Capítulo 3

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Desperté de un salto con sudor por todo mi cuerpo. Había soñado con Caroline, la enfermera. Esa visión aún rondaba en mi cabeza.

Mirando alrededor me di cuenta que estaba contenido la respiración, Solté el aire y volví a tomar tratando de estabilizarla los latidos de mi corazón. Salí de la cama e inmediatamente fui al baño, me miré en el espejo con el ceño fruncido "Odio mi cabello" me dije. Me metí en la ducha, abrí el grifo del agua dejando caer la fresca agua sobre mi cabeza y el resto de mi cuerpo. Quince minutos después salí de la ducha y fui a mi armario, no sabía que ponerme. Al final me decidí por una falda negra pegada al cuerpo desde la cintura hasta arriba de las rodillas, una blusa blanca, una chaqueta azul claro, y mis zapatillas Converse. Terminando con mi ropa fui hasta el espejo para tratar de darle forma a mi cabello, puse un poco de crema sobre mi mano y la pase por mi cabello, lo peiné, y resalté mis ondas. Me puse un poco de máscara para pestañas y brillo para labios, Una vez lista cogí mi bolso y salí de la habitación. Bajando las escaleras del vestíbulo, me encontré con una nota sobre la mesa; "Salida de emergencia, Zack me llamó."; Zack el jefe de mi madre, siempre hacia que ella saliera de un momento a otro a hacer los trabajos que le pertenecían a él. Mi madre es coordinadora de Building smiles for children Inc, que más que una empresa era como una fundación que ayudaba a los niños con desnutrición, y a familias de bajos recursos.

Salí de mi casa y caminé hasta la calle principal, "necesito un auto" me dije,

-pediré uno para mi graduación. - Pensé en voz alta.

Antes de llegar a la calle principal y tomar el autobús, me detuve unos segundos para convencerme de que nada malo me iba a pasar de nuevo, "Tranquilízate" me dije.

Paré para esperar el autobús y en menos de cinco segundos sentí que alguien chocaba conmigo haciendo me caer sobres mis rodillas. Mi bolso de un lado y hojas de papel y libros que obviamente no eran míos del otro. "Genial" pensé. ¿Qué tiene esta calle contra mí?. Mi cabello caía sobre mi rostro, cuando lo aparté de mis ojos, estos se encontraron con unos llamativos ojos grises. Esa mirada era tan profunda que prácticamente podría ver a través de mí. Las palabras salieron de mi boca sin orden alguna.

– Lo. Lo siento. – Dije sin dejar de ver esos ojos, y tartamudeando a la vez.–
¡Felicidades! Ahora tartamudeas. Me reprendí.

Él se levantó rápidamente del suelo. Y tendiendo su mano para ayudar a levantarme del suelo dijo;

–No, yo lo siento.

Claro, tú no tienes las costillas rotas por el golpe de un auto. – Pensé.

–Seguro que sí. –Dije con ironía. – De hecho, últimamente me detengo donde no se debe.

El levantó sus cejas en modo "¿De verdad?" y dijo;

–No, yo no me di cuenta que estabas aquí. Y eso me convierte en el culpable.

– Como sea. –respondí.

Sentí mis mejillas arder y bajé la mirada. Cuando volví a verlo lo detallé bien. Llevaba unos pantalones negros, una playera roja, y unas zapatillas converse negras. A simple vista se veía que iba constantemente al gimnasio, cada músculo de su cuerpo se veía bien definido, y era alto, medía como un metro ochenta. Era como 15 centímetros más, mucho más alto que yo. Su cabello castaño hacía resaltar su blanca y pálida piel.

– Am... –Odio estos putos momentos incómodos. Es como un silencio en el que lo pensamientos se escuchan.

–Am.. ¿Qué? – preguntó.

Mi don, Mi maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora