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Milena estaba nerviosa, sentía que las piernas le temblaban, iba a conocer a Luciano Armele en persona, y no solo eso, iba a fingir ser su novia por un año entero

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Milena estaba nerviosa, sentía que las piernas le temblaban, iba a conocer a Luciano Armele en persona, y no solo eso, iba a fingir ser su novia por un año entero. La reunión fue pactada para las cinco de la tarde, Gerardo, ella y Luciano se encontrarían en una cafetería perdida en las afueras de la ciudad, desde allí, Luciano debía asistir a un desfile de caridad, toda la prensa estaría allí y Milena sería una de las camareras del brindis. Gerardo había conseguido un uniforme de la empresa de catering y ella solo debía estar en el sitio correcto en el momento indicado con una bandeja con copas de champaña en las manos.

El plan que Gerardo había trazado era simple: luego del desfile y en el momento del brindis, Luciano se acercaría a una de las camareras, quien nerviosa por su presencia, echaría toda la bandeja con las copas que traía en su mano. Él, lejos de impacientarse, se mostraría muy atento con ella, la ayudaría a incorporarse y luego la acompañaría hacia la cocina. Por el camino y cuando ingresaran al pasillo que llevaba al área, ella escaparía para no ser descubierta por nadie. Luciano esperaría unos minutos y luego saldría con una sonrisa en el rostro.

—¿Eso va a funcionar? —inquirió Luciano una vez que estuvieron sentados en aquella mesa.

—Si todo sale como lo planeé funcionará. Habrá demasiadas personas y cientos de camareros que fueron contratados solo para esta ocasión, nadie se percatará de que ella no forma parte de la empresa. Confíe en mí, Luciano, todo saldrá bien —añadió Gerardo muy optimista—. Usted solo haga su parte, las cámaras de los periodistas se encargarán de retratar el momento y ustedes serán noticia mañana.

Milena no podía dejar de mirarlo, era un hombre de facciones hermosas, alto y fornido, su cabello castaño desordenado le caía sobre el rostro dándole una imagen más casual, más juvenil. Su sonrisa, a la vez sexy y aniñada, era perfecta y le daba un tono de ternura a su rostro sin dejar de ser muy varonil.

—¿Usted está de acuerdo con esto, señorita Santiviago? —inquirió el modelo y Milena se sobresaltó al escuchar su apellido en su boca.

—Sí... sí... Yo haré mi parte, no se preocupe —respondió algo inquieta. De hecho, no le costaría nada fingir nerviosismo cuando estuviera en ese momento.

Luciano asintió levantándose del sitio y dejando de nuevo un billete para la cuenta.

—Nos vemos en un par de horas —zanjó y Gerardo asintió mientras lo veía partir.

—Estoy nerviosa —dijo Milena en medio de un suspiro.

—Todo saldrá bien, bebé, ya lo verás. Además, hacen una bonita pareja —añadió con jocosidad.

—¿Un tipo como él con una muchacha como yo? ¡Já! Ni en los mejores sueños —rio, pero Gerardo la observó serio.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué no podrías estar con alguien como él solo con alguien como yo? ¿Qué tiene él que yo no tenga? —inquirió.

La pareja IMperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora