La llamada

516 34 11
                                    


Una bestia de ojos azules...

Ese bonito pelaje pardo y esas curiosas orejas puntiagudas.


Zelda era una chica común y corriente, o por lo menos lo hubiera sido, de no ser por un casi insignificante detalle

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Zelda era una chica común y corriente, o por lo menos lo hubiera sido, de no ser por un casi insignificante detalle.

-Las princesas deben comportarse con elegancia- clamó la voz de su tutora.

Si... así era, hubiera sido una chica normal de no ser porque sus padres eran los reyes de un majestuoso reino llamado Hyrule.

Todos los días era lo mismo, levantarse, vestirse correctamente, desayunar con pose y elegancia, hablar con personajes importantes, atender diversas tareas reales y por supuesto... no divertirse.

¿Diversión? ¿Quién la necesitaba? Después de todo ya tenía doce años, la edad apta en la que todas las descendientes de la realeza comenzaban sus estudios especiales para algún día tomar posesión del reino como legitimas herederas.

La chica suspiró... doce años, como si la edad alguna vez hubiera importado, aunque hubiera tenido ocho su vida seguiría siendo la misma.

Nunca en su vida había conocido otra cosa y por momentos eso la hacía soñar en querer conocer el mundo de afuera, ese lugar extenso y lejano al que el verdadero mundo llamaba Hyrule.

¿Qué tan lejano podía ser?, si se suponía que ella era su princesa. Tan lejano como el hecho de pensar que algún día tal vez... tal vez... saldría del castillo.

-Quisiera poder atravesar esas murallas- susurró de manera queda.

- ¿Y entonces qué?- clamó la tutora.

-Quiero ver el mundo Impa, sé muy bien que existe algo más allá de esto... más allá de eso- volvió a susurrar clavando su mirada en las lejanas almenas que se apreciaban en la muralla.

-Por ahora no necesita ver ese mundo- dijo ella con parsimonia.

- ¿Por qué no?

-Así lo dicen las leyes reales, "no sales del castillo hasta que no se esté listo".

- ¿Y cuándo se está listo?

-Cuando cumplas dieciocho años o cuando demuestres que eres autosuficiente.

- ¿Y si lo demuestro, puedo salir afuera?

-Tal vez...

- ¿Tal vez?

Y las palabras se quedaron en el aire.

...

Ese día por instinto se fue a la biblioteca, necesitaba de información; el arma más poderosa del mundo. Cogió un libro de política y después de releerlo un par de veces fue al encuentro de su tutora.

Kai (1): El EncuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora