Los errores se reconocen al igual que un combate perdido.

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Poner el vídeo para sentir la emoción al leer, se los recomiendo mucho....

La emoción recorrió mi cuerpo durante todo el camino, la rapidez de la moto, el como sus gomas se desplazaban por la carretera, el rugido del escape, simplemente maravillosa. ─ Quiero una de estas. ─ ni siquiera quise desmontarme, pero lamentablemente habíamos llegado a nuestro destino.

Quitándose el casco, Anker ladeo el rostro hacia mí. ─ Pero ya tienes una. ─ la sonrisa de obviedad se adueño de su rostro. No señores, el no tiene complejo de payaso. Simplemente nació con una sonrisa imborrable.

Aunque abnegada, tuve que abandonar mi asiento en la moto para que este pudiera desmontarse. ─ Primero, no es mía, es de nuestro padre. ─ corregí, ─ Segundo, está en Chipre y obviamente su dueño, aun con la capacidad y el dinero para hacer el papeleo y traerla hasta aquí, no renunciaría a ella.

Alzando la vista en contemplación, mi querido hermano adopto una pose de conciencia ante los hechos expuestos. ─ Bueno, pensare en la viabilidad de tu demanda. ─ Dicho esto, tomo el casco en mis manos e inicio su andar en dirección a un edificio de gran tamaño; el nombrado gimnasio, al parecer.

Siguiendo su paso, decidí golpear el hierro mientras aun estaba caliente. ─ Te doy hasta mañana.

No obstante, a parte de una pequeña risilla y un leve tarareo, no obtuve una clara respuesta. Aun así, conociendo a mi hermano, la recibiría pronto. Tal vez, más rápido de lo pensado.

Traspasando la puerta, cortésmente abierta por Anker al estilo exageradamente caballeroso, asalto a la vista un chico rubio de prominente estatura. Una cabeza mas baja que Anker para dar un ejemplo de ello. Si me preguntaran su edad, diría que rondaba los veinticinco, más o menos. Este, ignorándome en todo el proceso, se adelanto hasta quedar frente a mi hermano.

Vaya forma olímpica de quedar en el mismo renglón que las paredes. Encogiéndome de hombros, ocupe el lugar dispuesto y me recline sobre una de ellas. Incluso les susurre un: "ya entiendo cómo se sienten". Claramente no obtuve respuesta.

─ Anker, ¿Dónde diablos te habías metido? ─ Ojalá tuviese algún snack para ver como un completo extraño, en mi caso, regañaba a mi hermano. ─ Jacob y los demás llevan dos horas de puro calentamiento, hace treinta minutos que deberías haber llegado de recoger al nuevo entrenador del cual habías estado lanzando flores. ─ Prosiguió, tras esto pensé en recortar algunas de las palabras en las revistas en la mesa de recepción, y crear un cartel que diga: "¡Oye! Soy yo, estoy aquí" o "Anker, ¿No que era una propuesta de trabajo? ¿Por qué ricitos de oro habla como si hace tiempo se hubiese dado por sentado el hecho de que trabajaría aquí?"

Bueno, tal vez me ahorre el recorte y pega pues la rápida mirada de Anker sobre mi y su mueca de inocencia tras ver mi rostro, era un indicio de que el mensaje de mis pensamientos al respecto había sido transmitido sin el uso de palabras.

Con un toque en el hombro de este y un rápido movimiento para girar al chico en mi dirección, Anker argumento la prueba de que no había mentido en cuanto a los reclamos del chico. ─ Y eso acabo de hacer. ─ El desconocido frunció el ceño en mi dirección y la alterno entre Anker y yo. Su cara paso de confusión, a interpretación y luego a una maldición no dicha.

─ Dime que es la hija del entrenador... ─ susurro antes de quedar frente a mí.

─ No estás del todo errado. ─ Acoto mi hermano, ─ Nicolas, te presento a Yaiza. Ella será nuestra nueva entrenadora. ─ Presento sonriente, solo que la mueca de felicidad no se compartió a ninguno de los dos. ─ Yaiza, este es Nicolas uno de los supervisores de rutina y también, nuestro enfermero auxiliar.

No te metas con la Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora