Capítulo Uno:

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(Nate en multimedia)

La campana suena por cuarta vez en el día. Hora de almuerzo. Salgo del aula y llego al pasillo. Me encamino hacia las enormes escaleras principales que adornan el medio del gran orfanato. Me recuesto del pasamanos a esperar a que mis amigos lleguen. Mientras tanto, admiro la elegancia que se sitúa en cada uno de los rincones de lo que vendría siendo mi "Hogar".

Por suerte no tengo que esperar tanto, en medio de todos los huérfanos logro reconocer una melena rojiza corta y una castaña hasta más abajo de la espalda que van en mi dirección.

—¡Nate!, ¿Todo bien?— Dijo con su tono alegre Michelle, la pelirroja, al llegar a donde yo estaba.

—Ah... Sí... supongo— contesté con desdén colocando mi mano derecha tras mi cuello.

—Hey, ellos quieren vernos deprimidos. No podemos darles el gusto.— Intentó animarme Amy a la vez que colocaba su mano en mi hombro y me sonreía.

Las miré a ambas y no pude evitar sonreír un poco. Bajé mi mano y relajé mis hombros. Espero que nunca les suceda nada malo...

—Así te ves mejor— Rió Amy, haciendo que nos contagiara su risa.

Nos sentamos en las escaleras y así estuvimos unos minutos. Aún no podíamos marcharnos. Así que nos quedamos pensando en silencio. Aunque no es buena idea pensar mucho. Siempre intentábamos mantener nuestras mentes distraídas y evitar pensar en nuestro pasado. En la mayoría de los casos es mejor olvidar todo y comenzar de cero... O al menos intentarlo. Aquí en el orfanato, u "Hogar" como solemos decir, hay tantas historias, cada una parecida a la otra pero única en algún sentido.

—Bueno, rompiendo el momento incómodo... Vamos a comer. No vaya a ser que nos quedemos fuera como la otra vez— Anunció Amy a la par que se levantaba y nos miraba.

—Un momento, falta alguien... ¿Dónde está Mischa?— Me levanto de golpe. Giro en dirección al gran reloj que está en la división de las dos escaleras. -Ya ha pasado más de lo normal. Él nunca nos ha hecho esperar tanto.

—Es verdad... — Concuerda Amy.

—Vamos a buscarlo, su aula no queda muy lejos— Sugiere Michelle.

Asentimos y caminamos tras de ella. Subimos las escaleras opuestas a donde estamos sentados, aún había uno que otro niño por allí y una que otra persona vigilando que no nos escapemos... o por lo menos haciendo que vigilan. Seguimos por un largo pasillo y tres salones a la derecha. Nos asomamos por la puerta con cautela en busca de el pequeño ruso. Pero no había rastro de él. Nos alejamos de la puerta y nos posicionamos frente al salón en el medio del pasillo.

—Que raro... Nate, tu que lo conoces bien, ¿Dónde crees que esté?— Cuestionó Michelle.

—Sinceramente no lo sé. Él no lleva mucho aquí y dudo que se haya ido solo...— Comienzo a pensar en los posibles lugares que puede llegar a estar pero no se me ocurre ninguno...

—¿Y si verificamos en las fuentes?— sugirió Amy

—Puede ser, a Mischa le gusta el sonido relajante que emite... Pero hay cinco... ¿En cuál buscamos primero?

—Yo digo que deberíamos buscar en la principal, recuerda que no es horario de salir al patio— Sugirió Amy.

—Anda, pues vamos.

Bajamos hasta el patio principal que queda exactamente en el medio de el "Hogar". Habían bastantes niños reunidos almorzando. Rápidamente nos dirigimos a la fuente. Y allí estaba, mirando fijamente caer el agua. Pero se notaba apagado... Y su conejo de felpa estaba tirado en el suelo... se veía bastante raro... Esto es malo.

Orfanato Siete HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora