La paloma

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En algún momento del amargo otoño, en donde las hojas secas caían como plumas sobre la tierra, ella corría encima de las hojas sin pensamiento alguno. Quedaba claro que el viento la perseguía y, sin éxito, se rendía apenado, escondiendo sus resoplidos que se perdían entre los arbustos.

Los latidos estaban tan acelerados por su paso, que hasta su alma vagaba por su cuerpo. No había obstáculo adecuado para detenerla, tampoco el frío la frenó.

Continuó corriendo, manteniendo firmemente con su mente en blanco, sólo sintiendo la fría columna de aire que moría por recorrer su rostro pálido de forma instantánea.

En ocasiones, rozaba con la punta de sus dedos la gruesa capa de madera de algunos árboles. Miraba al cielo, y los débiles rayos del sol apenas tocaban sus ojos, asomados por entre las ramas. Aquellas luces se filtraban entre las hojas de las ramas que adornaban el bosque entero.
Aún así, seguía sin detenerse.

Por un segundo, una cortina larga y oscura cubrió su vista de forma inesperada. Fue entonces cuando sintió un gran escalofrío recorrer su pequeño cuerpo, cayendo al suelo sin piedad alguna.

Se aceleró su pulso, y se retorció por completo en la tierra. Era la vida y la naturaleza que le hacían una mala jugada.

Si ha hecho lo que quiere, debe pagar un alto precio por ello.

Momentos después, de su espalda se desprendieron unas alas amplias y emplumadas por cualquier lado donde se le vea. Ahora solo podía limitar su existencia para llorar de tristeza, desconcertada. No quería regresar a su vida normal.

En ese momento, abandonó su figura humana, para transformarse en cuestión de segundos una gran paloma; una grande y triste paloma.

Lágrimas gélidas salían de sus ojos, y comenzó a volar. El placer de sentirse como un ser humano había cesado; ahora tenía que volar, volar alto.

No caminaría más, ni correría. Solo volaría.
Ya no rozará de la misma forma los árboles, ni caminará por los prados.

No había forma de volverse lo que quería. No podían salvarla.

Las rosas lo vieron todo, y se caían sus pétalos de tristeza.

Rosas de LlantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora