Una puerta se cierra en la lejanía, haciendo que mis músculos se tensen por un instante. El sonido de pisadas se logra escuchar tras el área del mostrador; el mismo estaba semi escondido por una cortina azul cielo, el mismo color que tienen todas las de la enfermería.
— Ya voy — Se logra escuchar la voz lejana de Watson.
Golpearon nuevamente la puerta, ésta vez aún más fuerte. Me impresioné un poco; podría apostar que la persona, quien quiera que sea, está pateando la puerta. Watson apareció de repente casi corriendo por al lado del mostrador.
— YA VOY, Dios... ¡Ah!— No midió distancia y tropezó fuertemente con la esquina del mostrador. Hice una mueca de dolor al mismo tiempo que ella, pude escuchar un leve "Uf" proveniente de Andre. Se quejó en voz baja y cojeó hasta la puerta; la volvieron a "tocar" desesperadamente. Watson se acercó a la puerta, arregló su elegante uniforme blanco y la entre abrió. — ¡Oh! Filippa...
—Ya era hora carajo. Apártate —Interrumpió la señora mayor, empujando bruscamente la puerta con su hombro. Al hacerlo golpeó a Watson, pero logró moverse a tiempo y el impacto fue menor.
— Por favor, — se quejó la enfermera casi al momento —¿No podía esperar a que le abriera?— Murmuró la pregunta. Se notaba un poco adolorida.
— NO, y ya deja de quejarte. Es lo único que sabes hacer desde que llegaste aquí.— Le restregó Filippa de muy mala gana. Caminaba en nuestra dirección con tres bandejas de comida con tapa en las manos, una encima de la otra.
Watson se notó molesta. Hizo un gesto de indignación, respiró hondo mientras cerraba los ojos y se volteó dispuesta a cerrar la puerta. Observo a la cocinera, unos segundos antes de que llegara donde Andre. Su cabello era marrón canoso recogido en una redecilla, ojos oscuros un poco arrugados, estatura baja y piel un tanto tostada. Creo que es la doña que anteriormente me llevó la comida a mi habitación. Aunque, de los seis encargados del comedor, solo son dos mujeres y la otra es más joven; definitivamente debe ser ella.
Le entregó la bandeja a Andre; él musita un "Gracias" pero solo recibe un bufido de su parte. Luego mira a Horacio, él lentamente se escondió bajo las sábanas y se volteó del lado contrario. Se acercó y colocó sin cuidado la bandeja al borde de su camilla.
—Estúpido, muérete de hambre entonces— Le espetó antes de voltear a mi dirección.
Cuando me vió de cerca me reconoció e hizo una mueca de fastidio. Creo que no está muy feliz de verme. Alcé las cejas y apreté la bolsa de hielo casi derretido.
—Otra vez tú... qué fastidio— Colocó la bandeja a los pies de mi cama, de muy mala gana cabe decir. Se escuchó a Watson hablar con alguien en el fondo. Filippa se iba con paso pesado y refunfuñando una serie de quejas; mencionando las palabras "esclava", "Director" y "maldita sea". Estaba muy sorprendido, para nada me esperaba que reaccionara así... A quién engaño.
—No, cariño— La voz de Watson llamó nuestra atención. —Estas no son horas de visita, ahora debes irte ¿Sí?— Le estaba impidiendo el paso a una niña.
La cocinera se hizo paso entre ellas muy bruscamente. Haciendo que Watson la mirara detenidamente. La niña aprovechó la distracción de Watson y se intentó escabullir para poder entrar, pero la enfermera reaccionó más rápido y la atrapó antes de que llegara más lejos. La reconocí al instante, era la niña que Anthony había mencionado en el comedor.
ESTÁS LEYENDO
Orfanato Siete Hermanos
Mystery / ThrillerADVERTENCIA: Esta historia puede ser fuerte para personas sensibles. NO estoy a favor de la violencia ni nada mencionado en la historia. Los sucesos y personajes son ficticios y no guardan ninguna relación con lugares ni personas reales. A noventa...