Al cuidado de Serena

1.2K 78 36
                                    

Traté de cargarlo. No pesaba mucho, pero mis piernas temblaban y sentía el cuerpo adormilado, cómo si él y mi mente estuvieran en desacuerdo y mi cuerpo aún no cayera en la cuenta de la situación. Él no podía irse, no... Simplemente no podía, la simple idea no cabía en mi cabeza.

— ¿Y ahora qué hago? —Pregunté, más que nada a mí misma.

Tenía qué actuar, eso lo sabía, y lo primero era movernos. El camino no sería difícil, pues lo recordaba, bastaba con bajar hasta la playa por donde habíamos venido y seguir en la arena hasta llegar. Sin embargo, nos había tomado medio día llegar con desviaciones y todo, hasta aquí, sin embargo, ésta vez yo tendría que llevar a Ash, por lo que sería mucho más lento, y probablemente estaríamos llegando hasta el anochecer. Se desangraría mucho antes de eso. Tenía qué vendar su herida. Desinfectarla hubiera sido ideal, pero no tenía nada para tal tarea. Sin más material para trabajar, tuve qué arrancar toda la parte de debajo de la camisa blanca qué llevaba, dejando sólo la parte de arriba, y con eso vendé la herida qué tenía en el torso, quitando primero la camisa y limpiando lo mejor qué pude los cortes con el agua qué llevábamos y la parte más limpia de la camisa qué llevaba Ash, ahora manchada con polvo y sangre. La herida no había sido tan profunda, pero tal vez había riesgo de contaminación o alguna contusión por la caída. Fuera lo que fuera, el chico se encontraba desmayado, sin moverse. Su pecho se movía acompasadamente arriba y abajo, cosa que me tranquilizaba.

Lo traté lo mejor posible, aun así, me daba miedo moverlo, revisé las botellas de agua que había usado para limpiar su herida, tendría que llenarlas de nuevo. Me moví hacia el rio, aunque no me acerqué al estanque. De cualquier manera, teníamos a Pikachu haciendo guardia, con los mofletes echando chispas, listo para atacar. Se hubiera visto más fiero si no hubiera tenido a buizel dando vueltas alrededor de él y a Sylveon entre molesta por la escena y preocupada por Ash detrás de ellos. En otra ocasión habría sido una escena cómica, pero no era el momento.

Regresé con Ash, aun pensando cómo lo llevaría de vuelta a la playa, cuando lo vi levantarse con una mueca de dolor. Me apresuré hacia él para tratar que no se moviera, infinitamente aliviada de verlo despertar.

— ¿Estás bien? —Si mi voz iba cargada de angustia o alivio no me importó.

Me vio a los ojos mientras sonreía.

— ¿Bromeas? Me encuentro mejor que nunca. — Su voz se oía ronca y denotaba el dolor que sentía.

— ¿Por qué...? ¿Por qué lo hiciste? — Sentí como una lágrima caía de mi ojo. Me sentía furiosa con él, de que se hubiera puesto en riesgo por mí, de que se hubiera arriesgado. Quería golpearle, reclamarle, preguntarle por qué me había salvado, y besarle, dios, vaya que si quería.

Me limite a abrazarlo, cómo haría cualquier amigo preocupado.

— ¿Que por qué lo hice? —Se rió con dolor. — ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué me quedara parado viendo cómo te lastimaban? —Otro quejido involuntario salió de su boca. —No soportaría perderte...

Sus palabras hicieron que un revoltijo de emociones nublara mi cabeza.

— ¿Y tú crees que conmigo es diferente? Tuve tanto miedo, Ash... de perderte, no sabía qué hacer, trataba de mantener la cabeza fría pero... —No me había dado cuenta que seguía abrazándolo, más fuerte con cada palabra que decía. Cuando me di cuenta, traté de soltarlo, más su agarre me lo impidió.

Separé mi cara de su hombro para verlo a la cara, sorprendida.

—No te vayas aún. —Me pidió con una sonrisa de súplica.

Sentí una opresión en el pecho, ¿qué significaba esa petición?

—Por... ¿por qué? —Mi voz esa sólo un susurro nervioso.

Varados En La IslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora