"Sola, en una habitación llena de desconocidos,
fría en verano; con alas, pero sin poder volar.
Ya resignada a mi monótona vida en los témpanos,
justo del modo en que lo hacen los pingüinos.
Ya no busco crecer, sólo achicarme,
un gran camino subiendo hacia el suelo.
Ya no busco quien me ayude, me tienda su mano,
logré acostumbrarme al frío comportamiento humano.
Hace tiempo ya que dejé de mirar atrás, suelo mirar hacia abajo;
me aseguro de que el suelo no se acerque,
mas que se aleje, propulsándome más arriba.
Quizás al infinito, o, quizás,
sólo quizás, hacia una mejor vida."