Mi verdadera naturaleza...

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*Ocultar la verdad también es

Una forma de mentir

Cuando llegó al cementerio Link estaba en el mismo lugar en donde lo había dejado, sentado sobre el Lobo, mirando a las nubes del cielo

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Cuando llegó al cementerio Link estaba en el mismo lugar en donde lo había dejado, sentado sobre el Lobo, mirando a las nubes del cielo.

-Link- lo llamó.

Pero él no le dirigió la mirada, sus ojos estaban tristes y vidriosos. Su corazón temblaba cómo si presintiera que algo pasaría, miró a Zelda acercarse y después de mucho rato decidió pronunciar unas palabras.

- ¿Y si no existo?

- ¿Qué?

- ¿De todas formas me querrías?

- ¿De qué hablas?

Agachó la mirada de forma seria. Tenía mucho miedo pero no podía seguirle ocultando su naturaleza, había sido muy egoísta durante tanto tiempo, pero ahora ya no podía seguir ocultándolo.

-Escuché lo que te dijo Impa.

- ¿Qué?

-Perdóname... te estaba espiando. ¿Vas a dejarme?- clamó con mucha tristeza.

Una lágrima le escurrió por el rostro pero la limpio rápidamente con la manga de su brazo.

-No Link, no voy a dejarte.

-Lo harás...-Había tratado de no gemir, pero su voz lo había traicionado- cuando te diga lo que soy ya no vas a quererme, ya no querrás estar conmigo...

- ¿Lo que eres?, Link eres mi amigo y también la persona que...- por un momento se le atragantaron las palabras, estaba nerviosa y no sabía si decírselo era realmente lo correcto.

-Shhh- la chitó. Deseaba tanto escuchar esas palabras y al mismo tiempo les temía tanto. - es un pecado horrible lo que he hecho. Solo alguien tan cruel podría condenar a una persona a este destino... de verdad tal vez sería mejor que me dejaras.

-Te quedarías solo Link.

-Si... completamente solo, sólo tú puedes verme Zelda.

No entendía sus palabras y se acercó a él para consolarlo.

-Detente... no vengas, no tengo fuerzas para moverme, ni para saltar como siempre lo hago. -bufó de una forma algo ahogada haciendo que Zelda se detuviera de golpe.

De alguna forma se sentía herida, ¿acaso la rechazaba sin siquiera darle la oportunidad de decirle lo que sentía?

-Eres un tonto- gruñó de manera triste.

Se dio la vuelta y emprendió el camino de vuelta al castillo.

- ¡A quien le dice tonto!- gruñó otra voz de manera severa.

Kai (1): El EncuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora