Me siento abrumada, me alarmo y me voy corriendo al baño, me lavo la cara y los dientes, preparo mi atuendo para hoy, hasta que veo por la ventana y aún no ha salido el sol, son las cuatro a.m., de un sábado.
—¡Maldición! — Exclamo en voz alta— ¿En serio Mel?.
Me quedé profundamente dormida que ni me puse a pensar en qué día le precedía al anterior. Dios un día tendría un paro cardiaco por los sustos que le doy a mi estresado corazón.
Vuelvo mi vista a la ventana y tomo un libro en mis manos, puesto que ya no tengo ganas de dormir aprovecharé y retomaré uno de mis pasatiempos favoritos.
Me perdí entre letras, historias no contadas detrás de ellas y las ya expresadas con otros nombres y en otro momento.
Los escritores tienden a plasmar en letras lo que en sus vidas reales pasaron, o quisieron que pasaran, alterando el orden de los hechos, y. buscando el desenlace de la historia con el final distinto a lo que conocieron.
Vi el amanecer, y fue glorioso, nos perdemos de tantas cosas que la propia naturaleza nos brinda, el amanecer, la lluvia, el atardecer y el anochecer, nos atamos a lo mundano, llenamos el mundo de edificios voluptuosos talando árboles, dejando menos espacio a los animales, contaminando con toda la porquería de la ciudad, sin saber que lo realmente necesario es aquél árbol viejo, que te resguardó del sol a mitad del día, en el que en una llovizna te refugiaste, que te cuidó en su follaje y al menos deberías de retribuirle lo mismo.
Con todos esos pensamientos me dirijo al closet y escojo una cazadera cómoda para salir a correr. Necesito sacar el estrés de mi ser, el ejercicio realmente ayuda, deben de intentarlo.
Bajo a la cocina y me llevo una botella con agua para el camino, me dirijo a la salida, posteriormente mentalizo el itinerario que seguiré y lo sigo. Coloco mis auriculares, y una emisora que pasa muy buena música, whispers in the dark suenan en los altavoces y comienzo mi rutina, voy camino a la plaza central, ¨De la Mancha¨.
Puesto que es muy temprano no hay tanta gente, rondo la manzana hasta que decido que es hora de volver a casa, mi estómago reclama alimento.
De un momento brusco giro en dirección contraria a la que iba, sin percatarme del ruido exterior de pasos detrás de mi puesto que llevaba auriculares, un golpe seco me detiene e inevitablemente acabo en el suelo.
Atontada levanto la cabeza con la intención de pedir disculpas.
—Lo siento, de verdad no te sentí— hablo apresuradamente apenada. Aún no veía a la persona puesto que tenía la gorra de la cazadera hasta que se deshizo de ella, revelándome su identidad.
— Deberías de ser más atenta la próxima, quizás no corras con tanta suerte y lastimes a alguien más. — respondió, limpiándose el polvo imaginario, aún sin mirarme.
— Ah, sí, tienes razón — digo y lo esquivo pasando a su lado, le doy la espalda, pero siento la necesidad de mirar hacia atrás por curiosidad.
Me estaba mirando.
De nuevo me giro y a paso rápido salgo del lugar.
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No me di cuenta de la hora pero en casa ya estaban despiertos, preparando el desayuno y creo que no pude haber llegado en -mejor momento que este.
Peter se percata de mi presencia y se limita a darme una sonrisa diminuta, mientras le hago una seña para que se quede en silencio, mamá está de espaldas a mí.
— BOOOHH— susurro y grito a la vez, ella se sobresalta y estrella los huevos que tenía en las manos en el lavavajillas, se da la vuelta mirándome como solo ella puede hacer.
— ¿Te volviste loca? — me mira entre molesta y sobresaltada.
— Y ¿hasta ahora lo notas? — es Peter quien le responde, ella solo niega con la cabeza y se dispone a seguir con lo que hacía antes de que la asustara.
— Hoy iré a una fiesta con las chicas. Diana insiste, no llegaré tarde.
— Está bien, solo cuídense, distraerte un rato del royo de exámenes te hará bien. — La miro confundida pero no objeto nada y me limito a desayunar.
Al terminar subo a mi habitación a buscar ropa y meterme al baño, necesito urgentemente una ducha, huelo a macho.
Ya después me ocuparía del atuendo de esta noche.
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Cuarto capítulo. Es un buen comienzo.
Que disfruten.
.Misftfit.
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Pensando en voz alta.
Teen FictionNo sabemos lo que buscamos hasta que lo encontramos. Me llamo Melanie tengo 20 años de edad, entusiasta y activa, vivo una verdadera historia de películas, sin creerlo, sin saberlo, sin pedirlo, llega él, te haré un resumen de ésta odisea, pero debe...