Capítulo 2

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Carta al "amor de mi vida",
parte 2.

Decías que tenías un miedo terrible a perderme. Eso decías... sin embargo tú me dejaste ir.

No tiene mucha lógica, a decir verdad. Tú no sabías ni lo que era tener miedo a perder a alguien, ¿no es así? Y yo si. Perderte me aterrorizaba...

Me aterrorizaba porque tú eras mi oxígeno.

¿Cómo explicártelo?
Yo soy ese corazón que prometiste no romper. Y no lo rompiste: lo estrujaste, lo hiciste polvo.

Cariño, yo te amaba tanto que si tú me hubieras dicho lo mucho que la querías yo hasta te hubiera ayudado a estar con ella.

Amor, yo nunca tuve dudas, nunca estuve confundida. Pero si me hubieras explicado tus dudas podríamos habernos confundido juntos...

¿Quién sabe? Probablemente nos hubiéramos puesto como mejores amigos a discutir los pros y contras de cada una, los de ella y los míos. ¿Quién sabe? Probablemente ella hubiera ganado.

Y es que me dijiste que lo hacías por mi, por mi bien. ¿Pero cómo puede eso ser verdad si ahora estoy peor que nunca?
Ahora no veo la luz al final del túnel. El tiempo pasa lentamente y se me va la vida porque tú no estás.

Seamos sinceros: la verdad es que tú no estabas dispuesto a hacer ningún tipo de sacrifico por mi. ¿Y yo? Bueno... yo di mi vida por ti.
Porque para mi no existía vida sin ti.

Aunque, ahora que lo pienso, debería agradecerte. Me enseñaste muchas cosas.
Una de las cosas que me enseñaste es que estaba equivocada: sí existe vida sin ti. Lo que si no existe es vida con sentido..
Desde que te fuiste mi vida no tiene ningún tipo de sentido.

Pero cariño, está bien. Te entiendo...
Nunca jamás alguien sería capaz de amar a alguien como yo. Ya lo tengo asumido. Te entiendo porque... ni yo lo haría. Así que está bien.

¿Acaso no lo entiendes? Te entiendo...

Y por si te importa saberlo: lo que más me dolió fueron todas aquellas canciones que me dedicaste. Aún tengo una playlist con todas y cada una de ellas. A veces las escucho y lloro en silencio.

Duele ver que me ilusioné con cada palabra de cada canción. Con cada palabra que ni siquiera era tuya...
Pero me las dedicabas y para mi era como si fueras dueño de esas palabras. Eras tú quien me las cantaba. Y ahora ya no.

Ahora ya no estás. Ya no te puedo pedir que me las cantes.
Cómo me encantaba escucharte cantar...

Se me rompe el corazón con tan solo pensarlo...

Tú voz me hacía tan feliz.
Y ahora tan sólo pensarla ya me hace llorar.
Qué irónico, ¿no? Que lo que una vez me hizo feliz ahora solo me hace triste.

Cariño, no sabías qué querer y en cierto momento decidiste quererme pero está mal jugar así. ¿Lo sabes?
Me ilusioné tanto... Enserio creía en ti, en un nosotros. Enserio me imaginaba todo contigo. Enserio creí que serías diferente... que serías para siempre.

Y ahora que te fuiste dime, ¿qué hago con todos aquellos sueños?
No entiendo como nos pudo pasar esto. Lo eras todo para mi, absolutamente todo. Y lo único que sé es que de un momento a otro ya no estabas. Todo lo que había soñado, pensado, deseado, todo se desvaneció.
Y al final tenía razón: jamás alguien me amará.

Mi vida, yo te quise tanto que cuando me estrujaste el corazón lo primero que hice fue sacarte de ahí para que no te hicieras daño a ti mismo.

Y lloré. Sí cariño mío, lloré mucho.
Lloré por ti y por mi.
Lloré por nuestros sueños, por los hijos que íbamos a tener, por nuestras mascotas, incluso por nuestras canciones.
Lloré por los poemas que te había escrito, lloré por las sorpresas que tenía planeado hacerte.
Lloré por todo... Por todo y por nada porque eso somos ahora: nada. Un nada que, sinceramente, duele mucho.

Y si alguna vez te preguntas por qué no insistí en que te quedaras es porque una chica no hace ruido cuando se va, lo hace mucho antes. Sí, mi vida, yo lo hice antes y no quisiste escucharlo.

Además, a mí me enseñaron a no obligar a nadie a quedarse. Eso de amar a alguien tiene que nacer de uno.

Lo más gracioso es la evolución de las cosas. ¿Lo recuerdas? Primero te querías morir por mi, luego te querías morir conmigo y al final me dejaste muriendo sola.

De cierta forma es gracioso (aunque doloroso a la vez).
Y cariño... por un lado todo lo que yo quiero es que tú vuelvas.
Que vuelvas porque te amo como antes, te amo como si nada, te amo como si todo...
Que vuelvas y que todo vuelva a estar como antes.
Que vuelvas, mi vida.
Y por el otro lado no quiero que vuelvas, quiero que desaparezcas de mi vida por todo lo que me hiciste sufrir.

Sabías que no estaba bien e igual te fuiste. Tú me destrozaste y yo no quiero que eso vuelva a pasar.

Así es. Por un lado eres mi mayor deseo porque sé que solo puedo ser feliz si te tengo y por el otro quiero que jamás vuelvas por miedo a sufrir otra vez.

¿Pero para qué desear tanto que vuelvas si sé que no va a pasar? ¿Para qué seguir soñando con algo que no pasará?

Te fuiste por tu propia voluntad, nadie te obligó.
No volverás, ¿no es así?

Otro de los motivos que me ayudan a no querer que vuelvas es eso que dicen de que cuando estás entre dos personas deberías escoger siempre a la segunda, porque si amaras de verdad a la primera no te hubieras enamorado otra vez.

Tú... tú no me amabas de verdad. Porque tú te fuiste...
En verdad solo quiero que seas feliz. Solo quiero verte feliz.
Cariño, tú sonrisa es el mejor poema, la mejor canción e imagen.

Quiero que estés bien. Y si para eso significa sufrir sin ti hasta el día en que me vuelva polvo: ¡que así sea!

Porque mi amor, está bien... te entiendo.
Te entiendo, pero también te amo...

Te entiendo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora