Magnolia

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La mansión Heartfilia no había cambiado casi nada. Lo único que se veía diferente eran las capas de polvo y telaraña que cubrían todo el edificio. Lucy tenia una mirada nostálgica en su rostro, lo cual hizo que su hija mayor pusiera una sonrisa, convenciéndose a si misma que fue la mejor decisión el aceptar la petición de su madre. Layla se volteo para ver a sus hermanos, los cuales al parecer tenían una mirada de terror en su rostro, al menos Igneel y Nashi tenia todo el rostro palido.

-¡¡¡¡HYYAAAA!!!! - gritó el pelirosa.

-¿Se supone que tendremos que limpiar todo esto? - dijo Nashi aun palida.

-No, a menos que quieran hacerlo - les dijo su madre.

-No queremos - dijeron los hermanos al unísono, haciendo reír a su madre.

Lucy entonces invocó a Virgo, la cual después de pedir su castigo como siempre, se puso a ayudar a limpiar. Lucy les dijo a sus hijos que podían pasear en los alrededores si querían, ya que todo el terreno de los Heartfilia se podría considerar del tamaño de un pueblo entero. Tiempo después de empezar a vivir con los dragones, Lucy se había dedicado a recuperar todas las antiguas pertenencias de su familia, por lo cual, sentía que el tiempo se había detenido, trayendo de regreso todos los momentos que paso en ese lugar.

Los cuatro jóvenes se alejaron entonces de esa casa mientras la madre de los cuatro invocaba también a Capricornio para que les ayudara. Una vez lejos de su madre, Layla decidió hablar:

-Bien, ¿ahora que hacemos? - les preguntó a sus hermanos.

-¿A que te refieres? - le preguntó la menor de los cuatro.

-No se ustedes pero yo no me puedo quedar aqui sin hacer nada - les dijo.

-¿Y que es lo que quieres hacer? - le preguntó Luke.

-¿No seria divertido visitar alguna ciudad?

-Pero acabamos de llegar - le recordó el pelirosa.

-Ya se, pero ahora que estamos aquí creo que seria emocionante ir a algún pueblo o ciudad - explicó. - Nosotros no conocemos nada de aquí, porfavor - casi les suplico.

-Esta bien, esta bien - le dijeron los tres. - Si te enojas te llegas a parecer a mamá, y personalmente yo no quiero morir joven - agregó Igneel.

-Gracias - dijo una alegre Layla.

-Pero hay que pedirle permiso a mamá - le recordó Nashi.

-Lo haré, lo haré. ¿Pero a donde iremos? - la pelirosa detuvo su caminar con esa pregunta que se había hecho a si misma.

-¿Que no ya tenias un lugar al que querias ir? - le preguntó el rubio.

-¿Que no escuchaste que dije que no conocíamos nada? - lo retó. - Ustedes decidan, yo le pediré permiso a mamá.

La mayor se dirigió al lugar donde había visto a su madre por última vez para que supiera que los cuatro irían a alguna ciudad que les llamara la atención. Aun cuando Lucy mostró las dudas que tenia sobre dejarlos o no ir, sabia por experiencia propia la curiosidad que se genera al encontrarse en un lugar desconocido.

Sin poder negarle a su hija, la cual no dejaba de hacerle ojos de perrito y pucheros completamente infantiles, aceptó. Ni siquiera le preguntó a donde irían. Confiaba plenamente en que sus hijos no provocarían problemas. Al menos no unos tan grandes como para involucrar civiles o al consejo.

Una vez Layla volvió al lado de sus hermanos, los cuatro se dirigieron a una ciudad un tanto alejada de donde se encontraban. Nashi la había visto en una revista y le llamó un poco la atención por lo cual todos se estaban dirigiendo para allá.

Hijos de una HadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora