Tres días llenos de lágrimas habían pasado desde que mi hermano ya no estaba con nosotros, no pude dormir en mi pieza, no pude ni siquiera entrar después de lo sucedido, él ya no estaba y sabía que era por mi culpa, yo lo sabía. No podía dejar de pensar en él, en su sonrisa, en sus ojos al mirar, siempre estaba presente en mi mente, mis ojos hinchados a no poder más, mi mamá igual de destrozada, ella no entendía nada, no sabía porque lo sucedido, yo sabía que ella lloraba sola para no preocuparme a mí, yo sabía que mientras yo estaba llorando en el baño, ella lloraba en su pieza o en el living con la manta de mi hermano, esa la cual ella una vez compró para él y lo hizo muy feliz, siempre estaba con ella, la traía siempre, ya fuera en verano o invierno. Mi mamá estaba en el antejardín de la casa y yo comencé a subir las escaleras, iba a entrar a la pieza de mi mamá, pero quede mirando mi pieza, la que compartía con mi hermano ya que podría darle alguna complicación en la noche. Quedé mirando la madera de mi puerta y pase mi mano por su fría madera, baje mi mirada a la perilla de la puerta, no pude sacar la mirada de allí hasta que pasaron unos minutos y me decidí a entrar. Un frío me invadió de inmediato que tuve que poner mis manos sobre mis brazos para tratar de guardar el calor, mis ojos instintivamente se comenzaron a mojar, se empezaron a empañar reviviendo toda la escena de hace tres días atrás, me senté al borde de la cama de mi hermano que estaba hecha, quedé mirando su almohada y se me vino su recuerdo, comencé a llorar y a secarme las lágrimas mientras caían por mis mejillas, mi corazón dolía por la presión en el pecho y mi cabeza retumbaba porque no paraba de llorar. Mire su almohada, su gorrito de perrito estaba allí, lo tome y lo puse en mi cabeza, las lágrimas no paraban. Mis manos comenzaron a tocar cada perímetro de su cama, hasta llegar debajo de la almohada, algo rozó mis dedos, deje mi mano allí unos segundos hasta que tomé lo que rozó mis dedos, era una hoja, una hoja doblada por la mitad y arrugada. Mis ojos se posaron en las letras impresas en ese pedazo de papel, con letras rojas tenía escrito "Andrea". Quede mirando esas letras por unos minutos y me decidí a abrir esa pequeña carta, letras temblorosas se veían reflejadas escritas con un color rojo muy potente, esa carta iba dirigida a mí, me quedé un momento allí quieta hasta que me di valor para leer lo que mi hermanito había escrito para mí. Andrea: Hermana no sé el porqué de tus palabras, pero me han dolido demasiado, no me gusta verte triste, me gusta verte feliz, con esa linda sonrisa que te identifica. Se acerca tu cumpleaños y mi regalo es darte lo que más anhelas, sí, sé que mi muerte te hará feliz, quiero pedirte perdón, perdón por no ser normal, perdón por ser enfermo y sobre todo por avergonzarte frente a tus amigos y compañeros, eres la mejor hermana, gracias por siempre cuidarme y verme como a las otras personas, sé que serás feliz, te mereces una vida feliz, nos vemos en otra vida. Nico, te quiere mucho. Arrugue el papel y comencé a temblar mientras un llanto escandaloso salía de mí, no me pude contener y lloré todo lo que tenía que llorar mientras de mi boca salían susurros. -Nico nunca quise que te fueras...vuelve, por favor vuelve, Nico. -Tape mi cara con mis manos y me quede llorando allí. Dos días pasaron de que leí esa carta, baje las escaleras y vi a mi mamá, ella me quedó mirando y yo a ella. -Hija, nos vamos de esta casa, lo que paso con tu hermano fue muy grave y aquí no lo vamos a poder superar de una buena manera, hice las maletas y por ahora nos vamos a la casa de tu tío, venderemos esta casa y comenzaremos algo nuevo, sé que no será fácil para ti, para mi está siendo muy difícil, pero será lo mejor, le pedí el auto a tu tío para irnos, toma tus cosas y nos vamos de esta casa. Tome la maleta que ella había preparado y ella tomo la suya, camino delante de mi hasta llegar a la puerta, salimos y quedamos mirando esa casa unos segundos, en esos segundos se me vinieron muchos recuerdos a la mente, muchos momentos en la que en ella hubieron tantas risas, molestias, llantos, decepciones, gritos, los mejores años de mi vida, los años que compartí con mi hermano y mi mamá, mis única familia, lo único que tenía y de un día para otro se destruyó por mi culpa, mis ojos se comenzaron a humedecer. -Lo siento -murmure mientras la puerta se cerraba. Allí dejaba una etapa de mi vida, allí dejaba tantas cosas, pero sabía que cambiarse de allí sería la mejor opción. Tendría que empezar de nuevo, en otro colegio, otros amigos, otros pensamientos, otros apoyos, otros intereses, otra realidad, una realidad alegre, no una triste realidad como la que viví sólo unos meses. Tendría que dejar mi triste realidad para empezar algo bueno y sabía, sabía que aunque esas estúpidas palabras salieron de mis labios hacia mi hermano, él estaría allí cuidándome, protegiéndome, porque los hermanos están para eso, para darse apoyo y protegerse mutuamente, sería más fácil todo con la ayuda de mi hermanito que desde el cielo me estaba mirando. Tendría de ahora en adelante una vida feliz, ya no cargaría conmigo una triste realidad y ya no viviría una triste realidad porque había quedado allí, en esa casa, mi triste realidad y yo nos habíamos separado al cerrarse esa puerta. Una triste realidad (Escrito por: Pepa-shy.)