El balcón...

1.2K 132 3
                                    


... pronto se sumió en una densa oscuridad, impidiendo que nos viéramos los rostros. Por ser una familia de mucho dinero, ratoneaban bastante en la luz. El resto de los chicos que nos acompañaban en el balcón habían entrado al salón, dejándonos solos. Pensé que Jason también se iría, pero permaneció conmigo.

—Desearía tener una vista así, sería agradable contemplarla cada mañana —comentó de forma distante. Sus cabellos castaños adquirieron una tonalidad cobriza debido a la penumbra de la noche.

—Es lo que pensaba hace un rato.

—¿Si? Las vistas de tu casa también son realmente hermosas. En cambio la mía... —Hizo una mueca—, el barrio no es muy paradisíaco.

—Como si hubiera mucha diferencia —bufé. La zona en la que yo vivía no estaba muy alejada de la casa de Jason, solo que allí no había granjas, las casas estaban más juntas y había algún que otro comercio.

—Créeme la hay. Desde tu habitación se puede ver el lago y el campo. En cambio desde mi terraza veo los calzones del señor Puddly y no son muy agraciados que digamos. —Su comentario me hizo gracia. Entonces una pregunta se formuló en mi cabeza. Jason pareció adivinar lo que pensaba y contestó—: El día de la Cosecha, ¿recuerdas? Estuve en tu habitación. Ayudaba a tu papá a trasladar algunos costales de tierra que compró en el vivero y tú estabas fuera del cobertizo tejiendo esa cosilla con plumas y...

–Ah, sí —lo interrumpí, para que no siguiera contando la historia que ambos conocíamos muy bien—. Estaba haciendo un atrapasueños.

—Eso. —Sonrió.

No me fue difícil recordar aquella tarde. Yo estaba distraída en mi propia burbuja de ensueños, cuando una sombra me tapó el sol. Levanté la cabeza y lo primero que vi fueron unos enormes ojos verdes muy brillantes. Tal vez era la insolación por pasar todo el día en el exterior, o la intensidad de su mirada, pero en cuanto enfoqué bien su rostro, viéndome con una encantadora sonrisa, quedé obnubilada por el chico que tanto llamaba mi atención en esos días. Tardé en responderle cuando me preguntó por lo que hacía. Con timidez le conté de mi afición por aquellos objetos que ancestralmente elaboraban los chamanes, con cuarzos y plumas de aves para controlar las energías negativas producidas por el inconsciente mientras uno duerme. Él se mostró interesado, así que me tomé el atrevimiento de mostrarle algunos que tenía en mi habitación, entre otras cosas.

Mi rostro se calentó y lo hice a un lado antes de que Jason lo notara.

—¿Sigues haciéndolos? —preguntó, tomando asiento en un banco de hierro que se encontraban en una esquina. Lo imité, sentándome a su lado.

—Hace mucho que no hago uno.

De hecho, ese había sido el último.

—Si te pido uno, ¿lo harías?

—¿Para tí?

Él asintió como diciendo «pues claro, ¿para quién más?». Mí cabeza gritaba que me negara, que estaba loca si aceptaba. Sin embargo hice todo lo contrario:

—Sí, porqué no. Es decir, si tú quieres. Tendría que conseguir fibra de madera e hilos y ver que piedras colocarle, me puedes decir cuáles te gustan, o yo podría elegirlas por ti, pero... —Me quedé callada al darme cuenta que estaba hablando de más. Atisbé a ver la sombra de una sonrisa divertida asomándose en su boca y volví a sentir caliente mi rostro—. Sí, por supuesto que puedo hacerte uno. Sería un placer. Solo tienes que pedírmelo.

Jason sonrió abiertamente.

—¿Qué te parece si...?

—¡Jota! —Charlie se apareció de improviso interrumpiéndonos—. Los chicos te estaban buscando, ¿por qué desapareciste?

El chico equivocado© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora