[01.Sasuke]

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5 años después

- ¿Qué me hubieras cocinado...? – preguntó al aire Hotaru, refiriéndose a la figura que soñaba con tener.

La niña de brillante cabellera blanca con terminación azabache desvió su mirada a la mesa de su cocina, encontrándose con cinco esferas de arroz en medio de todo un desastre culinario.

La pequeña hizo un intento de cocinar pero resultó un fracaso. Ella no tenía padres por lo que no tenía a nadie que le enseñara. Lo único que tenía era dinero mensual que le otorgaba el hokage y sus visitas frecuentes para ver cómo iba su vida en el apartamento que se le otorgó después de ser cuidada por una institutriz en un orfanato, además de tener un entrenamiento semanal de parte de la misma figura importante.

Sus manos eran otro tema. Pareciera que sus dedos fueran como el fin del mundo a la hora de usar una cuchara para cocinar. Siempre que intentaba cocinar, o confundía la sal con el azúcar o el agua quedaba en llamas.

Después de un tiempo de auto-apoyo, se decidió a mejorar su habilidades culinarias para no gastar dinero en comidas frías y simples, sino para comprar únicamente ingredientes y producir más a menor costo.

La pequeña suspiró desilusionada, le hubiera gustado que su primer intento de comida tuviera una mejor apariencia, pero qué podía esperar de un primer intento.

Con su ánimo renovado y una suave sonrisa, guardó las esferas en una caja y se dirigió a la puerta de su hogar. No quería comer entre un desastre.

Bajó las escaleras del pequeño edificio de múltiples departamentos, tropezándose con algunos escalones, pero llegando a salvo al suelo.

Recorrió el camino con pequeños saltos infantiles, hasta que al llegar a un camino de tierra en medio de lo que sería un pequeño parque para que los habitantes de la aldea.

A una distancia alejada, vió a unos niños jugar entre ellos, provocándole envidia por sus risas y disfrute.

Hotaru era algo marginada. Generalmente, algunas personas la alejaban culpándola de la muerte del clan que yacía extinto.

A excepción de ella, claro está.

Decidió bajar la mirada mientras enrojecía de apoco, era muy tímida cuando estaba rodeada de gente.

"- ¿Ella es la niña Yorokobi?"

"- Claro, ¿no ves la cresta de su espalda?"

Los murmullos eran tan frecuentes en sus oídos que no se extrañó de escucharlos de mujeres que seguramente eran las madres de los niños.

Se desconcentró fácilmente y terminó tropezándose, de tal manera que su rostro quedó estampado contra la caja de su bento, terminando que este se abriera y el arroz escapara de su lugar.

Su esfuerzo quedó por los suelos, literalmente.

"- Definitivamente es del clan Yorokobi."

Se enderezó, quedando de rodillas, abochornada hasta los pelos.

Entre su trance, llevó un pequeño puñado de arroz que se había salvado a su boca, masticando con curiosidad, para después escupir con desagrado y asco.

Escuchó unas leves risas detrás suyo, haciéndola sentir más humillada que antes.

Quiso levantarse para irse con prisa, pero un ligero tirón de su corto cabello la hizo chillar de la impresión y quedar encorvada, prácticamente a merced de cualquiera.

- ¿Te lo tiñes? – preguntó una voz de niño, la cual provenía de quien tiraba de su cabello.

- C-claro que no. – murmuró en un hilo de voz, queriendo alejarse mientras su rostro enrojecía de todo un poco; enojo, vergüenza, timidez, tristeza, etc.

- ¡Mentirosa!, seguro te sentías tan fea que te lo teñiste. – se burló, recibiendo unas risas de premio.

Los grandes, pero al mismo tiempo pequeños, ojos de Hotaru brillaron en agua al darse cuenta que habían más niños que se estaban burlando.

Nadie la ayudaba, ni siquiera las adultas responsables de la crianza de esos niños, quienes estaban más expectantes que activas.

Sollozó débilmente, sintiéndose totalmente vulnerable.

Su cabello fue nuevamente tironeado, sacándole un quejido de dolor al sentir cada pelo ser estirado y algunas veces arrancado.

Quedó con sus piernas flexionadas y temblorosas, siendo sus pequeñas manos enviadas rápidamente a la mano abusadora con miedo, en un absurdo intento de soltarse.

- ¡No me toques!

Un nuevo tirón, el cual logró hacerla caer de rodillas con violencia y al mismo tiempo que sus lágrimas empezaban a salir a borbotones.

Escuchó de forma distorsionada las crueles risas, sintiendo su mundo girar en desesperación de hallar calma.

Chilló entre sus hipidos, siendo su presunto castigo otro tirón de cabello, que hizo girar su cabeza a un lado.

Encontró unas facciones neutrales a distancia. Grises por la seriedad de estas, describiría esa niña de cinco años.

Unos ojos tan similares y tan diferentes a los suyos parecieron soltar una chispa al notar su contacto visual.

La niña sintió un fuerte latido en el centro de su pecho, una triste esperanza.

Sólo miraba desesperada a un niño que observaba sin intervenir en la escena.

Prestó un poco de atención a lo que miraba, ensimismada e ignorando su llanto y el dolor. Un lindo peinado de pato, pensó Hotaru al ver esos azabaches cabellos junto con flequillo.

Los pequeños y mugrosos dedos del niño que tiraba de su cabello apretaron su cabeza, haciéndola chillar asustada y adolorida.

Volvió a observar al niño azabache que estaba a una buena distancia (desde una banca), tras cerrar sus ojos con nerviosismo.

Se desesperó más al ver que el pequeño se daba la vuelta para irse, con una mirada compasiva.

Hotaru entreabrió sus labios temblorosos, mientras más lágrimas caían a la tierra.

- A-ayuda... - rogó inaudible, sintiendo sus fuerzas desaparecer de a poco, al mismo tiempo que su dignidad al ser soltada con lentitud del agarre de su cabello.

Cerró los ojos, sollozando, sintiéndose una desgracia. Como siempre pensó que era.

Grande fue su sorpresa cuando sus cabellos fueron soltados, y algunos arrancados, con brusquedad, al mismo tiempo que el niño que antes se mofaba de su apariencia caía de trasero en la tierra, justo a un lado de ella.

Se giró sorprendida, sin darse cuenta que estaba con todo su peinado echo un tornado.

Su muñeca fue sostenida con fuerza, pero una que le transmitía más confianza que otras cosas.

Fue forzada a caminar rápidamente y a un paso arrítmico, pero eso no evitó que mirara hacia atrás, encontrándose con su caja de bento en el suelo, arroz desparramado y un niño haciendo un berrinche con su madre alrededor de unos cuatro niños más.

Sus ojos azabaches seguían derramando unas gotas, pero su desconcierto le ganó y miró quien la sujetaba.

Se encontró con el peinado de pato que le pareció lindo rebotando por los pasos frecuentes de su dueño.

La niña quiso hablar con confusión, pero fue interrumpida.

- Cállate, sólo sígueme. – mencionó con un tono demandante y sin mirarla, para después hacer una pausa de unos segundos – Soy Sasuke, Uchiha Sasuke.

Hotaru sólo atinó a mantenerse callada, con sus pasos menos arrítmicos que antes.

Una pequeña y temblorosa sonrisa se deslizó por sus labios.

Sasuke aparentaba ser alguien rudo por la primera impresión que se llevó, pero estaba segura que después de todo, era un buen chico.

¡Hotaru! |Naruto|Where stories live. Discover now