Capítulo 15: El Rojo es para el Amor

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Felipe lleva ya varios días que no lo veo. ¿Acaso estará enfermo? No lo creo, quizás estará planificando algo y por eso no se deja ver por ningún lado. Sea lo que sea, estoy ansiosa por verlo, porque en verdad quiero hablar con él. Siento que ya no puedo ocultar lo que siento por él, y en verdad se lo quiero decir, pero no sé cómo. Ya es de noche y este cabrón no se aparece ni por las azucenas, y me estoy comenzando a desesperar. ¿En dónde puñeta se meten los hombres cuando los necesitas?

-¿Se le ofrece algo más señorita?- Me pregunta la misma cocinera de siempre, viéndome mirar hacia la ventana.

-No Linda, muchas gracias.- Le digo, despachándola inmediatamente. Cuando la puerta se cierra detrás de mi, miro hacia atrás y luego miro el anillo de mi madre, dándole vuelta en mi dedo, pensando en el momento en el que Felipe me lo dio y besó mi mano, dejándome saber lo mucho que me quería. Suelto un suspiro de amor, sintiéndome como una pendeja enamorada. -Ay Felipe, ¿pero que has hecho conmigo?- Le digo al aire, sonriendo como una boba.

-¿Me hablabas cariño?- Preguntó una voz detrás de mí, haciendo que dé un brinco y me choque con la ventana. Miro hacia atrás y veo a Felipe, sonriendo como un niño en el día de navidad, pura felicidad radiando de cada poro de su cuerpo.

-Bueno, sí. ¿Dónde has estado? Ni el demonio te encontraba...- Digo, acercándome hacia Felipe, sonriendo al igual que él. Felipe sonríe aun más, extendiendo su mano hacia mi, invitándome a tomarla, lo cual hago, sintiendo un pequeño calor en mis mejillas en el momento en que Felipe entrelaza sus dedos con los míos. Me dirige hacia la puerta de la habitación y cuando estamos frente a ella, me dice:

-Cierra los ojos y no sueltes mi mano.- Cierro los ojos y aprieto su mano, dándole la señal de que caminara. Me guía a través de la mansión a ciegas, pero sin que me diera un tropiezo o me cayera. Después de un tiempo, Felipe para en seco y susurra en mi oído: -Abre los ojos.- Los abro al instante y veo una mesa con dos sillas en medio del jardín trasero, dos velas rojas y alargadas iluminando el contenido de la mesa, el cual es un florero con rosas blancas y rojas y dos platos con comida. Felipe me guía hacia la mesa y me hala la silla, empujándola hacia al frente una vez estoy sentada en ella.

-¿Por qué las rosas blancas? ¿Qué es todo esto Felipe? Es hermoso, es muy lindo de tu parte.- Le digo a Felipe, mirando las rosas con admiración. Felipe sonríe y se arrodilla a mi lado, tomando mi mano izquierda y colocando un anillo en mi dedo anular. El anillo es plateado con un rubí en el centro y sin mucho detalle aparte, pero hermoso aún así.

-Rebelia, desde que te conocí he vivido enamorado de ti, y todo este tiempo que hemos estado juntos como lo que quieras llamarle, he visto que tú eres la persona con la que quiero estar el resto de mi vida.- Felipe sonríe y me mira fijamente a los ojos antes de preguntar: -Rebelia, ¿quieres ser mi esposa?- El aire se me va de los pulmones por un segundo, y cuando vuelvo a respirar, solo es para decir una sola cosa.

-¡Sí! ¡Claro que sí Felipe!- Le digo y me le lanzo, dándole un beso lleno de amor y de emoción en los labios. Nos quedamos en el suelo besándonos y sonriendo por un tiempo, y luego nos levantamos y cenamos de la comida, la cual es una pasta con salsa de tomate y pechuga de pollo desmenuzada. Durante toda la cena sólo puedo pensar en la rosas blancas que estaban en el centro de la mesa, y cuando ya Felipe y yo regresamos a mi habitación, le vuelvo a preguntar sobre las rosas.

-Son de parte de Erika. Ella me ayudó a organizar esto, y quería que tuvieras un recordatorio de ella, ya que el blanco es su color favorito y las rosas su flor favorita.- Felipe responde, dándome un pequeño beso en la mejilla. Sonrío mientras las lágrimas me bajan por las mejillas, la felicidad y la nostalgia siendo demasiadas.

-Esa loca, tanto que la extraño. ¿Crees que venga para la boda?- Pregunto, oliendo las rosas, oliendo nada más que agua vieja, ya que nunca he podido encontrarle olor a las rosas. Felipe se ríe y me abraza, besando mi hombro.

-Claro que sí, quiere que conozcas a su hijo y quiere ver cómo fue que terminaste siendo mía, ya que según ella tú eras una flor indomable.- Yo sonrió, una lágrima solitaria bajando por mi mejilla al recordar los buenos tiempos que tuve con Erika, tiempos que volverían a ocurrir por lo menos una vez más antes de estar separadas nuevamente.

Fin del capítulo 15
Mystery Nerd2019

El Rojo es para el Amor, los Errores, la Sangre y la Pasión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora