Capítulo X

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Micaela despertó poco a poco y se encontró en una habitación extraña. No era la suya, sino un pequeño cuarto casi desnudo. Apenas abrió los ojos, Nesi saltó a su lado.

—¡Estás despierta!

Mariana se apresuró a sentarse en la cama, junto a ella.

—¿Cómo te sientes? Iré a buscar a la abuela.

—Estoy bien —murmuró Micaela—, ¿y mamá?

—Está bien, está en la habitación de mis padres. Voy por la abuela.

Micaela cerró los ojos otra vez. Estaba a salvo, en la casa de Mariana y su madre estaba bien. Sonrió.

—Pensamos que tardarías más en despertar —dijo Nesi—, casi ni respirabas.

—Estoy muy cansada, ¿qué pasó?

—Cuando los vampiros nos cercaron, casi estallaste. O por lo menos así lo sentí. Salí disparado de tu hombro, por suerte Eva pudo atajarme.

—Lo siento, Nesi.

—Oh, estoy bien. Soy muy resistente. —Sonrió el hombrecillo—. Los vampiros salieron volando por todos lados.

Gilda entró en la habitación.

—Micaela, me alegro de verte despierta.

—¿Cómo está mamá?

—Descansando, está muy enferma.

—Sí, esto justo tuvo que pasar cuando se estaba recuperando, ahora tendrá una recaída. —Gilda miró de reojo a Mariana y a Nesi, y les indicó que mantuvieran la boca cerrada. —¿Está herida? ¿Le hicieron algo?

—No, querida, solo sufre las consecuencias de estar en esa atmósfera nefasta, necesita descansar.

—Quiero verla —dijo Micaela incorporándose.

—Tú también necesitas descansar.

—Quiero verla, solo un momento.

—Está bien —accedió Gilda—. Mariana, ayúdala.

La habitación de los padres de Mariana continuaba en perpetuo desorden. Marisa ocupaba el centro de la cama y Eva estaba sentada a su lado, humedeciéndole lentamente la frente.

Micaela se sentó a un lado y tomó la mano de su madre entre las suyas.

—Mamá —suspiró con una sonrisa.

—Estará mejor después de unas horas de sueño —dijo Eva—, no te preocupes, yo me ocuparé de ella.

—Muchas gracias. Muchas gracias a todos. Nunca podré pagar lo que hicieron por mí hoy.

—Anoche —murmuró Mariana y Gilda le dio un coscorrón.

Micaela sonrió.

—No sé qué habría hecho sin ustedes. —Miró alrededor del cuarto—. ¿Dónde está Cecilia?

—Será mejor que vuelvas a la cama —dijo Gilda.

—¿Volvió a su casa? —preguntó Micaela mientras Mariana la ayudaba a levantarse—. Quería disculparme con ella.

Miró de uno a otro cuando nadie contestaba. Nesi había desaparecido y Mariana evitaba su mirada.

—¿Qué pasó? ¿Dónde está Cecilia?

—Tranquilízate —dijo Gilda—. Ella está a salvo... por el momento.

—¿Por el momento? ¿Qué significa eso?

Brujas anónimas - Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora