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Estamos observando al mundo desde una perspectiva menos amplia de lo que realmente implica, si el cielo es inmenso, las situaciones diarias también lo son.

Desperté al ser alumbrada por los rayos de sol que se filtraban por las cortinas, miré la hora en el reloj a un costado, eran las nueve de la mañana, con pesar arrastré mis pies al sanitario.

Observé mi reflejo, tenía el aspecto de una moribunda, cara pálida, ojeras remarcadas, mirada cansada. Vale luego solucionaría todo esto.

Bajé a la cocina para encontrarme con el desayuno en la mesa y un olor peculiar viniendo de la estufa. A mamá se le había dado la dicha de preparar todo.

Con la alegría característica del aura de mamá, se acercó a darme un beso en la frente, me guió hasta la mesa donde estaban los panecillos y una taza de café.

— Buenos días ma, ¿dormiste bien? — saludé divertida al ver la actitud de mi progenitora. Me devolvió la sonrisa más sincera que pudo, no pudimos contener la risa y explotamos en carcajadas.

— Súper, pero al parecer a alguien se le ocurrió hacer una maratón de estudio — respondió colocando una mano a la cintura y torciendo el gesto.

— Lo siento, sabes que me tengo que saber todo como si fuera mi nombre, y si eso implica no dormir pues no lo hago, ya cuando acabe la carrera me daré unas vacaciones solo para dormir. — la miré decidida esperando a alguna objeción pero no dijo nada, se alejó y volvió con más comida.

Tomé el café concentrada en nada en específico. David, mi hermano menor, se sentó a mi lado cogiendo los panecillos y llevándoselos a la boca.

— Buen día enano — hablé y le dí una sonrisa socarrona, me observó detenidamente como procesando lo dicho y pensando en alguna respuesta digna de él.

— Buen día zombie — sonrió con suficiencia mostrándome su lengua, lo mire indignada y se carcajeó por mi expresión.

— Muy simpático, talón de duende— lo observé un momento notando enfado en su rostro, fuimos interrumpidos por mamá antes de que pueda decir algo. Sonreí con suficiencia hacia él y bufó.

— Cariño ¿A qué hora tienes la prueba? — pregunta mi madre esperando mi respuesta.

— A las 12:30, iré en un rato, quiero volver a repasar todo, sabes que con los nervios me quedo en blanco y no deseamos que eso suceda, ¿cierto? — la observo y asiente en respuesta, nadie menciona palabra alguna.

Me levanto y recojo lo que usé para llevarlo al fregadero, lo lavo y guardo es su lugar, posteriormente me dirijo a mi habitación para alistarme e ir a la universidad. No quiero que se me haga tarde.

Al cabo de unos cuantos minutos me despido de mi madre y hermano, me desean la suerte del mundo y David que me rompa una pierna. Es idiota pero lo amo.

Son las 10:30 y si mis cálculos van bien llegaré en una hora más o menos, teniendo tiempo suficiente para leer las anotaciones más resaltantes que anoté en la madrugada.

Camino hasta la parada de bus, concentrada en la calle, en los colores y las personas que iban junto conmigo a sus lugares de trabajo o estudio. El barrio es bastante bonito, muchos árboles en una hilera perfecta a cada lado de la calle, personas alegres y de buen corazón paseando perros, trotando y todo lo normal.

Me detengo al llegar y espero ansiosa al bus. Lo veo venir, le hago una señal captando su atención y subo.

Rápidamente encuentro un lugar y me siento, se oye un grito fuera, y veo por la ventanilla, un chico corre para alcanzarnos y el conductor se apiada de él y lo espera. Dejo de prestarle atención, siento que alguien está a mi lado y observo a la persona que tomó asiento junto a mí. Es él.

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N.A: Segundo capítulo.

Vamos que se pondrá interesante.

Misftfit.

Pensando en voz alta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora