CAPÍTULO 2.- Carlos III y la ilustración española

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Había sido un día duro de trabajo, las cosas habían cambiado bastante en estos veintisiete años de vida, las condiciones en las que vivimos han mejorado drásticamente, puede que los nobles sigan abusando un poco de su poder, pero poco a poco esos desgraciados van cayendo y cuando eso pase sé que estaré allí para verlo.

Nuestro rey ha cambiado mucho, Carlos terceros es un monarca muy amable, nunca antes se habían preocupado así por los ciudadanos. ¡Hasta había limpiado las calles de Madrid! Realmente era un santo, bendita sea la ilustración.

A la mañana siguiente fui a la plaza de la ciudad y un mandatario del rey se encontraba dando un discurso mientras unos guardias clavaban carteles por todos lados.

-Se hace saber que, por ley de nuestro rey Carlos III de Borbón, las vestimentas masculinas han de ser OBLIGATORIAMENTE reformadas, los sombreros de ala ancha y las capas largas serán sustituidos por una capa corta y un sombrero triangular de estilo italiano para prevenir el reciente aumento en la bandolería y asaltos en las calles nocturnas.

Dicho esto, el hombrecillo rechoncho marchó en un carruaje recién llegado del que bajaron guardias con sacos enormes y dagas.

La plaza entró en caos, la indignación de los ciudadanos era altamente notable, pero su ira e indignación nada podían hacer frente a las órdenes del rey. Nos hicieron formar filas y tras recortar nuestras capas y cambiar nuestros sombreros nos permitieron regresar a nuestro hogar.

Estaba frustrado. ¿Quién se creía ese hombre para decirnos cómo vestir? Claro, ese puñado de cretinos nacidos en una cuna de oro no saben lo que es que te quiten una de tus coberturas frente al frio infernal cuando se aproxima el invierno, peo pocos días después descubrí algo grande, algo, que podía cambiarlo todo.

Estábamos listos, campesinos, nobles, burgueses, todos unidos por un mismo fin: Acabar con el despotismo de Carlos III, algo que no podríamos haber hecho sin la ayuda de los nobles. Fue un proceso duro, camaradas que estaban en contra de nuestra rabieta, pero ni eso ni los guardias pudieron detenernos.

Finalmente logramos recuperar nuestra indumentaria y expulsar a Carlos III, los ganadores celebrábamos campantes nuestro triunfo sin saber siquiera las consecuencias que traería la estrategia que esos nobles usaron para recuperar su poder aprovechándose de nosotros.

Un paseo históricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora