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Es bastante impresionante como el tiempo pasa, como se arranca de nuestras manos y cambia nuestra piel sin darnos cuenta. Habían pasado semanas desde que me doblé el tobillo bailando en la universidad, semanas en las que me convertí en algo peor de lo que ya era.

Un secreto a voces. "JiMin está casado por dinero" se susurraba entre los pasillos del frío establecimiento, pero nadie se atrevía a decírmelo a la cara. Me lanzaban miradas extrañas, era obvio que lo pensaban y también era bastante obvio que era cierto. Ellos no sabían nada de mi historia pasada, pero no hay mucho que saber cuándo un chico de veintiuno se casa con una mujer de cincuenta y dos que se baña en dinero. Al inicio, seguro pensaron que era un chico de padres adinerados, pero mis lujos eran demasiados y notaron mi incomodidad con ellos. Luego habrán notado mi anillo y, por último, mis recurrentes paseos con Hye por la ciudad. No me molestaba el hecho que supieran que era un "sugar baby", el hecho que me dolía era que todos me ignoran por ello. Todos excepto Jeon JungKook.

Oh, JungKook. El chico que me había ayudado luego de mi pequeño accidente y con quien ahora me acostaba en el camerino de la sala de ensayo cuando estuviese vacío. No es una historia muy larga la que contar de cómo llegamos a eso. Simplemente pasó, ambos habiamos decidido ensayar juntos — logramos confianza luego de hablar unos días por mensaje y de pequeñas conversaciones en la sala de ensayo —. Estábamos excitados, acalorados por el momento de coordinación de nuestros cuerpos frente al espejo. Sus ojos se clavaban en mí y los míos en su cuerpo. Quizás fueron sus movimientos o la forma en que me miraba, pero me dejé llevar cuando tomó mi brazo y me acercó a su cuerpo. Nuestras respiraciones se acoplaron y yo sólo quería probarlo. Llevaba demasiado tiempo acostándome con un mujer la cual ni cosquillas me hacía sentir y viviendo en llantos por el recuerdo del toque de TaeHyung sobre mi piel, que simplemente lo besé y JungKook no se quedó atrás. Cuerpos pegados, respiraciones aceleradas y corazones latiendo al unisono. Pude detener todo, seguir mi vida cargando con un solo gran error en mi espalda, pero este error no dolía tanto como el casarme con una mujer que no amo. Esto se sentía extremadamente bien.

—Entenderé si no me quieres ver luego de esto, pero...si puedo volver a poner aquella sonrisa en tu rostro, sólo dímelo.— Recuerdo que me dijo luego del acto.

Lo llamé al día siguiente y ya luego no fueron necesarios los llamados. No entendía su realidad, no sabíamos mucho de el otro, pero el parecía abastecerse con sólo verme sonreír. En las relaciones uno conoce a su pareja y uno comparte más cosas que solo sexo, por lo que, nosotros no teníamos una relación amorosa. Era solo la necesidad de probarnos uno al otro a escondidas y las placenteras sensaciones que eso nos daba. Algo muy diferente a lo que vivía al lado de Tae. Cuando estoy con JungKook evitó pensar en Tae. Si lo hiciera, reventaría en llanto al primer toque. Aprendí a controlar mis emociones durante mi matrimonio, costó, pero lo logré. A TaeHyung lo guardaba para mis momentos a solas, cuando podía llorar con tranquilidad sin que nadie escuchara. Cuando podía recordarle, recordarnos y sentirme tan mal conmigo mismo como para querer poner una pistola dentro de mi boca y apretar el gatillo, pero no tenía el valor para hacerlo. Lo estaba traicionando, desaparecí al JiMin del cual Tae estaba enamorado al poco tiempo de su muerte, porque de seguro, el odia en lo que me convertido. Me siento incapaz de amar a alguien más como lo amo a él, de sentirme como lo hacía con él, de entregarme tanto como cuando estaba en sus brazos. De sonreír como lo hacía a su lado. Sí, JungKook me hace sonreír, pero todo es tan diferente.

Ahora estoy en la habitación que Hye me otorgó para poder estudiar, leyendo un libro de historia de la danza. Música clásica ambienta el lugar, pero el grito de mi esposa logra atraversala indicándome que quiere que baje. Cierro el libro, sin antes poner un trozo de papel en la página que quedé, apago la música y salgo de lugar cerrando con llave. Es mi lugar privado y Hye me lo permite, ya que nuestra habitación la compartimos. Bajo las escaleras y la encuentro bastante arreglada, con uno de esos vestidos extremadamente caros pegado a su cuerpo, marcando sus curvas que me mantienen firmes a pesar de su edad. Sube una ceja algo molesta en cuanto me ve y me doy cuenta que he olvidado algo, pero no sé exactamente qué.

—JiMin, ¿Por qué no te has arreglado aún? — me habla poniendo su fina mano en su pequeña cintura. Su tono de voz es firme y poco dulce —Dejé un lindo traje nuevo en nuestra habitación. Recuerda que hoy vuelve nuestra hija y, está vez, junto a su marido. Ve a cambiarte.

Asiento y subo las escaleras de dos en dos porque se que le molesta. Si me dijo algo sobre eso de seguro no la escuché. Sabía de la existencia de su hija, pero ella vive en Londres. Ni idea que estaba casada y que volvería hoy.

Llego a la habitación y me cambio rápidamente. Es una camisa blanca holgada con pantalones negros pegados a mis piernas y mocacines marrones. Hye es la que compra toda mi ropa y agradezco a todo que a ella le gusta que luzca de mi edad y no me compre ropa de señor de clase porque mi incomodidad sería aún mayor. Arreglo mi cabello con la secadora y bajo nuevamente. Hye está sentada en el sofá revisando su móvil y al notar mi presencia sonríe, examinando mi cuerpo desde la cabeza hasta los pies. Las primeras veces que hizo aquello me sentí bastante asqueado, pero luego logré acostumbrarme.

—Te vez hermoso.

No respondo, no me gusta responder a sus cumplidos y ella no hace nada al respecto, solamente vuelve a su teléfono. Me acerco y me siento a su lado, ella sonríe. No sé si en realidad siente algo por mi o solo me quiere como un lindo adorno, sus expresiones flaquean entre lo perverso y lo inocente. Tampoco me importa mucho en realidad.

El timbre suena y nuestra ama de llaves se acerca a la puerta para abrir. Será otra cena aburrida con la niña que piensa que soy su padre y no me suelta en ningún momento. Con su aburrido esposo que de seguro querrá asesinarme cada vez que su mujer se me acerque porque soy solo dos años mayor que ella y con Hye, que reíra con cada estupidez que su hija haga.

Se escuchan palabras y gritos de emoción desde la entrada y yo continuo viendo mi teléfono mientras intento prepararme mentalmente. Los pasos se perciben cada vez más fuertes y levanto mi rostro en cuanto los escucho detenerse, quedando estático en mi lugar.

—JiMin, ¿Puedes levantarte a saludar, por favor?

A la izquierda, la bonita hija de Hye con su largo cabello negro, su mirada penetrante, sus labios finos y un vestido rosa corto. A la derecha, el chico que a probado más de diez veces mi cuerpo bajo la tenue luz de los camarines.

Mi boca jamás ha estado tan seca y logro ponerme de pie a duras penas.

—JiMin, ella es Dae, mi hija y el es JungKook, su esposo.

🐏

Ya, ahora quizás se entiende un poco más hacia donde va la historia.

Sé que es algo cliché, pero me vale

Gracias por leer y espero que es haya gustado.

Atte. Stumplynn.

best of me × vminkook × minificDonde viven las historias. Descúbrelo ahora