Día 1: Pesca

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Está lo suficientemente aburrido que podria quedarse dormido en cualquier momento, los ojos se le cierran sin pensarlo y los abre abruptamente mientras sujeta con firmeza —una vez más—, la caña de pescar que le han prestado junto a la montura de lapras.

Se encuentra en alguna parte del mar de Melemele, hace ya más de dos horas que salió de casa del profesor y aun sigue sin pescar nada, lo que no hace otra cosa que aumentar su aburrimiento. Hace un puchero mientras siente el picor del sol de mediodía quemar su piel, abre la boca dispuesto ya sea para quejarse o para soltar un bostezo —lo primero que ocurriera, no es como si el orden importara mucho—, aun asi no llega más allá de simplemente abrir la boca lo mas humanamente posible, antes de escuchar aquel tarareo una vez más.

Es un sonido dulce y tranquilo, que ocasiona un leve despertar en Lapras, quien instintivamente alza lentamente la cabeza una vez más mientras mueve las aletas, mirando a su alrededor con confusión debido al pequeño instante que no se encontró despierto.

Aquella reacción le hace sonreir, mientras el sonido de aquel tarareo continua llegando a sus oídos y el suave oleaje sigue chocando con el enorme cuerpo de Lapras. Por un momento, la idea de haber aceptado ir de pesca con Misty no parece tan mala, a pesar de que se está quedando dormido y probablemente mañana tendrá que ponerse alguna crema

—Probablemente deberíamos de volver, no pica nada y no falta mucho para que el sol nos queme por completo.

Suelta Misty de repente, y aunque el sonido de su voz no es algo que le desagrade oír, sin duda alguna hubiera preferido que continuara tarareando.

—Pero si todavía no pescamos nada —responde con un toque de molestia en la voz, antes de reafirmar su agarre a la caña de pescar—. Dijiste que querías un Lumineon, así que no nos iremos hasta que lo obtengas.

— ¿Estás seguro Ash? —cuestionó la pelirroja, en un tono de voz no muy feliz mientras observa con una sonrisa al de cabellos negros—. Hace un momento juraría que te estabas quedando dormido igual que Lapras.

— ¡No me estoy quedando dormido! —replica infantilmente mientras gira parte de su cuerpo para ver de frente a la líder de gimnasio— ¡Simplemente estaba meditando!

— ¡Eso no es meditar Ash Ketchum! —responde Misty alzando la voz, sin intención alguna de perder aquella riña.

— ¡Claro que sí lo es! —exclama seguro el de cabellos negros, aunque no tan seguro de querer seguir discutiendo con ella— ¡¿Es que acaso nunca has visto a los monjes?!

— ¡¿Desde cuando eres un monje?!

Y es entonces que abre la boca una vez más, pero nuevamente ningún sonido alcanza a salir de esta cuando Lapras —probablemente cansada de los gritos—, se mueve violentamente en el agua, de tal forma que termina por tirar a los dos sin piedad alguna.

Sin duda alguna, salir de pesca no parecía tan mala idea.

— ¡Ash Ketchum! ¡Las cañas no son nuestras!

Aunque tal vez a la próxima deberían de intentar evitar discutir a gritos.

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