シューティングスター [HxH]© FINALIZADO

Capítulo 7

[NOTA: Cuando vean esto 🔊 es para que le den play a la música (o si quieren pongan otra música + sad) Gracias por la atención.]

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Me levanté de golpe, tenía que ir a ver a mis amigos, tal vez y Kurapika ya se había ido.

Tenía que desperdirme de él.

Sin más, me comencé a vestir. Nada especial, solo un pantalón y una blusa holgada.

—¡Buenos días, chicos! —saludé energéticamente a los pocos integrantes que se encontraban en la pequeña sala.

—Hola, enana. —respondió un aburrido Feitan.

—Ese eres tú. —murmuré bajito puesto que no quería pelear tan de mañana.

Me apresuré a comer el pan y la leche que se encontraban en la mesa.

—Tranquila Eli-chan nadie se va a robar tu comida. —soltó una risa el rubió de Shalnark.

No le presté atención y me apresuré a comer. —Gracias, estuvo rico. —hablé levantándome de la mesa y casi corriendo a la entrada.

—Ehh ¿a dónde vas con tanto apuro? —cuestionó Pakunoda mientras me cogía de la ropa, deteniendome.

—Ehm, voy a ver a mis amigos, los de la aldea que les dije. —avisé mientras volvía a retomar mi camino.

Se pudo observar como todos los presentes en la sala se tensaban.

Ella no sabía acerca de eso.

—Anda pero regresa antes de la noche. —afirmó un Chrollo despreocupado.

Mi sonrisa no se hizo esperar y corrí hacia él dandole un sonoro beso en la mejilla. —¡Gracias Chrollo! —y sin más salí de la guarida.

—¡Te quiero aquí a las 6, mocosa! —gritó Pakunoda desde la puerta pero la niña ya se había ido.

La sonrisa del peli-gris no se hizo esperar más. —Con que Eli-chan no sabe sobre eso ¿no? —habló burlonamente el gótico. —Sería una pena que... —antes de terminar la frase ya tenía una espada que rozaba su yugular.

—Ni se te ocurra decirlo, imbécil. —gruñó un molesto Nobunaga mientras sostenía aquella espada.

—Sólo bromeaba. —rió el gótico burlonamente haciendo cabrear más al espadachín.

—Bajala, Nobunaga. —habló Chrollo mientras su vista seguía en el libro.

—Pero danchou...

Solo basto una mirada del pelinegro para que el espadachín la bajará en contra de su voluntad.

—Tsk.

—Por trabajo la vamos a dañar. —murmuró una cabizbaja Machi.

—Nadie sabía que iba a terminar por ser amiga del trabajo. —habló Franklin más para si mismo que para los otros.

Una aura melancólica se instaló en la habitación pues sabían que eso la dañanaría.

—¿Uhm? ¿De qué me perdí? —un adormilado Uvogin se hizo presente en la habitación.

[...]

Corría por los árboles hasta que vi la entrada de la aldea.

—¿Ah? ¿Por qué habrá tanta gente amontonada? —murmuré para mi.

Y lo vi, era Kurapika.