Capítulo 1: Una joven como cualquier otra

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-Esta vida no es digna de una mujer.- Digo entre dientes mientras literalmente tiro la ropa sucia a la tina con agua y jabón en polvo. La mujer a mi lado me da un mazetaso en la cabeza, mirándome mal después de ello.

-¡Deja de mover tanto la boca y mueve los brazos en vez! Condenada holgazana. Maldita sea la hora en la que acepté dejarte vivir en mi casa.- Ruedo mis ojos sin que la vieja me vea, ya que solo obtendría otro mazetaso como recompensa si ella me viera hacerlo. Como ya deben suponer, sí, soy huérfana. Mi padre me abandonó a mí junto con mi madre luego de ascender al poder hace 8 años. Todo esto cuando yo era solo una niña de 9 años que no entendía porqué el mundo era de esa manera de la cual sigue siendo hoy dia. Mi madre enloqueció de rabia y se fue a buscarlo para traerlo de vuelta, pero nunca regresó. La sospecha de todas es que la asesinaron o la forzaron a ser la compañera amorosa de alguien, pero es obvio que no está viva, porque si lo estuviera no tendría una tumba. Todos han tratado de mentir sobre su muerte, ¿pero para qué?, si ya yo sé. -Mira! Pero, ¿por qué sigues mirando a la ropa como si tuviera alas? Ponte a lavar que tienes otras cosas que hacer!- dejo de pensar y comienzo a cepillar la ropa con rudeza, sacando las manchas y la mugre. La vieja no me dijo nada más, solamente se fue y no volvió. Probablemente fue a ver como seguía su hija, Erika, que también es mi mejor amiga desde la infancia. Erika fue a la ciudad para vender unas frutas y desde ese día no ha sido la misma. Lo unico que hace es vomitar y maldecir a un tal "Marqué"entre dientes. Sospecho que alguien le hizo algo cuando fue a la ciudad hace dos semanas y que por eso está tan mal. Esto es lo que pasa por mi mente mientras tiendo la ropa, exprimiéndola de ante mano, haciendo que los callos en mis manos griten en agonía. Suelto un suspiro y luego me dirijo hacia la casa, queriendo ver como está Erika. Entro a la casa en silencio, deseando que la vieja esté dormida para no escucharla gritarme que limpie algo que no tenga nada de sucio. Subo las escaleras con cautela y me asomo cuidadosamente a la habitación de la señora, viendola profundamente dormida en su cama. Una sonrisa aparece en mis labios mientras continúo mi camino hacia la habitación de Erika, rogando que estuviera despierta para poder platicar con ella. Al llegar a su puerta la toco suavemente, esperando una respuesta.

-Pase.- Responde la débil voz de mi mejor amiga. Abro la puerta y entro en la habitación de Erika, cerrando la puerta detrás de mí. Erika está acostada en su cama en posición fetal, mirando hacia la ventana, luciendo como un fantasma. Al sentir mi peso sobre la cama se acerca a mi y recuesta su cabeza en mis muslos, aún mirando hacia afuera, distraida completamente.

-Te sientes mejor?- Le pregunto, dándome cuenta de que ya estaba oscureciendo, lo cual significaba que la vieja ya mismo me iba a gritar que recoja la ropa, la cual ya debe estar seca.

-No, para nada. Esto es horrible, no lo soporto... Siento que no es un virus o una enfermedad lo que tengo. Maldito Marqué... ¡Ojalá y se muera ya por arruinarme las entrañas y la vida!- Erika mumura, su voz quebrándose un poco. ¿Arruinarme las entrañas? ¿A qué se refiere? ¿Sera qué...? No, no puede ser.

-¿El tal Marqué ese te violó, verdad?- Digo en un susurro, no queriendo que la vieja me oiga. Erika no dice nada, pero veo como abre sus ojos y me mira en pánico y miedo. -¿Estás embarazada, verdad?- Mi mejor amiga se sienta y me mira con seriedad, sus ojos teniendo un frío extraño en ellos.

-Sí, lo estoy. Ese maldito comerciante me violó, y ahora no sé que hacer. No le puedo decir a la vieja porque me mata. Tampoco puedo deshacerme del crío, así que no tengo la más mínima idea de que voy a hacer. Rebelia, ¿qué crees que deba hacer?- Erika preguntó, la frialdad desapareciendo de sus ojos. Inconsientemente bajo mi mirada y suspiro, tratando de pensar en una solución.

-Bueno, en verdad no sé que decirte. Yo puedo aconsejarte, pero al final del día la decisión es tuya.- Erika desvía su mirada de la mía, mirando hacia el suelo en vez de a mí. -Aunque, si te quedas con el niño, debes irte al extranjero.- Erika alza la vista y me mira con ojos llenos de asombro.

-¿En serio? ¿Si tengo a mi hijo, me puedo ir de aquí?- Asiento con un movimiento de mi cabeza.

-Al ser soltera y de tal condición social tienes la manera de salir de aquí, así escapas de todos. La vieja, Marqué, la miseria, el machismo... tienes una gran oportunidad, así que aprovéchala.- Erika me abraza de repente y luego siento sus cálidas lágrimas en mi hombro.

-No puedo creerlo... ¡esto es increíble!- Erika dice, sollozando suavemente. Palmoteo su espalda, sonriendo con tristeza. Ella se despega de mi hombro y sonríe, la felicidad radiando de su ser. -Ya seré libre al fin... pero, ¿cómo lo voy a lograr?- Suelto una leve risa, acariciando el desordenado cabello de mi mejor amiga.

-Por eso no te preocupes, ya lo resolví. Como tenía mis sospechas, busqué a alguien que me ayudara a sacarte de aquí.- Digo con cautela para luego susurrar muy bajito: -Y con algo de dinero, tienes un boleto para irte esta misma noche a las doce menos cuarto, así que ya debes empacar tus cosas para largarte de aquí.- Mi mejor amiga y yo nos damos otro fuerte abrazo, cual es roto por el grito de la vieja:

-¡Mira! ¡Recoge la ropa maldita esqüincla!- Salgo como un cohete de la habitación a recoger la ropa, rogando que la escalera se tragara a la vieja con to' y su maldita boca de parcelera.

Fin del capítulo 1
Mystery Nerd2019

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