Capítulo Tres:

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Amy nos observa en silencio. Está más pálida de lo normal. Puedo notar una mezcla entre angustia, nervios y súplica en sus ojos. Intentaba mantener contacto visual pero pareciera que no pudiera, como si algo le impidiera hablar. Michelle y yo nos observamos por unos segundos. Creo que está pensando exactamente lo mismo que yo. Volteamos lentamente en su dirección preocupados.

-Amy- Llamó Michelle levemente. La castaña miró rápidamente en su dirección. -Acaso fuer...

-NADA- Interrumpió Amy en un tono rápido y un tanto alto. Abrió sus ojos marrones de golpe, al parecer no fue su intención.

-¿Nada? Amy, tienes una venda en la mano- Insistió levemente aún más preocupada.

- S-solo se cerró la pesada puerta de golpe y no logré sacar la mano a tiempo- Se hizo paso entre nosotros a medida que hablaba. Nos miró y comenzó a retirarse despacio. -Ahora tengo que irme, necesito una labor antes de que m-me castiguen. Y ustedes deberían de hacer lo mismo- se volteó y caminó con prisa.

Todos dimos un paso al frente con la intención de ir tras ella. -Pero, Amy- Intentó llamar la atención Michelle, adelantándose a mis palabras. Fue en vano, siguió caminando sin voltear. Michelle suspiró ruidosamente y corrió tras ella, dejándonos a Mischa y a mí confusos. Volteo a verlo y él ya me estaba mirando con preocupación.

-Mne ne nravitsya [1]- Dijo Mischa en voz baja.

- A mí tampoco... P-pero Amy tiene razón. Deberíamos buscar un labor antes de que sea tarde. Debes irte ya- Dije preocupado.

-No... ya khochu poyti s toboy [2]- Me insiste.

- Yo sé que quieres ir... pero no quiero que te castiguen. No te preocupes por mi.

Duda un poco pero finalmente asiente. -Khorosho... Zabotit'sya, Nate[3]

- Sí, tú igual. Anda ve.

Dicho esto se retira, caminando lentamente por el pasillo por donde se fueron las chicas. Con una mano en la pared y la otra sujetando fuertemente su conejo de felpa. Al verlo desaparecer volteo y camino en dirección a la enfermería. No sin antes percatarme de unos pasos a la lejanía, los cuales intenté ignorar e hicieron que acelerara un poco los míos. Mientras caminaba observaba el lugar, paredes color beige de mitad para arriba, rojo madera mitad para abajo y decoraciones en madera. Todo con características antiguas. A decir verdad, da un poco de miedo... en realidad todo aquí da miedo. Siempre hay un ambiente pesado y tétrico. Nadie ríe, nadie se divierte, nadie canta, nadie hace nada. A pesar de que llevo tres años aquí nunca termino de acostumbrarme... uno jamás se acostumbra.

Me acerco a la puerta de la enfermería. La golpeo anunciando mi intención de entrar y la abro lentamente. De nuevo en la enorme enfermería. Pero hay algo diferente. Logro ver a la enfermera Watson de espaldas escribiendo algo y a otras dos enfermeras. Las otras dos están acercándose a una camilla rodeada por una cortina. Cuando me disponía a entrar se escucharon unos desgarradores gritos por todo el lugar. Cerré la puerta tan rápido como pude. Me quedé pegado de espalda petrificado.

«¿Qué le sucede a ese niño? ¿Qué le están haciendo? ¿Por qué está gritando de esa forma? Creo que mejor vuelvo más tarde... O quizás nunca.»

Me separo de golpe y justo cuando iba a marcharme alguien abre la puerta. Los gritos se apagan de a poco. -OH, Espera- Llama una voz conocida. Volteo despacio hasta quedar completamente de frente a la persona. Watson me mira y parece reconocerme. -Vienes por revisión, ¿cierto?- Asiento a medias, nervioso. -Vamos, entra.

Orfanato Siete HermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora