Capítulo 9: Una trampa inconcebible

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-¿En cuánto crees que llegue?- Le pregunto a Felipe, bebiendo nerviosamente mi té de manzanilla. Felipe me mira y se encoge de hombros.

-No lo sé, ¿por qué pregunta?- Me contesta, mirándome fijamente. Yo evito su mirada para que así él no note mi nerviosismo. Felipe se sienta a mi lado en el sofá de la sala, donde ambos estamos esperando a que llegue el inútil de Alejandro Marqué, quien es el próximo en la lista de pobres almas que pronto serán difuntos. Se supone que no lo mate aún, pero tengo que vengar a Erika, quien está teniendo una vida mejor en el extranjero con un hombre de bien, quien la respeta muchísimo. Me alegro por ella, ya que ella sufrió por mucho aquí. Mis pensamientos son interrumpidos por Felipe, quien tenía un brazo rodeando mi cintura, su cara muy cerca de la mía. -Señorita, ¿ocurre algo?- Felipe pregunta, sus labios cada vez más cerca de los míos.

-No, no ocurre nada, es solo que... se supone que no lo asesine aún, pero tengo que hacerlo. Me vale lo que haga o diga el Rey, este es mi momento. Llevo años esperando este momento y nadie me lo va a quitar.- Contesto, por un momento olvidando que le hablaba a Felipe, quien me mira con confusión y coloca una mano en mi mejilla, asegurándose que nadie nos estuviera viendo de ante mano.

-¿El Marqué y tú se conocen?- Yo asiento, poniendo un dedo a los labios de Felipe para que me dejara explicar.

-Él violó a mi mejor amiga, dejándola embarazada. Yo la ayudé a escapar de este país hace dos años, y ahora vive en el extranjero con su esposo. Quiero matarlo para así vengar lo que le hizo a mi mejor amiga.- Felipe sonríe y besa mi mejilla, causándome que sonría también.

-En ese caso vamos a castrarlo y ya, ¿o quieres que lo viole por ti?- Yo me río, pero niego con la cabeza.

-Tú eres mío y yo no comparto lo que me pertenece.- Felipe sonríe con satisfacción, la mano en mi cintura acercándome más a él.

-Así me gusta chiquilla.- Estamos a punto de besarnos cuando alguien toca el timbre, haciendo que ambos nos sobresaltemos. Felipe me guiña un ojo y va a abrir la puerta. Menos de un segundo después de que la abre, Alejandro corre hacia a mí y se sienta al lado mío, dándome un beso en la mejilla, causando que Felipe lo mire mal.

-¡Rebelia! ¡Cosita bonita!- Alejandro dice, abrazándome como si fuera un peluche. Yo lo empujo y por esto él cae al suelo de espalda, causándome risa.

-Bonito te ves tú en el piso idiota.- Le digo, viendo desde la esquina de mi ojo a Felipe acercándose hacia nosotros con una bandeja en sus manos.

-Pendeja.- Alejandro dice y se levanta, sentándose en el sofá nuevamente. Felipe se acerca más y le ofrece a Alejandro uno de los vasos, quien lo toma sin tan siquiera preguntar qué era o algo por el estilo. -Gracias amigo.- Yo tomo el otro vaso y bebo del mismo, Alejandro ya con la mitad de su vaso vacío. Este tipo si que es pendejo. Yo termino de tomar el contenido del vaso y le doy el vaso vacío a Felipe después de que él toma el de Alejandro. Felipe se va sin decir nada, desapareciendo a la cocina. -Que vino más delicioso... ¿no te queda más de ese linda?- Alejandro pregunta, mirando hacia el techo.

-No, era muy poco lo que quedaba. Podemos ir a la bodega de vinos en el sótano a ver si queda algo parecido.- Le digo a Alejandro, quien se levanta del sofá en alegría pura y me levanta a mi de un tirón de mi brazo.

-¡Vámonos! ¡Al sótano!- Alejandro grita mientras lo guío hasta el sótano, lo cual suena muy divertido. No eran mis planes matarlo en el sótano, pero si el morón quiere beber, ¡que beba el cabrón! Después de una pequeña caminata, llegamos a las escaleras que dan al sótano, las cuales están detrás de una puerta común y corriente. Bajo por las escaleras sin luz alguna, ya que conozco bien donde estoy. Al llegar al final de las escaleras, busco el interruptor con mi mano izquierda y lo encuentro con facilidad, encendiendo la luz, pero antes de que haya luz, Alejandro cae rodando por la escaleras, cayendo sentado en su culo.

-A la verdad que eres bien mamón Alejandro. Me imagino que de pequeño hacías esto y no te explotabas el culo cayendo en el suelo.- Le digo, riéndome de su expresión. Alejandro se levanta y me sigue, sus ojos oscurecidos. Ya este se puso como pinche mamón pervertido.

-Los años pasan querida, uno no es joven por siempre.- Él dice mientras caminamos por las bodegas de vinos, cuales son muchas. Digamos que mis ancestros eran algo alcohólicos. Llego a la que quiero muy rápido, ya que es de las primeras que se ven. Yo tomo una copa que había al lado del barril y la lleno del líquido alcohólico. Me viro y le ofrezco la copa a Alejandro, quien me sonríe antes de empezar a acercarse a mi como un psicópata. Yo echo para atrás hasta que la pared me hace prisionera de Alejandro, quien solo me mira como una presa a cazar. -¿Te crees que soy estúpido? ¿Dónde me ves la estupidez? Te vas a arrepentir de todo maldita puta.- Alejandro dice y me da una cachetada, besándome salvajemente después. Yo lo empujo bruscamente y echo una carrera hacia las escaleras, pero a mitad de camino se me ocurre otra idea, así que vuelvo y comienzo a correr hacia el pasaje secreto en el sótano. Alejandro me sigue, su velocidad algo disminuida por el golpe que se dio al caer. Llego a la entrada del pasaje y dejo la puerta abierta, invitando a Alejandro a que me siguiera hacia su muerte, cosa que hace sin pensarlo dos veces. Corro por el pasaje oscuro hasta que llego a la salida del mismo, mis ojos algo afectados por la luz que recibieron de momento. Esto hace que me detenga por un momento, lo cual le da a Alejandro la oportunidad de alcanzarme y empujarme hacia el suelo, rápidamente pinchando mis manos sobre mi cabeza y mordiendo mi cuello ferozmente.

-¡Suéltame maldito maricón!- Le grito, forcejeando para sacármelo de encima. Alejandro sonríe y lame mi cuello, dándome todo el asco del mundo.

-Tú vas a ser mía desgraciada, igual que lo hice con tu mejor amiga. Ella luchó contra mi pero no pudo conmigo, porque yo soy mucho mejor que ustedes y su maldito linaje. Ojalá y todas fueran mis putas para así demostrarle al mundo que ustedes no valen nada.- Alejandro dice, sin saber que me acaba de hacer hervir la sangre con esas palabras. Él ha sabido todo el tiempo, y ahora me quiere humillar al igual que lo hizo con Erika. Empujo a Alejandro con fuerzas que no sé de donde las saqué y luego me trepo encima de él y saco un cuchillo de mi bolsillo, poniéndolo contra su garganta. Él me mira con miedo, pero luego se comienza a reír como si fuera un chiste.

-Tú la fregaste conmigo el momento en el que te aprovechaste de mi mejor amiga, y ahora me las vas a pagar.- Le digo y lentamente entierro el cuchillo en su garganta, sonriendo al ver el dolor reflejado en su rostro.

-Yo nun~ca le qui~se hacer daño a Erika, pero ella se lo busco por ofrecida.- Alejandro dice y le hundo más el cuchillo, algo de sangre saliendo por su cuello.

-Ella no hizo nada, fuiste tú el maldito pervertido que se aprovechó de ella y luego la tiraste como un trapo. Ya verás a otros desgraciados como tú en el infierno.- Le digo a Alejandro antes de terminar de hundir el cuchillo en su cuello para luego sacarlo y apuñalar su corazón, hundiendo el cuchillo hasta el fondo de nuevo. Alejandro deja de moverse debajo de mi, y después de asegurarme de que está muerto, me levanto y me dirijo a la finca por el mismo pasaje que me trajo aquí. Tardo mucho en regresar, ya que me sentía cansada por tanto correr. Una vez en el sótano, cierro la puerta del pasaje y le pongo llave para que nadie quiera entrar por ahí. Después de salir del sótano cierro esa puerta también y me dirijo hacia mi habitación, donde había una bandeja con frutas y leche sobre la mesa de noche. Ignoro la comida y me tiro en la cama, olvidándome de todo, incluso de mi nombre.

Fin del capítulo 9
Mystery Nerd2019

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