Mi corazón se resquebraja lentamente como las hojas en otoño, azotadas constantemente por el viento al que llamamos vida.
Pasan los años y sigo sin poder creer lo que logramos desinteresándonos tanto del mundo que nos rodea, viviendo en un mundo en el que estamos desprotegidos y a la merced de las consecuencias de las acciones que cometemos contra los que interactúan con nosotros y, por ende, contra nosotros mismos.
Hoy caminaba por la calle cuando comencé a pensar en el futuro, en lo que hacemos por los que vivirán después que nosotros. Imaginé a las personas hablando entre ellas, en todos los niños que no podrán disfrutar de la nieve, o el frío, e imaginé cómo hablaban, cómo deseaban internamente porque hubiésemos valorado lo que teníamos, mientras veían fotos de las personas con abrigos y gruesas bufandas que ya no tendría sentido que sus madres tejieran. Y deseé por no formar parte de esa generalización; me di cuenta de que no quería que pensaran en mí cuando pensaran en quienes no valoraron lo que tenían. Y se me rompió el corazón, Pude incluso escuchar el crujido al darme cuenta de que una chica de 14 años jamás podría destacar dentro de la horrible generalización de "la generación que maltrató lo que quedaba del mundo."
Y eso sería si hablásemos solamente del ambiente pero, ¿qué pasa con todas las personas sin casa, los niños sin hogar, la gente que no tiene la ayuda que merece? Porque creo que ninguno de nosotros está esforzándose demasiado en cambiar. Y sí, sé que soy joven y no puedo hacer demasiado - y en realidad casi ningún adolescente piensa en todo tanto como yo- pero simplemente me frustra, me provoca preguntarme por qué la gente enceguece al crecer, dejando de darle importancia a las cosas importantes.
Es que es así, la gente crece y, lentamente, las cosas que ahora parecen tan importantes -como hacer amigos por cómo sean y no por cuántos juguetes tenga, o qué tan atractivo sea- dejan de tener importancia, las inútiles preocupaciones de los adolescentes -que no negaré que tengo también- sobre las cosas superficiales comienzan a ocupar tu mente y, luego, las de los adultos, las cuentas, la familia...Cosas que ahora parecen importantes pero después dejan su rol secundario para comenzar a ser lo que ocupa tu mente todo el día.
Supongo que por eso estoy escribiendo, deseando plasmar todos esos pensamientos que se sepultarán bajo las preocupaciones en un futuro para jamás olvidarlas.
Nos vemos pronto, diario.
"Los jóvenes no podéis saber cómo piensan ni como se sienten los ancianos, pero los ancianos cometemos un error si olvidamos qué significa ser joven."