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—Nueva York, Queens, es un barrio duro, pero es mi hogar— dijo el chico con voz grave.
Happy interrumpió a Peter:
—¿Con quién hablas?
El chico giró el teléfono rápidamente.
—Con nadie, sólo hago un pequeño vídeo del viaje.
—No puedes enseñárselo a nadie.
—Sí —dijo Peter dudando un poco,— lo sé.
—¿Y por qué narras con esa voz?
—Porque es diver.
—Diver, ¿eh? —Happy cogió sus gafas y se las puso.
—Oye, ¿y por qué a ti te llaman Happy?
El hombre miró por el espejo retrovisor y empezó a subir la ventanilla que separaba la parte delantera del coche de la trasera.
(...)
—New York, Queens, o lo que es ahora mi nuevo hogar. Dicen que es un barrio duro y joder, creo que voy a odiarlo.
Madison miró a su hija, apoyada en la ventanilla, mientras grababa con su móvil.
—¿Por qué estas haciendo eso, cariño?
Mark miró a su mujer y, a continuación, dirigió su mirada a su hija por el retrovisor.
—Según ella, si sigue grabando cosas y le compramos una buena cámara podría llegar a ser una gran directora de cine —al final de la frase, el hombre soltó una risita graciosa.
Astrid miró, bastante ofendida, a su padre.
—Podría si me apoyarais —respondió la menor de la familia Wright. —Cuando sea famosa no os llevaré a ninguna premiere.
Astrid, que continuaba estando ofendida, cogió sus auriculares y se los puso para escuchar música y no tener que seguir oyendo a sus padres. Madison sólo suspiró cansada, mientras que Mark soltó un "ajá, lo que tú digas cielo."
2 meses después
Astrid Wright había tenido una agradable bienvenida en su nuevo instituto, cosa que ellaodió: sus padres le dijeron que si no hacía ningún amigo, considerarían la idea de llevarla de vuelta a California con sus tíos y amigos.