Sacrificio

1.3K 73 8
                                    

El tobogán no era muy cómodo, eso tenía que admitirlo, sin embargo eso era lo de menos. No recordaba muy bien los eventos de la noche pasada, aunque tenía una vaga idea, que se esclareció una vez el sopor del sueño se empezaba a ir. El cuerpo a la par mía me lo confirmo. Un leve aroma a cítrico se desprendía de él. Confundida y avergonzada, me di cuenta que en realidad el olor me estaba resultando muy adictivo. Moví ligeramente la cabeza hacia arriba, y después de comprobar que se encontraba profundamente dormido, pegue mi nariz a su cuello y aspire profundo. No pude sino avergonzarme de mis actos, pero el chico me gustaba desde pequeña y la oportunidad era única.

Todavía no amanecía, la playa permanecía tranquila y el mar sereno. A pesar de que aun parecía de noche, una leve luz empezaba a observarse por el horizonte. Claro, no podía verlo bien, ya que mi movimiento era bastante limitado y lo que menos quería era despertar al morocho.

¿Por qué me había abrazado? Mi mente estaba dividida entre las dos opciones más obvias. El tratar de que no muriéramos de frio, o que en realidad quería hacerlo. Me gustaba mucho más la segunda opción, sin embargo, mi lado pesimista y realista se inclinaba más por la primera. Tenía que aceptarlo, al menos desde mi punto de vista, yo ya había sido mucho más que obvia acerca de mis sentimientos. Bien, Ash siempre había sido bastante denso para detectar sutilezas, sin embargo yo no lo era, y había notado cambios en el chico. Desde el hecho de que me invitara a viajar con él, que me tratara más cariñosamente que antes y los ratos sin habla que había tenido recientemente. Sin embargo eran una llama de esperanza que no me atrevía a mantener, talvez por el riesgo de resultar...quemada.

Sin embargo, y aunque fuera muy irónico, esta isla en realidad era una oportunidad. Una oportunidad real de tenerlo, de poder armarme de valor y confesarle todo. Pero ¿Qué pasaría si dijera que no? La estancia en este lugar se volvería insoportable, más de lo que ya era. Me revolvía de los nervios de solo pensarlo.

La respiración de mi acompañante se alteró un rato, mientras se acomodaba mejor, y para mi sorpresa y sonroja miento, afianzo su agarre en mi cintura mientras se acercaba más hacia mí. Apoyo su cabeza por sobre la mía, de tal manera que podía sentir su respiración provocándome un leve cosquilleo en el cuero cabelludo.

Lo más lógico en esa situación hubiera sido el acomodarme un poco y volver a dormir, más la tarea se me hacía imposible. Si bien el calor y aroma de su cuerpo me relajaban bastante, la estamina dentro de mi cuerpo debido al nerviosismo no me lo permitían. Aunque al final, no fue necesario.

Su respiración empezó a ser menos acompasada y profunda. Empezó a mover más su cuerpo, hasta que al fin pude observar movimiento por dentro de sus parpados, para finalmente abrirlos. Me le quede viendo, sin saber en realidad cómo reaccionar.

Cuando por fin despertó, después del sopor inicial, vi un vestigio de sorpresa que rápidamente fue sustituida por vergüenza. Trato de zafarse en un acto reflejo, pero nuestros cuerpos estaba demasiado entrelazados y solo logro tropezar consigo mismo. Me vio con el sonrojo en creciente aumento. Supuse que yo me encontraba igual.

—Bu-buenos días —Logré articular, más o menos bien.

El pareció un poco menos cohibido.

—Buenos días... ¿Qué tal dormiste?

Yo sonreí sin poder evitarlo. —De maravilla. Al menos para nuestras condiciones.

— ¿En serio? —Preguntó el morocho, visiblemente feliz.

Yo asentí con la cabeza. —Eres muy cómodo. —Añadí con una sonrisa traviesa. Había tomado una decisión, intentaría lo que estuviera a mi alcance.

Varados En La IslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora