba al caballero gallardo algo nació en su mente. Una idea,una salida. Al principio fue como algo imposible, una locura de suinfantil cerebro. Pero como una semilla regada por el miedo y el odiofue creciendo poderosa. Dia a día fue germinando y medrando en sumente. A veces de forma hipnótica hablaba solo como si el mismofuera otro yo mientras acariciaba al gallardo dibujo. Viéndose comoel caballero que salvaría a su damisela del terrible dragón que erasu padre. Era como un problema matemático, ensayo y error se decía,pero poco a poco tras descartar las mas locas fue componiendo como unpuzle varias estrategias. Lo veía como un concurso de proyectosdonde ganaría el mejor de todos. La analítica fue la clave para irpuliendo y esbozando los mas seguros y probables dentro de esa marañade ideas que iban surgiendo como en una tormenta incontrolable deplanes. Y tras largo tiempo llevo la idea de armarse de valor y tomarla iniciativa. Era hora de liberarse de la bestia para siempre. Cerrolos puños y palmeo su alter ego en el cuartucho como si fuera uncolega que le desease suerte antes de salir para la batalla final.

Llovía. Llovía con una locurainusitada. Era el maldito tiempo que Erika odiaba. Odiaba estropearsey parecer un pato aguado en medio de la carretera. Mientras andabadando saltos evitando los charcos para no salpicar sus exclusivoszapatos de Rada y esquivaba los anodinos paraguas negros de lostranseúntes que se apartaban temerosos de su lado temiendo serempujados por aquella joven que parecía una gacela asustada huyendode su depredador. Erika llevaba años sin correr, y cada vez que sustalones impactaban contra el suelo una conmoción le recorría elcerebro y la visión

Tan absorta estaba en llegar que novio delante suyo a un viandante y no le dio tiempo a esquivarlo. Elimpacto pillo tan desprevenido al hombre que a duras penas consiguiórehacerse para no caer. Tras el susto Erika avergonzada pidiódisculpas al hombre. Entonces se fijó que era un caballero joven dehermosas cuencas marrones y bella sonrisa. Llevaba un elegante trajeazul y una gabardina de algodón haciendo juego con el traje. A susespaldas una pesada mochila. Erika no pudo menos que dedicarle comorespuesta una cálida sonrisa a modo de disculpa mientras se alejabade él y no le quitaba la vista de encima. Suspiro mientras lo viomarcharse mientras cruzaba al otro lado de la calle. Mientras elhombre de la gabardina cruzo al otro lado y se perdió en una calleadyacente. Se paro y espero dos minutos.

Llegó a la puerta, consiguió meterla llave en la cerradura al primer intento, se lanzó al interior ycerró el pesado portón tras de sí. Se apoyó en la madera húmeda.Le faltaba el aliento y no le gustaba hacer esto. Ella era un bombóny su misión era contornearse por la calle y exhibirse. Se dio lavuelta y miró por el cristal de la puerta. No vio a nadie en lacalle. Erika no pudo contener la risa.

Todavía le faltaba el resuellocuando abrió la puerta del apartamento. Cogió una cerveza de lanevera, vio que la ventana de la cocina estaba abierta pero no semolestó en cerrarla. La lluvia conseguía refrescar el ambiente yquitar esa sensación pegajosa de humedad. Luego entró en eldespacho y encendió la luz. Dejo la puerta abierta. Giro la cabeza ydesde ella podía ver perfectamente la ventana abierta que daba a unviejo edificio con menos pisos que el suyo que pronto seria pasto deuna demolición para crear una nueva construcción que daría masglamour a la zona. Ensimismada se quedó mirando mientras fantaseabaen nuevos vecinos y jóvenes de aspecto atractivo que se cruzaríandelante de ella cuando saliesen del portal. Y quien sabe quizás...

Negó con la cabeza y se dirigió lamesa. Una mesa llena de folios escritos con discursos rimbombantes ypublicidad de candidatos políticos.

El hombre volvió sobre sus pasos yse encamino a un portal enfrente al de Erika. En una vieja casa detres pisos. Hacía tiempo que estaba abandonada y su suerte estabaechada. En poco tiempo seria pasto de la excavadora. Se acerco a lavieja puerta de madera hinchada por la lluvia y la humedad. Metió lavieja llave y al principio no hubo manera de que cediese el portón.Tras un fuerte golpe la madera cedió con un ruido que sonaba comouna queja a la vez que un vaho de aire viciado salió al exterior.Finalmente pudo acceder al interior del portal. Olor a humedad yorines rancios junto con enormes manchas de agua y desconchesaparecían aquí y allá. Las vastas baldosas estaban algunas tapadaspor la basura e inmundicias acumuladas a lo largo del tiempo.Mientras subía pudo observar que todos los pisos estaban abiertos yvacíos. Las paredes mostraban el abandono con la pintura descoloridadonde hacía tiempo era blanco ahora se veía desvaída y sin brillo.Tras inspeccionar planta por planta llego a donde mas le interesaba.Uno de los domicilios daba justo enfrente donde vivía su víctima.Entro despacio como un lobo espiando a su presa para no serdescubierto y pudo ver la ventana abierta y su interior. Los pasosresonaban a medida que se acercaba al ventanuco. Dejo la mochila enla esquina y abrió la mochila donde aguardaba el arma desmontada.Con una tensa calma saco cada pieza y fue montando el armamento. Unavez listo lo dejo en la esquina y se acercó a observar la situaciónde su objetivo.

Gallardo permanecía inmóvilobservando la escena. Por suerte sus días de seguimiento habíandado sus frutos. Mas complicado fue convencer a la dueña delinmueble para que le dejase las llaves. Pero sabía perfectamente quela avaricia rompe el saco e informarles que era un potencialcomprador para la mas afamada inmobiliaria de la ciudad y que buscabazonas para construir futuros inmuebles pagando casi el doble que losdemás haría que nadie se plantease ninguna duda. No fue fácilconvencer a la asesora que prefería hacer la visita solo. Un ritoque le traía suerte. Eso si dejando una generosa fianza por la llavede aquel antro. Y menos comentarles que de forma inmediata llevaríaa su equipo para preparar un dossier de lo que tenía en mente.Observo el arma que descansaba en una esquina de la habitación juntoa una mochila cuadrada de color negro. Casi a gatas bajo el arma alsuelo y abrió la mochila donde se hallaba un recipiente plateado condos cierres de seguridad metálicas. Lo tomo con cuidado y salto loscierres. Un clic le aviso que estaba dispuesto para ser abierto. Alhacerlo un vaho salió de su interior que se disipo por toda laestancia como si nunca hubiese estado.

Saco un proyectil transparente conuna punta metálica y lo introdujo en el arma. Sin prisas de formapaciente. Tras hacerlo se acercó poco a poco a la ventana y saco elarma por la desvencijada ventana. Sabía que la lluvia y la oscuridaderan su aliado. Observo por la mirilla telescópica y vio la húmedacabellera de una mujer. Soltó el aire para vaciar su cuerpo mientrasdurante un instante recordó el suave olor a lavanda de la mujer yconto hacia atrás.

Tres...

Dos...

Uno...


Continuara...

Jhon Caronte, Detective ZombieWhere stories live. Discover now