a monster's pain

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Por fin se habían acabado esas ganas de vomitar. Se sentó en el piso de su habitación, recostado contra la cama en la que había hecho tantas veces suyo a hoseokie.


Lo quería tanto, era tan lindo cuando se asustaba, o cuando se ponía nervioso con solo sentir su presencia. Pero lo que más le gustaba de hoseok, era, en definitiva, el cuerpo del chico. Tenía una piel muy suave, y fácil de marcar. Adoraba su rostro y su pequeño lunar travieso encima de sus bonitos labios. Su cuerpo no era muy marcado, pero sí lo suficiente para ser tan sexy. Le encantaba como su delgado cuerpo se veía en el uniforme de sirviente. Casi siempre que lo veía con eso puesto no se contenía. Y ahora lo necesitaba puesto que por fin el trato estaba sellado.

Lo llamó una, dos, tres y hasta más veces, pero parecía que en aquella mansión no vivía nadie más que él. Furioso, se levantó, encontrando el primer piso de su mansión increíblemente desordenado, y con muchas cosas faltando en su puesto. Aun más enfadado, llamó al resto de los sirvientes, pero, al parecer no había nadie.


O eso creía.

Una señora mayor entró a la casa jadeando. Se notaba que había estado corriendo.

—S-señor...

—¿Qué mierda pasó aquí?

—Señor, se fueron todos, intenté detenerlos pero nada. Se llevaron muchas cosas.

—...¿Q-qué me estás diciendo, mujer? ¿Se fue con ellos Hoseokie?

—umm... Lo siento mucho señor.

Ósea que su hoseokie se había ido con ellos, los traidores, lo había abandonado. Sintió cómo algo se rompió dentro de si mismo, y temió en darle una fuerte palmada a la señora, cosa que la dejó en el piso, asustada.

—¡¿Y CÓMO PUTAS DEJASTE QUE SE FUERA?! ¡VIEJA INÚTIL! ¿ACASO CREÍAS QUE QUEDÁNDOTE IBAS A GANAR ALGO?

—P-pero señor, todos se fueron porque hoseok se fue primero. Se fue con el señor Im. —contestó la mujer, aun con lágrimas en los ojos, sobandose la mejilla.


—¿Y PORQUÉ NO ME AVISASTE? Ya no te tolero, vieja estúpida —dijo, antes de sacar un revólver del cajón de una estantería de al lado, activándolo automáticamente, asesinando a la mujer.

No supo cuánto duró tirado en el suelo, mientras silenciosas lágrimas bajaban por su rostro. Dolía, dolía como el infierno. Tal vez eso le estaba pasando debido a todo lo que había causado antes. Por eso, para echarle más limón a la herida, sacó las llaves de la mansión de su bolsillo, y se dirigió a la puerta de debajo de las escaleras. La abrió y se dirigió por el estrecho pasillo, hacia una sala oscura de la que emanaba un fuerte y horrible olor a carne podrida. Encendió la luz, y aun con lágrimas en el rostro, se dedicó a observar el espacio vacío que había dejado hoseok, al irse, en su estantería de maniquíes "hechos con carne humana" de sus anteriores amantes. 






ahora sí, bais. 

MONSTER; vhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora