-Y entonces...-Pregunté.
-¿Entonces qué?...-Respondió con frialdad.
La situación era bastante perturbadora; me encontraba sentada frente a una inmensa mesa que sostenía a peso completo una enorme máquina. No podía reconocer que era exactamente pero al estar conectada directamente con mi antebrazo, sabía que ellos me estaban haciendo algo. Rápidamente nos dirigimos a una ronda de pregunta, pero esto solo hacía que perdiéramos tiempo.
La gran habitación se había llenado de un profundo silencio, totalmente incómodo.. Cualquier mínima palabra podría romper el hielo... pero nadie se atrevió a mover siquiera un dedo.
Tragué en seco.
-¿Qué es lo que quieres? -Fue lo único que pude reprochar.
-Creo que sabes perfectamente lo que quiero decir. Solo tienes que decirnos lo que pasó con en ese momen...- Interrumpí lo que estaba en punto de decir con un pequeño chasquido de lengua, entendía perfectamente la situación.
Rayos, no quería que esto pasara, nunca quise que la única cosa que me mantenía viva desaparecida en un simple instante...No fuí yo, yo no maté a mi madre. Yo la amaba.
-¿No volverá? -Proseguí, con un inmenso nudo en la garganta.
-No...ella no lo hará. Pero quien lo hizo, puede pagar por ello. Podemos encontrarlo y hacer que confiese.
-¡Eso no me sirve!.-Respondí con un tono lleno de soberbia, y golpeando fuertemente el suelo me levanté de la incómoda silla donde me encontraba sentada.
La atmósfera se había llenado de un denso aire y sentía que me estaba ahogando. Si continuaba allí, perdería la fuerza que me quedaba.
Las sillas comenzaron a temblar y todos tenían en mano un arma. Sus caras...Podía sentir el miedo que tanto trataban de ocultar. Ellos no podían ayudarme. Nadie podía hacerlo en ese momento. Y todos éramos conscientes.
Prometí no lastimar a alguien más, pero ni siquiera yo era capaz de entender lo que me rodeaba. Una voz me llamaba y asistí allí, cuando finalmente perdí la consciencia.
Pronto; me encontraba corriendo, huyendo de mis problemas nuevamente. Sin saber que hacer, sin saber que era lo que me esperaba. Sin saber que esto solo estaba apunto de comenzar...Quería desaparecer. Quería verla al menos una vez más antes de perder mi cordura. Quería muchas cosas...Pero no tenía nada.
De hecho, poder sentir como el aire de invierno rozaba mi rostro mientras la lluvia caía sobre mi disimulando aquellas lágrimas que rodaban sobre mi mejilla, era lo único que me reconfortaba... ¿Quién habría imaginado que solo teniendo nueve años me encontraría tan abrumada y cegada por lo desconocido?.
-
Me pregunto...¿Qué diría mamá en un momento así?. La extraño tanto...
Simplemente soy una chica, después de todo.