Casa club

Nuevo país, nuevos amigos

Desde que tenía uso de razón recordaba ir de un lugar a otro sin parar, esto sucedía debido al exigente trabajo de sus padres, por lo que a sus nueve años había recorrido gran parte de su país natal.

A cada lugar que llegaban siempre hacia amistades, pero jamás duraban demasiado debido a lo mismo, su residencia nunca era permanente.

Se podía decir que eran nómades o al menos era así como denominaba a su familia el pequeño chino. Pese a lo constante que eran sus cambios de hogar Jackson era muy feliz, él solo se dedicaba a disfrutar su día a día restándole importancia al resto de cosas que ocurrían a su alrededor.

Un día antes de cumpleaños sus padres le dijeron que esta vez viajarían aún más lejos y se quedarían para vivir un par de años en ese país, el chiquillo al oír aquella noticia imaginó con especial ilusión el poder permanecer estable en un lugar y tener la oportunidad de crear lazos y amistades con toda clase de personas.

Luego de que le dieran a conocer la gran noticia, el chino corrió a su habitación para buscar su amada mochila y llenarla con todo lo que consideraba necesario llevar; su figura de acción favorita, el bonito y perfumado oso de peluche que su abuela le había regalado en su cumpleaños número cinco, un par de calcetines, ropa interior, su playera favorita, uno pantalón corto, una par de galletas (previamente mordisqueadas) que su madre había horneado esa tarde y su álbum con fotografías de sus constantes aventuras.

Se calzo su mochila, y por décima séptima vez se encontraba listo para emprender una nueva aventura en un país desconocido.

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Corea del Sur resultó ser uno de esos lugares que llamaban de inmediato su atención, por lo que al llegar al aeropuerto recorrió lo que más pudo, no quería perder ningún detalle del espacioso lugar.

Observaba con asombro todo cuanto se presentaba ante sus infantiles ojos, estaba tan emocionado que sus padres en más de alguna ocasión debieron llamarle la atención por estar tan alborotado.

Al llegar a su hogar no podía creer lo lindo y acogedor que era, pero sin duda lo que más le sorprendió fue el jardín, era muy amplio y lleno de toda clase de arbustos y flores. Corrió entusiasmado por los verdes senderos, pero de pronto paró en seco cuando un par de árboles se alzaban con elegancia hacia el cielo, en medio de ellos se erguía una antigua y pintoresca casita.

Al mirarla sus ojos se iluminaron con ese peculiar brillo que desprendían sus ojos a la hora de encontrar algo de su pleno interés. Sin duda esa casita sería un buen lugar para crear un sin fin de recuerdos.

Una vez que se acomodaron en su nuevo hogar, Jackson insistió a sus padres en reparar la casa en el árbol, y tras la insistencia del menor se pusieron manos a la obra. Compraron todo lo necesario para cambiar el desmantelado techo, cubriendo las grietas que habían en el suelo e instalando una pequeña ventana para así obtener luz natural.

Luego de varios días la antigua casita lucía como nueva, el tejado había sido renovado, contaba con electricidad y las paredes fueron decoradas con varios cuadros hecho por el menor y a petición de éste habían consentido en pintar una pared en blanco para que de esa forma Jackson pudiese plasmar todo cuánto quisiera en ese lugar, ya que Jackson quería dibujar libremente en ellas y a sus padres le pareció una idea de lo más ingeniosa y creativa. Ahora sólo quedaba conocer amigos e invitarlos a jugar en su mini mansión.

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Un chico como Jackson Wang siempre era bien recibido en cualquier lugar, por lo que pese a no manejar del todo el idioma hizo buenas migas con varios de los niños en el salón. En especial con otro chico extranjero de nacionalidad estadounidense, Mark Tuan, con el cual si se entendían ya que ambos hablaban inglés, idioma que Jackson había aprendido desde los cinco años.

Poco a poco el pequeño grupo se fue ampliando, integrando a Park JinYoung, el chico más listo de la clase, Im JaeBum, el niño al cual todas las niñas perseguían y Choi YoungJae un chico un año menor, amigo y vecino de JaeBum. Jackson estaba tan feliz de poder hacer tantos amigos.

Un día mientras jugaba a las escondidas con su nuevos amigos observó como un grupo de niños de su clase agredían a un chico que parecía menor, su noble espíritu se abatió al ver semejante abuso y sin una pizca de miedo se enfrentó a los bravucones, que con altivez se levantaron para golpearlo a él, pero en ese momento la maestra de hizo presente y detuvo la pelea.

Jackson miro al pequeño moreno y se agachó para ayudarle. Con sus manitos limpió el rostro del muchacho y le regaló una tierna sonrisa, que el otro no dudo en devolver.

—¿Quieres ser mi amigo?
—Si.— respondió con timidez el menor.

Pasaron los meses y la amistad entre los seis chicos no hacía más que crecer. Todos se llevaban muy bien, eran un excelente equipo.

Luego de la llegada de Kunpimook, se integró a ellos Kim YuGyeom, que pese a ser el menor era casi de la misma estatura que los mayores, cosa que siempre se enorgullecía en mencionar causando risas y un par de chicos enojados.

De esa forma se dio por completo el variopinto y extravagante grupo de amigos.

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Llegado el verano Jackson invito a sus amigos a su hogar, le hacía muchísima ilusión que los chicos conocieran su casita y poder jugar en ella, ya que estando solo no podía hacer nada fuera de lo típico, como pintar y jugar con sus figuras de acción.

El grupo de pequeños niños quedaron impresionados con la casa en el árbol y no tardaron nada en subir hasta ella. A excepción de dos.

—¿Tendremos algo así como un club?— preguntó con curiosidad el tailandés.
—Si, pero antes debemos inaugurar el nuevo club. ¿Vienes BamBam?— dijo el chino extendiendo su manito para tomar la del menor.

Aquella era la primera de muchas tardes de verano, llenas de golosinas, risas, llantos, charlas absurdas y otras no tanto, fotografías y buenos recuerdos.