El Encuentro

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Un chico de ojos azules...

Ese bonito cabello dorado y esas curiosas orejas puntiagudas.

Ese bonito cabello  dorado y esas curiosas orejas puntiagudas

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Habían pasado tres días pero ella todavía no había olvidado. De vez en cuando miraba hacia la ventana y pensaba que tal vez sería bueno ir y ver si de verdad existía el agujero junto a los matorrales.

-Impa quiero jugar en los jardines- dijo con un tono algo molesto mientras cerraba su libro de historia.

La tutora se sorprendió al escuchar esas palabras. La miró durante un rato y la princesa suspiró con cierto recelo.

-"La respuesta es no"... "Ya lo sabía"- clamó mentalmente con algo de tristeza mientras su mirada se perdía con nostalgia a través de la ventana.

-Termina temprano- contestó la tutora con cierta sonrisa.

Y después de eso Zelda terminó más rápido que nunca sus tareas. Corrió hasta su cuarto y de ahí sacó una bolsa en la que oculto unas cuantas galletas que se había cogido de la cocina.

"Ven a verme", las palabras del lobo estaban en su cabeza. Atravesó los jardines hasta llegar al fondo y cuando llegó a los matorrales miró hacia sus espaldas. Los jardines estaban desiertos, puesto que era la parte más alta de la muralla no hacían falta por ahí los guardias.

-La parte más alta... pero la salida está justo por debajo- susurró con cierta sonrisa, se acercó un poco y después sintió algo de miedo.

¿Y si había sido sólo un sueño...? y además no había otra forma de salir del castillo.

Suspiró de manera profunda y con el brazo apartó las hierbas al tiempo que cerraba los ojos. Quería verlo, quería ver el agujero pero tenía miedo de abrir los ojos y descubrir que Link realmente no existía.

Después de un rato finalmente se atrevió a mirar al frente, el agujero estaba ahí. El corazón le latió de manera desenfrenada y con destreza pasó por debajo de la muralla para dirigirse al cementerio.

...

Por un momento se quedó perdida entre los laberintos hechos de mármol, las dos únicas veces que había estado ahí había sido por accidente y después porque el gran lobo la había guiado.

-Que torpeza...- refunfuñó de manera triste, si seguía ahí perdida no lograría llegar a la tumba y además se darían cuenta de que se había escapado.

El viento cálido surcó sobre sus cabellos y una vez más recordó cómo era que la primera vez había llegado. Siguió al viento con calma pero esta vez no cerró los ojos, quería memorizar el camino para no volver a perderse.

Kai (1): El EncuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora